Los mensajes te llegan por correo, What´s App, texto, llamada telefónica o cualquier otra vía posible.
Dicen ser del banco, de servicios de paquetería o de cualquier otro emisor aparentemente creíble.
Han evolucionado. En el pasado, enviaban cartas, impresas o por correo electrónico, ofreciendo compartir fortunas económicas. Luego, se hicieron tristemente célebres los que amenazaban telefónicamente.
De una manera u otra, los extorsionadores y fraudeadores han buscado engañar a las potenciales víctimas, teniendo, en muchos casos éxito, principalmente porque han tomado desprevenidos a los que han sufrido por esos medios la pérdida de su dinero.
Pero todo lo que hemos conocido hasta la fecha se quedará corto frente a las nuevas formas de engaño que vienen en camino, gracias a la llamada IA (Inteligencia Artificial).
Se creía que estábamos a salvo de estafadores gracias a las medidas de seguridad tomadas por los fabricantes de celulares, los bancos y el SAT (Sistema de Administración Tributaria), los cuales actualmente se apoyan principalmente en huellas dactilares y reconocimiento de voz y rostro, pero desafortunadamente todo esto ya no será suficiente.
Si bien la IA nos maravillará, sucederá algo similar a lo que acontece con muchas otras creaciones del ser humano, ya sea armas, ciencia o precisamente tecnología, en donde más allá de la utilidad que pudiera considerarse brindan a la humanidad, son utilizadas también en forma maligna por los criminales.
Lo anterior derivará eventuales en graves afectaciones que potencialmente sufrirán instituciones públicas, corporaciones privadas y las personas en lo individual.
Si ya de por sí en nuestro país y en todo el planeta existe grave perjuicio a muchos de los mencionados, a causa de los ciberataques, los delincuentes que utilizan los medios que ya citamos, sacarán provecho de la IA para afinar digitalmente la mira de sus oscuras intenciones, para realizar delitos más especializados.
La sociedad, el sector público y la iniciativa privada tendrán que prepararse debidamente ante las amenazas cibernéticas.
El problema es que los ciudadanos no toman con la debida seriedad el tema y en las empresas no se invierte lo suficiente, mientras que en el gobierno nunca se cuenta con el presupuesto debido, lo cual es aprovechado por los delincuentes.
Pero como siempre lo decimos, el solo lamentarnos o preocuparnos no resuelve por si solo los problemas, por lo que será necesario que implementemos, tanto a nivel personal como institucional, una serie de medidas para proteger el patrimonio.
Entre otras acciones que debemos emprender, está la de documentarnos y capacitarnos en el tema, empezando enseguida por hablar de ello con quienes pudieran ser potenciales víctimas, en lo cual prácticamente nadie está exento, pero siempre hay algunos más vulnerables, especialmente personas de avanzada edad.
Además de la información preventiva básica que debemos compartir, habrá que tomar capacitación formal, a través de instructivos, impresos o digitales y cursos.
Todo es cuestión de prevenir ataques digitales.
Alberto Sandoval ha sido profesor, servidor público, consultor, conferencista, deportista y activista ciudadano.
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