Un hombre está en el entierro de su suegra. Después de echar tierra sobre el ataúd, exclama:
“¡Querida suegra! ¡Fuiste como una madre para mí!”.
En ese momento un pájaro sobrevuela el cementerio y lo caga en la cabeza. El hombre mira al cielo y vuelve a exclamar:
“¡Aaah! ¿Ya llegaste al cielo, maldita?”.
Autor: El suegro.
El paciente
Un tipo va al dentista, quien le dice:
— A ver, abra la boca.
“¡AAAHHH!”.
— Pero no la abra tanto…
“¿No me tiene que meter los instrumentos dentales?”.
— Sí, ¡pero yo me quedo afuera!
Autor: Un ortopedista.
La lección de Jaimito
En clase, el profesor pregunta:
— Jaimito, dígame qué mineral es éste.
“Una piedra”.
Entonces sus compañeros comienzan a susurrar:
“Basalto Jaimito, ¡basalto!”.
Jaimito insiste:
“¡¡¡UNA PIEDRAAA!!!”.
Autor: Pepito.
Tropa de mosquitos
Una noche de verano, Jaimito no podía dormir y dice a su papá:
— Papá, ¡los mosquitos me quieren picar!
“¡Pues apaga la luz!”.
Al rato entra una luciérnaga por la ventana y Jaimito se levanta corriendo. Furioso, vuelve a decir a su papá:
“¡Papá! ¡Ahora los mosquitos me vienen a picar con linternas!
Autor: Juanito.
Examen
— Pepito, ¿cómo te ha salido el examen de Matemáticas?
“Pues más o menos como a los del Polo Norte”.
— ¿Como a los del Polo Norte? ¿Qué quieres decir?
“¡De cero para abajo, mamá!”.
Autor: Jaimito.
Dos locos
Un loco a otro:
— A que no adivinas, ¿qué tengo en la mano escondida a mi espalda?
“¡Un autobús!”.
— ¡No vale! ¡Lo viste todo!
Autor: Un psiquiatra.
Susto
Un señor va por el campo con su mula y su perro.
La mula, que va muy cargada, no puede más y se para, hincando las rodillas en tierra, a punto de desplomarse. Cada vez más molesto e impaciente, el hombre comienza a azotar con una vara al pobre animal, hasta que la mula dice:
“Antonio, ¿así me tratas después de todos estos años en los que te he ayudado fielmente, sin flaquear ni una sola vez hasta hoy, que estoy ya cansada y mayor?”.
El hombre se asusta y sale corriendo con el perro a su lado. Se detienen casi medio kilómetro más lejos, apoyándose en un árbol mientras intentan recuperar el aliento.
En eso el perro dice:
“¡Vaya susto nos ha dado la mula cuando se puso a hablar!”.
Autor: Un gato.
El mesero y el cliente
— ¡Mesero!
“Dígame, señor”.
— Pruebe la sopa, por favor.
“ Señor, ¿acaso hay una mosca en la sopa? Si quiere se la puedo cambiar”.
— No, tranquilo; pruebe la sopa.
“¿Acaso está fría? Si quiere se la caliento”.
— No; pruebe la sopa.
“Señor, ¿qué tiene la sopa? ¿Acaso tiene un pelo?”.
— ¡Que no! ¡Pruebe la sopa!
“Por favor, señor, dígame qué tiene la sopa; si usted quiere se la cambio”.
— ¡Que pruebe la sopa!
“De acuerdo, la voy a probar. ¿Dónde está la cuchara?”.
— ¡Exacto! ¡Tráigame la cuchara!
Autor: Un cantinero.
Abuela
Una abuela estaba indicando su dirección a su nieto:
“Cuando llegues al edificio, en la puerta de entrada hay un gran panel del portero electrónico. Yo vivo en el apartamento 301. Aprietas el botón 301 con el codo y yo abriré la puerta. Entras, el ascensor está a la derecha, entras en él y aprietas el botón del tercer piso con el codo. Cuando salgas del ascensor, mi apartamento está a la izquierda. Con el codo tocas el timbre”.
El nieto respondió:
— Muy bien, abuela, todo parece muy sencillo, pero ¿por qué tengo que apretar todos los botones con el codo?
“¡Qué pregunta! ¿Acaso piensas venir con las manos vacías?”.
Autor: Un nieto pobre.
Profesión
— ¿A qué te dedicas?
“Mato zombis”.
— ¡Pero si eso ni existe!
“¿Has visto alguna vez alguno?”.
— No.
“¡Eso es porque ya los maté a todos!”.
Autor: Un cazatalentos.
Testigos
Un ladrón roba una joyería. Va a juicio y el juez pregunta:
— ¿Por qué lo niega, si hay cuatro personas que lo vieron?
“¿Y qué? ¡Yo puedo traer a miles que no me vieron!”.
Autor: Un juez.