Un hombre y una mujer que no se conocían, coinciden en el mismo compartimento de un tren donde ambos tenían derecho a pernoctar. Después de lo embarazoso de la situación inicial, ambos se acostaron, el hombre en la litera superior y ella en la inferior.
A medianoche, el hombre se inclina al lateral de la litera, despierta a la mujer y le dice:
“Siento molestarla, pero tengo un frío tremendo. ¿Podría usted alcanzarme otra cobija?”.
La mujer se asoma al lateral de la litera y con un guiño de ojo le dice:
“Tengo una idea mejor. Sólo por esta noche supongamos que estamos casados”.
Encantado con la tentadora idea, el hombre acepta:
“¡De acuerdo, fenomenal!”.
Y la mujer dice:
“¡Ve y consigue tu propia cobija, conchudo!”.
Autor: Hombre casado a bordo del Tren Maya.
Hallazgo en el desierto
Dos tipos están en un desierto y encuentran una rara roca. Se ponen a excavar sin herramientas y desentierran una enorme pirámide. Uno de ellos exclama:
— ¡Está de poca!
“¡Sí!”.
— Y ¿ahora ¿qué hacemos?
“Vamos a avisar al equipo arqueológico de Estados Unidos. Esa gente es profesional y seguro sabe de qué se trata esto”.
Llega el equipo arqueológico con sus Jeeps, camiones, caravanas y helicópteros a rebosar de aparatos científicos. Se meten en la pirámide y, al cabo de dos años, salen.
Uno de los tipos del desierto pregunta al portavoz del equipo norteamericano:
— Vaya que han tardado. ¿Qué averiguaron?
“Después de laboriosas investigaciones, hemos comprobado que esta pirámide fue construida entre el 1500 y 2500 antes de Cristo.
— ¡¿Sólo eso?! ¡¿Después de dos años sólo han averiguado eso?!
“Pues sí…”.
— No, pues guau… mejor váyanse por donde vinieron, ¡buenos para nada!
Entonces los dos tipos mosqueados deciden llamar a los alemanes:
“Esos sí que harán su chamba, ¡son muy metódicos!”.
Llegan los alemanes, se meten en la pirámide, pasan dos años y salen:
“Hemos averiguado que la pirámide fue construida en torno al 2000 antes de Cristo”.
— ¿Y?
“No hemos podido averiguar más, los jeroglíficos son muy complicados”.
— ¡Pues vaya mugre de científicos! Vámonos de retache, ¡inútiles!
Los dos tipos se resignan a que no encontrarán información:
“No nos queda más remedio que avisar a la Guardia Nacional”.
Y eso justamente hacen. Llega la pareja de guardias, entran a la pirámide y salen en dos horas.
— ¡Qué pronto! ¿Qué han averiguado?
“Sabemos que la pirámide fue construida entre el 12 de febrero de 1858 y el 22 de julio de 1857 antes de Cristo, conforme a las órdenes del Faraón Anekhetop IV y su arquitecto Tutmosis el Joven. El día de la inauguración estaba nuboso y una rama de sacerdotes se oponía a ello, por haberse producido un eclipse parcial de luna en Sagitario. Participaron 2 mil 118 esclavos no cualificados que intentaron una revuelta por las insanas condiciones de trabajo, que fue sofocada el 5 de septiembre por los soldados del faraón, con resultado de 42 muertos. El costo de la obra suma exactamente 658 libras de oro puro y 3 libras de diamantes. La esposa del Faraón lucía un modelito del modisto Perfilotis el Julandrón, de fina pedrería y la influencia en la lengua se comprueba en el acento de las tierras altas que presentaban los nobles de bla, bla, bla…”. Así una hora de charla.
— ¡Uf! ¿Cómo recabaron tanta información en tan poco tiempo?
“No fue fácil, la verdad. Al principio hubo resistencia, pero unos trancazos y otros métodos digamos que nada agradables ¡y la maldita momia cantó!”.
Autor: Anónimo de la GN.
Infracción
En una ciudad pequeña, un agente de tránsito detiene a un joven conductor que iba a gran velocidad por la calle principal. El joven empieza a protestar:
— Señor agente, déjeme explicarle…
“¡Silencio! Estás retenido hasta que regrese mi jefe”.
— Pero oficial, escúcheme, tengo prisa…
“¡Cállese! ¡A la cárcel ahora mismo!”.
Varias horas después, el guardia va a ver al detenido:
“Tuviste suerte, muchacho. El jefe tuvo que ir a la boda de su hija, cuando regrese estará de buen humor y seguro te perdonará”.
De mala gana, el joven responde:
“No esté tan seguro, ¡Yo soy el novio, menso!”.
Autor: El ex novio.
Tres locos
Tres locos están de viaje. Llevaban varios días de recorrido y no habían encontrado nada para comer y mucho menos para beber. Después de cinco días, encontraron un carro viejo en medio del desierto. Uno de ellos pregunta:
“¿Para qué nos puede servir este carro?”.
El segundo contesta:
“No sé, pero tiene que servir para algo”.
A lo que el tercero le responde:
“Yo me voy a llevar un asiento para sentarme cuando me canse”.
El segundo dice:
“Yo me voy a llevar el radiador para tomar agua cuando tenga sed”.
El primer loco hace saber a los otros:
“Pues yo me voy a llevar una puerta”.
Y los otros locos cuestionan:
— ¿Una puerta? ¿Y para qué?
“¡Para bajar el vidrio cuando tenga calor!”.
Autor: Un cuarto loco.