Diputados federales, funcionarios estatales y locales, infringen o burlan la Ley para promover su imagen para el siguiente proceso electoral. Ni INE ni IEE tienen valor o capacidad para controlarlos
Espectaculares, pantallas, pequeños letreros y hasta postes de energía eléctrica. Cualquiera es un buen espacio para colocar el nombre y rostro de algún funcionario o representante popular que ve en 2024 la posibilidad de seguir viviendo del presupuesto y mantener algún nivel de poder o vigencia.
Lejos están las críticas a la opulencia de los “gobiernos neoliberales”, ahora los morenistas recurren a las mismas prácticas vulgares y prosaicas que tanto descalificaron cuando eran oposición.
Diputados como Julieta Ramírez Padilla, funcionarios como Érik “El Terrible” Morales o Jesús Alejandro Ruiz Uribe y hasta alcaldes como Armando Ayala Robles, se han descarado para promover su imagen, fingiendo entrevistas o simulando acciones con las que pretenden dar a conocer, cuando realmente no tienen cuentas que presumir.
Su falta de trabajo o resultados no les impide concertar con espacios informativos o medios de comunicación para atiborrar las calles del Estado con su rostro, incluso en zonas fuera de su responsabilidad, como la legisladora Julieta Ramírez, que coloca espectaculares en Tijuana cuando ella representa sólo el Distrito 02 de Mexicali; o Armando Ayala, que coloca espectaculares en Mexicali cuando dirige el Ayuntamiento de Ensenada.
Desbordados es el término que califica perfectamente a estos representantes populares y funcionarios que les urge posicionarse para ser ranqueados en 2024, pues como es sabido, los mencionados buscan algún espacio en el Senado de la República o la alcaldía de Tijuana. Sus estrategias se vuelven aún más burdas cuando se descubre que las entrevistas con las que presumen su imagen -como el caso de Julieta o El Terrible- ni siquiera existen o no pueden ser localizadas en ningún espacio digital o impreso.
Lo mismo ocurre con Jesús Alejandro Ruiz Uribe, delegado único del Gobierno de México que, en su afán de posicionarse, ha rentado espacios publicitarios hasta en El Centro, California, con tal de “promover” su libro llamado “Construyendo el Futuro”, para el cual -incluso- ha utilizado papelería oficial de la Secretaría del Bienestar a través de invitaciones a sus presentaciones, mismas que se fraguan -es evidente- por parte de personal de Bienestar y en oficinas oficiales.
Todas estas acciones representan, además de un despilfarro de recurso -muy probablemente público-, actos que incurren en faltas administrativas e incluso delitos de carácter electoral.
Mientras esto ocurre, el Instituto Estatal Electoral y su homólogo nacional se encuentran cruzados de brazos, pasivos y sobrepasados por la ola guinda que inunda y contamina las calles y espacio aéreo de Baja California.
Bajo el argumento de que requieren una denuncia o queja formal para intervenir, los “árbitros de la democracia” están pasivos a niveles de complicidad, pues se burlan en sus rostros, en sus leyes, y simplemente no actúan.
No hay siquiera un posicionamiento político por parte de los organismos electorales para “frenar” la embestida, como ocurrió con la promoción de aspirantes presidenciales de Morena como Adán Augusto López Hernández, Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard.
El IEE ni el INE a nivel local no aprendieron de lo ocurrido en todo el país y la tendencia es que permitan a los Desbordados seguir haciendo de las suyas con tal de promoverse y aprovecharse de que el piso no se encuentra parejo, al contar con el gran manto protector de Andrés Manuel López Obrador, cuya popularidad continúa siendo alta, pese a los resultados en materia de seguridad de su gobierno.
No hay quien los detenga, ni siquiera su cartilla moral, el discurso hueco de democracia del Presidente ni su constante rezo de “no somos iguales”, cuando recurren exactamente a las mismas prácticas para promoverse con el dinero de todos.