En primer lugar, iniciaré una serie de reflexiones sobre las desventajas que las personas de la tercera edad enfrentan, gracias a que todo gira en torno al individualismo, abandono, y excesivo afán de lucrar con las necesidades de los desafortunados y la pérdida del sentido de comunidad en nuestra sociedad.
Soy consciente de que el título es polémico, pero esa es mi intención: llamar la atención para que el lector se tome unos minutos para leer y desarrolle la reflexión sobre lo que está pasando con este grupo de edad al quedar al margen por parte de la sociedad.
Lo podemos observar en la calle, redes sociales, televisión y otros medios, con desdén frío y falta de empatía sobre este grupo de edad, en la que algún momento tanto yo como el lector/lectora en el futuro pasaremos a ser parte de ella; si no llegamos a tener una pensión que nos brinde una vejez digna y tranquila, también seremos objeto de la cosificación (convertirnos en cosas despojándonos de nuestra humanidad) por otras personas.
El tiempo invertido sin retribución monetaria es una pérdida de tiempo
Las personas de la tercera edad entorpecen el preciado tiempo que marcan los relojes que le dedican a generar dinero a las personas que los rodean; el tiempo es dinero y desperdiciarlo de manera extra sin retribución monetaria se considera una mala idea en la actual sociedad. Puede ser que también esta percepción sea ayudada por la cultura del consumismo, que va ligado con lo moderno, significando siempre estar dispuesto a renovar y tirar lo viejo.
Lo anterior se puede interpretar en el trato de un ser humano a otro, donde estamos inmersos en constante cambio, generado por la moda que nos seduce a estar siempre atentos a lo nuevo, siendo lo viejo desagradable, y ser candidata a desecharse. En esta forma de pensar entran este grupo de edad que cada vez son más numerosos en comparación con otros grupos, como los jóvenes.
En países industrializados, como Japón o México, entre sus poblaciones cada vez es mayor el número de personas de la tercera edad en comparación a otros grupos; mientras que la natalidad va en descenso, un problema alarmante para los gobiernos porque si hay menos jóvenes, no habrá suficientes personas en edad laboral que sea soporte para la gente mayor. (El lector puede consultar bases de datos del Banco Mundial y del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática para más información sobre el abrupto descenso de la natalidad en el mundo)
Las personas mayores necesitan amor, atención y cuidados; pero en la sociedad, la seducción por la mercancía y la mercadotecnia que nos tiene en constante jaque de nuevas experiencias y saltarnos o esquivar nuestras obligaciones, sería un gravísimo error no participar provocando remordimiento en algún sujeto. Por ello, hacernos cargo en la atención de un ser humano es robarnos tiempo que está destinado a la generación de gratificación otorgada por el dinero: muchas personas optando desear que les llegue pronta la muerte, que aunque no se diga abiertamente, las mismas acciones de muchas personas comprueban dicho supuesto.
La experiencia y sabiduría que podrían brindar a los más jóvenes, no es apreciada porque lo que te puedan decir, lo tienes en el internet: es preferible varios clicks en un teclado en segundos que perder minutos escuchando a un ser humano que tiene mucho que aportar.
Estos se convierten en un estorbo, algo que debe desaparecer en la basura, en asilo o en las calles; si tienen suerte, porque lograron juntar lo suficiente de dinero, podrán estar sin problemas y sin depender de nadie.
El sistema de salud, social y de integración son cada vez más golpeados por la falta de sensibilidad de los gobernantes en quitarles recursos para el desenvolvimiento de sus vidas de manera sana y digna; en vez de eso, lo invierten en seguridad pública para combatir a los que no tienen una vida acomodada (es decir, contra los pobres que se ven orillados a delinquir).
En conclusión:
Debemos cambiar la manera como nos relacionamos con los demás, en especial con las personas de la tercera edad; la pérdida de habilidades sociales, empatía, solidaridad han provocado que este grupo quede vulnerable frente al resto de la sociedad.
El tiempo que les queda en el mundo podría ser aprovechado por todos en vez de estar enchufados a la red, empleos sobreexplotados o a merced de la dictadura del marketing y las compras de mercancías de manera desenfrenada.
Entenderlo es posible, volviendo de la idea y el sentido de comunidad que cada vez está desapareciendo en nuestras sociedades del tercer mundo, que estamos atrás unas décadas de los “primer mundo”, pero que vamos en el mismo camino a convertirnos en personas con una cultura cosificada, clasista y discriminadora.
Terminaré con lo siguiente que espero que el lector se tome el tiempo de reflexionar y que sean parteaguas de más preguntas:
1.- ¿Por qué cada vez más personas ven como un problema atender a las personas de la tercera edad por parte del gobierno, instituciones públicas y privadas?
2.- Con el envejecimiento cada vez más visible de la sociedad, ¿qué medidas estamos tomando para los que estamos en edad de trabajar resolver el problema de las pensiones?
3.- ¿Qué escenario ocurrirá cuando existan más ancianos que jóvenes en México?
Atentamente,
Ricardo Acevedo Lomelí.
Correo: ricardo.acevedo2049@gmail.com