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viernes, febrero 16, 2024
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Cuatro horas en transporte público pierden usuarios en Tijuana

El transporte público de Tijuana ha empeorado en los dos primeros años del gobierno de Marina del Pilar Ávila Olmeda. Sigue siendo “caro” e “ineficiente”. En diversas rutas se ha agudizado la falta de vehículos en hora pico (de mayor afluencia de pasajeros), aumentando el tiempo de espera para subir a un taxi y del trayecto, coincidieron usuarios que desperdician hasta cuatro horas sólo para ir del trabajo a su casa.

Dijeron no ver un avance en el reordenamiento del transporte público ni en la movilidad de la ciudad, aun cuando las tarifas que pagan, van desde los 15 a los 30 pesos en los horarios diurno y nocturno.


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María de la Cruz, empleada del Mercado Hidalgo, relató a ZETA que sale de su casa en Hacienda las Delicias a las 04:30 horas para poder llegar a su trabajo a las 7:00. En la esquina de Avenida Negrete y Calle Tercera en el Centro, donde está la lanzadera de los taxis hacia Natura, de la empresa Altisa, María señaló que diariamente tiene que esperar hasta dos horas para subir a una unidad de transporte público.

“No quieren entrar, les hablan y no quieren pararse. Esto es todos los días. Pésimo servicio”, compartió.
Una vez en el vehículo, el recorrido lleva otras dos horas si hay tráfico, por lo que, de salir de trabajar a las 17:00 horas, llega a su casa alrededor de las 21:00 horas.
“Ya tengo 13 años viviendo en Delicias y antes entraban los taxis Negro con Rojo, pero los suspendieron. Altisa no les da permiso, no sé qué pasa. El gobierno no nos apoya, porque somos muchísima gente, porque ya crecieron mucho, demasiado, esas colonias y no hay transporte”, dijo.

Otro usuario, Nicolás Enríquez Ramos, denunció que las largas filas hacia Natura también se viven en las lanzaderas de la 5y10, así como en Otay: “Hemos escuchado que los taxis se esconden en otras áreas, para salir después de que baja el tráfico en la Vía Rápida” Aquí en el Centro, a partir de las siete de la tarde no avanza mucho la fila, pero avanza”.


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Un checador de la ruta atribuyó la escasez de taxis al congestionamiento vial en el trayecto de la ruta, “una de las más largas”. En hora pico en la ruta de Natura dan servicio de 25 a 30 taxis. En la de Terrazas al Refugio, 40, y en la de Villas Exprés, 10. Pero sólo entrar o salir de la colonia Terrazas le lleva a los choferes más de 40 minutos, “porque la Plaza 2000 está a reventar todo el tiempo, si hay un choquecillo en el Bulevar 2000, ya se atora el tráfico”, refirió el entrevistado.

“No se puede hacer nada porque las rutas son largas. Reclama la gente, pero la gente ya está acostumbrada. Es gente que viaja por años, ya sabe que después de las seis de la tarde se amontona la gente en la fila, porque salen todos los trabajadores”, indicó.

Para Kenia, usuaria de la ruta Centro-Valle del Sol y La Morita, donde se hace mínimo 20 minutos y máximo una hora de fila para abordar una unidad, es “muy desgastante” el tiempo perdido en trasportarse, porque el viaje a su casa lleva al menos otra hora.

“El transporte público ha empeorado, o al menos sigue igual de mal que siempre. En todas partes hay tráfico, hay muy pocos taxis, manejan incorrectamente, siempre hay largas filas para tomarlo. Llueve poquito y se hace el caos”.

Foto: Jorge Dueñes

La escasez de unidades no es exclusiva de las rutas largas ni del Este. Una usuaria de la ruta Centro-Vista Encantada (hacia Playas) indicó que aun cuando a las 06:00 horas sale el primer taxi y gente como ella no tiene cómo irse a trabajar porque entra a las 05:30, la empresa que maneja los taxis Rojo y Blanco no permite que usuarios aborden vehículos de otras rutas.  Han bajado a gente, porque dicen que esos taxis están invadiendo la ruta, “el problema para uno es que no hay transporte y siempre hay que estar batallando”.

Por su parte, Sonia Espinoza refirió que el 26 de julio, el chofer de la unidad 431 de la ruta 5y10 a Valle Bonito la dejó en un área despoblada sobre el Bulevar 2000, sin ingresar a Valle Bonito, pese a que en dos ocasiones él le había asegurado que iría hasta allá. “Le dije que no me podía dejar ahí, porque soy mujer y es muy peligroso, que lo iba a reportar al IMOS. Se burló y me dijo que hiciera lo que quisiera, que ellos ya sabían.

“Hablé al IMOS hasta hablar con el delegado, dijo que iba a mandar una unidad, estuve casi una hora (esperando) y ahora sé por qué a las mujeres a veces les pasan cosas. Ahora prefiero pagar Didi, porque el transporte en Tijuana va decayendo. Es pésimo y no es cierto que lo están mejorando, ni la alcaldesa, ni el gobierno estatal. Está pésimo”, afirmó.

SIN TIEMPO PARA MEJORAR

Desde el 21 de noviembre, ZETA solicitó entrevista con el director del Instituto de Movilidad Sustentable (IMOS), Jorge Alberto Gutiérrez Topete, para conocer el avance del reordenamiento del transporte público, quien hasta el cierre de edición -jueves 21 de diciembre-, no la concedió por motivos de agenda.

