“No se conoce el hombre si no se le estudia a fondo, pero pocos hombres merecen el homenaje que se les estudie”.
-Giosuè Carducci
El pasado miércoles 10 de enero del año en curso (2024), la comunidad jurídica nacional e internacional se vistió de luto de manera muy especial para todos los apasionados por las ciencias jurídicas, y de manera especial por el Derecho Penal, con la triste noticia del deceso del Dr. Sergio García Ramírez, sin lugar a dudas uno de los últimos juristas que deja una huella profunda en la historia del Derecho Penal Mexicano.
Es por ello que escribimos estas líneas dedicadas al Dr. Sergio García Ramírez, también citado en la revista de la UNAM, publicada apenas la semana pasada.
Ningún abogado que sea verdaderamente apasionado del Derecho Penal desconoce la histórica y profunda trayectoria que dejó el gran jurista; estas líneas seguramente no son un homenaje a la altura de tan insigne jurista y tampoco serán un análisis profundo sobre su amplia trayectoria, tanto académica como profesional, simplemente queremos dejar testimonio de las aportaciones más trascendentes de este gran y singular jurista mexicano.
La primera de ellas se refiere a la creación del Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE); Don Sergio se desempeñaba como subsecretario de la Secretaría de Gobernación, y preocupado e interesado por las ciencias penales, concibió la creación de un centro público nacional de investigación ampliamente conocido por todos los abogados de México, penalistas o no. El INACIPE dentro de muy poco tiempo cumplirá medio siglo de vida.
Otra acción esplendida que logró realizar el Dr. Sergio García Ramírez fue el cierre de esa terrible cárcel de Lecumberri. Se le había designado como el último director de la penitenciaria del entonces Distrito Federal (del 29 de septiembre hasta agosto de 1976), que era también conocida como “El Palacio Negro de Lecumberri”. Tuvo la misión específica de llevar a efecto el cierre como un reflejo de la nueva política penal penitenciaria y con la cual México, guiado de la mano del Dr. García Ramírez, se sumaba a la tendencia internacional para transformar la justicia penal en México.
Para el 18 de mayo de 1971 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la denominada “Ley que establece las normas mínimas sobre readaptación social de sentenciados”, la cual resultó una extraordinaria adaptación al derecho interno de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos, “Reglas Nelson Mandela”, adaptación realizada por el Dr.
Otra aportación importantísima que realizó fue el Control de la Convencionalidad. A través de su ejercicio como juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, diseñó el estándar del Control de la Convencionalidad como una herramienta que permite la aplicación y la realización del Derecho Internacional de los Derechos Humanos en el ámbito nacional; básicamente, otra herramienta para el respeto irrestricto de los derechos humanos.
Así se logró la vinculación del Derecho Penal y los Derechos Humanos, de tal suerte que en su cotidiano trabajo rompió con el mito y la apariencia de que los “Derechos Humanos” eran una moda propia del cambio del siglo y quizá también de la globalización; y su labor como juez y como presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, hizo palpable que no se puede ser penalista sin ser, antes, un auténtico defensor de los Derechos Humanos.
En materia de publicaciones respecto a las Ciencia Penales, es menester señalar que fue autor de más de 60 libros todos; con diferentes directrices, pero que pertenecían al campo de las Ciencias Penales. A esto habría que añadir un número similar de artículos académicos y otras participaciones como coautor.
Recientemente en esta ciudad de Tijuana, B.C., para dar una conferencia, estuvo el Dr. Enrique Díaz Aranda, quien me distingue con su amistad desde hace muchos años, y estuvimos charlando sobre diversos tópicos, en los que obviamente se abordó el tema de la muerte del Dr. Sergio García Ramírez, siendo estas sencillas líneas un homenaje a la figura de un gran jurista.
Benigno Licea González es doctor en Derecho Penal y Derecho Constitucional; fue presidente del Colegio de Abogados “Emilio Rabasa” y actualmente preside el Colegio de Medicina Legal y Ciencias Forenses de B.C.
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