La gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda le apostó, personal e institucionalmente, a la precandidatura de Adán Augusto López Hernández, el ex secretario de gobernación que aspiró a ser el “coordinador de la 4T” para convertirse el próximo año en candidato de Morena y aliados a la Presidencia de la República.
Adán Augusto quedó en un lejanísimo cuarto lugar, superado, de hecho, en la “encuesta madre” de Morena, por el petista y diputado federal con licencia, Gerardo Fernández Noroña. Marina perdió.
En cambio, la alcaldesa de Tijuana, Montserrat Caballero Ramírez, puso todas sus fichas políticas y personales en la casilla del ex secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, a quien acompañó en la Ciudad de México al momento de su cantadísimo destape y solicitud de licencia, y cuando estuvo por Tijuana el aspirante se encargó de la logística de los actos.
Marcelo anticipó la derrota y, berrinche exhibido de por medio, abandonó el proceso electivo interno horas antes que se hicieran públicos los resultados que lo ubicaron en la segunda posición, con 13.8 puntos porcentuales por debajo de la ganadora, Claudia Sheinbaum Pardo. Ahora Ebrard amaga con irse de Morena y aparecer en la boleta electoral presidencial de 2024.
La importancia de apoyar a alguno de los cuatro aspirantes de Morena por parte de gobernadora y alcaldesa de Tijuana, quienes fueron las más posicionadas al respecto, radica en que el próximo año en las elecciones locales se renovarán las alcaldías y el Congreso en Baja California. Mientras Caballero le apostó al triunfo de Ebrard su reelección, Ávila, en un supuesto triunfo de López, aseguraba el palomeo de todas las candidaturas a jugarse en el Estado.
Pero ni una ni otra. Ambas mujeres dieron sutilmente la espalda a la aspirante triunfadora, Claudia Sheinbaum, quien, incluso -aseguran dentro de su equipo-, se percibió molesta por el favoritismo del gobierno estatal de BC por el ex secretario de Gobernación, atestiguando poca asistencia a sus actos en el Estado 29.
Definitivamente las apuestas políticas no son lo de gobernadora y alcaldesa, especialmente cuando el triunfo de Sheinbaum era prácticamente un hecho adelantado desde la propia Presidencia de la República: siempre fue la favorita del Presidente; el proceso interno de Morena fue puro trámite para darle “democracia” a una candidatura anunciada y cacareada. Nadie, salvo Ebrard (evidentemente), pensaban que otro podría ser el resultado.
Ahora que se viene la operación cicatriz para las damas bajacalifornianas, que serán más institucionales que un priista del Siglo pasado, apoyando por sobre todo a la mujer a la cual dieron la espalda en la interna, cada una buscará su propia participación en 2024.
Mientras Montserrat Caballero hace todo lo que puede (incluso equivocarse en la apuesta electoral), para asegurar su reelección, Marina Ávila ya trae gallo para sucederla. Se trata de su director del Instituto del Deporte y ex campeón de boxeo en peso supergallo, Erik Isaac “el Terrible” Morales Elvira.
Comentan en el gobierno estatal que la mandataria ya ha dado el banderazo de salida para que el ex boxeador dedique parte de su tiempo a hacerse más notorio entre la sociedad electora de Baja California, particularmente la tijuanense. Morales ya fue diputado federal por Morena, y para Ávila es de los más conocidos en la fronteriza ciudad como para ganar una elección en 2024.
Caballero Ramírez le apuesta a su “trabajo”, en el cual tampoco ha tenido notorios resultados positivos. La ciudad de Tijuana llama la atención por el descuido de sus calles, el mal olor en distintas y saturadas zonas, la basura en calles, avenidas, paseos y bulevares; y el hecho de que, ante el clima de inseguridad, haya decidido residir en el cuartel militar de la II Zona, no fue bien visto por parte de una muy vulnerada ciudadanía, ante la inseguridad y la violencia que suben de tono cada semana.
El jueves 7 de septiembre, un día después que se dio a conocer el para nada sorprendente resultado de la elección de Claudia Sheinbaum para convertirse en la candidata de Morena y aliados en las elecciones presidenciales de 2024, Marina Ávila colgó un video en sus redes sociales, desde una posición -física- ya harto común en ella: el asiento de un avión.
En un día laboral, en un horario laboral, en jueves, antes que concluya la semana, y con el previo de tres policías asesinados en la entidad, la gobernadora explica a sus seguidores -que no necesariamente son sus gobernados- que va saliendo a la Ciudad de México para una reunión muy importante por la noche del mismo jueves y que “obviamente seguimos avanzando en la transformación de nuestro país con el liderazgo de una gran mujer, nuestra amiga Claudia Sheinbaum Pardo, y por supuesto, con el gran líder moral de nuestro movimiento, el licenciado, el mejor Presidente de la historia, Andrés Manuel López Obrador”.
La gobernadora se refiere al acto político electoral que se ha inventado el Presidente para concluir su campaña interna en Morena, como la “entrega del bastón de mando” a la coordinadora de su transformación, Claudia Sheinbaum; lo que significa, en palabras presidenciales, que él ya no coordinará esos esfuerzos y se dedicará a gobernar lo que le resta de administración.
En un acto claramente político electoral, que nada tiene que ver con la administración pública federal (o estatal, para el caso), Ávila Olmeda abandona, una vez más, el estado de Baja California para entregarse al juego político, y, con el resto de los gobernadores de Morena, como lo hizo el PRI del Siglo pasado, honrar a su nuevo líder y ponerse a la disposición política de Claudia Sheinbaum, quien, sin cargo administrativo, pero sí como candidata, será su nueva líder.
Las piezas políticas locales comenzarán a reordenarse a partir de la asunción de Sheinbaum; y las discordancias políticas entre los gobernantes municipales y la estatal, no terminan. De hecho, comienza la carrera por los cargos de elección popular de 2024. Y a ver quién gana, porque en materia presidencial, las dos perdieron, aunque ahora las metan al redil morenista.