El proyecto Tijuana Sin Mendicidad surge a raíz de la iniciativa de activistas para informar, sensibilizar y concientizar acerca de la explotación laboral infantil, ya que según resaltó Lilibeth Padilla, psicóloga familiar y dirigente, las autoridades no han mostrado interés ante la problemática.
“No hay números como tal, pero la cifra en la que se oscila que aumenta es en el 8% más o menos, y el número de niños del que se habla son de 1,200, pero no son cifras oficiales, porque no hay una investigación como tal por parte de una autoridad o de una institución”, compartió.
Asimismo, destacó que a través de sus investigaciones se han percatado que en su mayoría estos niños habitan en la colonia Obrera y Valle Verde. Así como, se encuentran comúnmente en los principales semáforos como Otay, Zona Centro y cruceros de la zona de Macroplaza.
“Queremos con esta iniciativa social que se llama Tijuana Sin Mendicidad invitar a la población a no dar dinero a niños y niñas para no contribuir a que ellos sigan siendo expuestos a todos los peligros que se encuentran en la vía publica, como puede ser desde un accidente, abuso sexual o estamos de alguna forma poniendolos como carne de cañon para quienes se dedican a la trata y a la explotacion de niños y niñas”, explicó.
Por lo que, en lugar de brindar dinero a los niños en las calles, invitó a realizar donativos a causas que ya están organizadas como: Educación Que Inspira, Amate y Cuidate, Casa Hogar Curiel, comedor Mar de Ilusión, entre otros.
Por otro lado, destacó que reconocen que no todos los niños en situación de mendicidad, se encuentran en ese estado por las mismas circunstancias, ya que de igual manera influye el tema migratorio.
“Hay dos formas, cuando el niño va con todo y su familia, a pedir dinero porque están en una situación de movilidad o de extrema pobreza que eso nosotros no lo podemos revictimizar y hay otra población donde los niños incluso son rentados para que pidan dinero”, agregó.
Por último, señaló que es la autoridad quién debe definir cuál es la situación de las niñas y los niños, realizando recorridos constantes para comprobar la parentalidad que hay entre los niños y las personas adultas que los acompañan.