Madre Buscadora, crónica de la desesperación”, es el libro que relata la historia de Cecilia Patricia Flores Armenta, de 50 años, quien es originaria de Los Mochis, Sinaloa, y quien fue un ama de casa dedicada a cuidar de su familia previo a que la tragedia y el dolor inundaran su vida. El 30 de octubre del año 2015 perdió lo que ninguna madre debería perder: un hijo, Alejandro Guadalupe Islas Flores; y cuatro años más tarde, el 4 de mayo de 2019, a su otro hijo: Marco Antonio Sauceda; ambos desaparecidos hasta la fecha.
Desde que Alejandro -o “Alex”, como lo llama su familia- desapareció, Cecilia pasó de ser ama de casa, hija, esposa y madre, para convertirse en una investigadora privada, y así dar con algunas de las personas involucradas en la desaparición de su hijo; perito, para buscar pistas y detectar olores que puedan guiarla a lugares en los que probablemente pueda estar su hijo; y activista, pues diariamente auxilia a personas que al igual que ella pasan por el dolor de tener un familiar desaparecido.
Lo anterior lo aprendió a raíz de tener su primer contacto con otra mujer que también padecía el mismo dolor, Mirna Nereyda Medina Quiñonez, presidenta del colectivo Las Rastreadoras de Sinaloa, y quien le mostró y confirmó que, si quería encontrar a sus hijos, sólo ella podía hacer la labor, pues las autoridades han brillado por su ausencia desde que la crisis de las desapariciones inició entre los años 2008 y 2012.
Cecilia -o Ceci, para sus amigos- ha localizado a más de dos mil 700 personas sin vida, todos en fosas clandestinas, y dos mil 300 con vida a lo largo, de estos casi nueve años recorriendo cerros, montes, calles y predios en distintos estados del país, como Tamaulipas, Michoacán, Monterrey, Jalisco, Veracruz, el Estado de México y Baja California; incluso ha llegado a ir hasta Washington y Colorado, Estados Unidos, sólo para buscar a sus hijos.
En 2021, el colectivo Madres Buscadoras encontró un crematorio clandestino en un predio de Guaymas, Sonora, con restos de 20 personas; otro en febrero de 2021, con osamentas de cinco individuos en Guaymas; y otro más en Hermosillo en octubre de 2023, con restos óseos. Su hallazgo más reciente fue el del pasado 11 de enero, cuando encontraron 30 fosas clandestinas en El Choyudo, una región ubicada en el noroeste de México, en las que se cree podría haber 50 cuerpos, pues en una sola de ellas localizaron seis, y otras dos con hasta tres.
Localizar a tantas personas, con vida y sin vida, le ha valido ser amenazada de muerte de manera constante desde 2020, sin que haya un solo detenido por ello, lo que la ha obligado a permanecer bajo el resguardo del Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas desde 2021 y a vivir desplazada de su lugar de origen en otro estado, visitando Sonora y Sinaloa únicamente cuando acude a buscar a sus hijos. Todo para que abandone la búsqueda de sus hijos y de otros que también están ausentes.
De acuerdo al Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), en Sonora hay cuatro mil 433 personas en calidad de desaparecidas, y en Sinaloa cinco mil 538, mientras en todo el país la cifra es de 114 mil 333 seres humanos que están lejos de sus familiares.
El libro de Cecilia Patricia Flores Armenta, puede solicitarse en https://www.fondoblancoeditorial.com/downloads/madre-buscadora-cronica-de-la-desesperacion/
“No me resigno a perder a mis hijos”: Cecilia Flores Armenta
En entrevista para ZETA, la presidenta del colectivo Madres Buscadoras de Sonora compartió que luego de años de buscar a sus hijos y a los familiares desaparecidos de otras personas, lo más difícil sigue siendo lidiar con la negligencia y apatía de las autoridades; también mencionó que no se ha planteado rendirse y que buscará a sus hijos hasta encontrarlos.
— ¿Después de ocho años qué es lo más difícil?
“Seguir lidiando con las autoridades, con la apatía, con la burocracia, con la impunidad. Qué es lo más difícil para nosotros. Estar sufriendo la ausencia de nuestros hijos y la ausencia de las autoridades que deberían de hacer la búsqueda y la investigación sobre su paradero; y todavía después de que nosotros hacemos todo el trabajo que ellos no hacen, batallamos con su negligencia”, dijo Cecilia.
— ¿Se puede encontrar paz a pesar de encontrar a tu familiar sin vida?
“Otras compañeras dicen que sí, por lo menos la incertidumbre de dónde están ya no la tienen. El dolor nunca se va a acabar porque perder a un hijo es perder la vida, es algo que te acaba lentamente. El dolor de saber que ya no está con vida creo que debe ser peor porque yo en algunas ocasiones que me han dado información de dónde puede estar mi hijo, y voy y encuentro un cuerpo, sufro mucho al pensar que sea mi hijo. Cuando encuentre a mis hijos sin vida es cuando en verdad va a empezar mi dolor; ahorita me duele el alma, pero estoy con la esperanza de que estén con vida”, respondió.
— ¿Cómo seguir buscando a pesar de los años?
“No puedo decir ‘ya se acabó la búsqueda’ porque entonces quién busca mis hijos. Ellos la única esperanza que tienen de volver a casa soy yo; si yo no los busco, nadie lo va hacer”.
— ¿Hay familiares que se rinden al no encontrar a sus desaparecidos luego de mucho tiempo?
“Muchos, y por más que les decimos y les rogamos, dicen que no, que sea lo que Dios quiera; como que se resignan a perderlos. Y yo no. Yo no me resigno a perder a mis hijos”.