El Instituto envió una tarjeta informativa con algunos datos estadísticos que se habían solicitado a propósito de la entrevista. Tal información refiere que en Tijuana hay 128 rutas. “De 2022 a 2023 no se han incrementado ni decrementado el número de rutas”, sólo la del Centro-Cañón del Sainz desapareció por los estragos de la pandemia de COVID-19.

Diariamente se reciben quejas de los ciudadanos acerca del servicio insuficiente en las colonias, por lo que con el reordenamiento se busca equilibrar la oferta y la demanda del servicio”, indicó el IMOS sin precisar cuáles son las zonas con mayor insuficiencia y qué está haciendo para resolver el problema.

En 2023 se tienen registrado que prestan el servicio de taxis de ruta 2 mil 861 vehículos, “3 altas y 133 bajas” respecto al año pasado. Asimismo, se reportan 5 mil 199 taxis libres, “457 altas y 465 bajas”, con lo que se tiene un número similar al de 2022 (5 mil 207).

Obed Silva Sánchez, secretario de Movilidad de Tijuana, reconoció la pérdida de tiempo que sufren las personas al trasladarse en transporte público. “Si a eso le sumas que hay estudios que demuestran que principalmente los trabajadores de la industria maquiladora destinan 30 por ciento de su sueldo para pagar el transporte, entonces en qué condiciones están los trabajadores de la ciudad”, cuestionó.

A decir del funcionario municipal, el problema del transporte público “es la muestra palpable del perverso sistema de transporte que se construyó durante 20 años” y ha generado saturación de calles, tanto de unidades de transporte público, como privado y de carga.

“Estamos tratando de romper ese círculo vicioso en alianza con el Estado y proponer que modelos como el SITT y el corredor Agua Caliente son soluciones viables, pero nos enfrentamos a las resistencias de quienes han operado ese sistema perverso, que les reditúa económicamente mucho con la renta de placas”.

Silva Sánchez indicó que “hay empresas de transporte masivo que tienen la obligación de dar el servicio (en Zona Este), pero al mismo tiempo tienen encimadas en sus rutas a los famosos taxis de ruta, que han sido protegidos por intereses económicos por muchos años, y entonces resulta inviable invertir en comprar camiones cuando tienes una competencia desleal”.

Cuestionado respecto a la meta de reducción de tiempo de traslado (en espera de filas y en el viaje) a la que se estaría comprometiendo esta administración municipal en conjunto con Gobierno del Estado para que la gente perciba un avance, respondió:

“Decirte ‘un tiempo’, mejor pídeme que te eche mentira. La verdad es que no hay un plazo establecido. Estamos trabajando para que empiece a funcionar un modelo, pero hay una sistemática resistencia, escepticismo”. Necesitamos socializar de mejor manera proyectos como el SITT y el Corredor Agua Caliente. La idea es que eventualmente podamos construir un enlazamiento de la troncal del SITT con el Corredor Agua Caliente, a la altura de la Estación Insurgentes, que ayude a ofrecer un sistema de recorrido y permita fortalecer la estrategia de las rutas alimentadoras”.

Por su parte, Elizabeth Hensley Chaney, secretaria de la organización civil Alianza por la Movilidad Activa (AMAAC), refirió datos del Plan Integral de Movilidad Urbana Sustentable publicado en 2019: en ese entonces había 108 rutas concesionadas, y de las 853 colonias en Tijuana, 625 tenían cobertura de transporte público, “186 colonias tenían servicio parcial y 42 sin servicio”.

Foto: Jorge Dueñes

El Estado está trabajando los temas de transporte masivo concesionado, la Secretaría de Movilidad los temas de vialidad, pero “hay un hueco” en la movilidad activa, en la accesibilidad de las banquetas y rutas para ciclistas, porque ninguna instancia de gobierno está trabajando sobre ello como lo marca la Ley General de Movilidad. “Es muy desafortunado que estamos dejando esos temas”, señaló.

Tomás Pérez Vargas, líder del eje de movilidad del Consejo de Desarrollo Económico de Tijuana, expuso que en 2017 la duración promedio de viaje en autobús era en la ciudad era de 30:46 minutos; en minibús, una hora con 15 minutos; transporte de personal, 40 minutos; y taxi, 35:43 minutos.

Hay que esperar a que termine el tercer año de la administración estatal para ver si mejoran los tiempos en el Corredor Agua Caliente, aunque observó como un gran reto la voluntad política del gremio transportista en 2024, un año electoral, así como la alta motorización y el cruce fronterizo.

De lograrlo,  “desatorar tres o cuatro rutas de las más saturadas” en esta administración hará percibir un cambio verdadero en la movilidad. “No va a quedar perfecto, eso va a tomar más tiempo”, estimó.

Por último, Pérez Vargas se pronunció a favor de que el gobierno estatal subsidie un transporte público sin que implique dar dinero a las empresas concesionarias existentes. Ambos criticaron que se esté construyendo el Viaducto Elevado, dando prioridad al automóvil, en lugar de usar esos 10 mil millones de pesos a mejorar banquetas y subsidiar el transporte masivo.

Autor(a)

Julieta Aragón
Julieta Aragón
Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco. Cursé la maestría de Periodismo Político en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y sigo en proceso de tesis. Soy reportera de ZETA desde 2017.
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