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jueves, febrero 15, 2024
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“Parece que al Estado no le importan ni los vivos ni los muertos”: Tania Del Río

“Una persona en México desaparece cada hora y no hay ninguna señal de que esto se esté ni siquiera deteniendo”, expresó a ZETA la autora de “Las rastreadoras”

Dolorosos testimonios de madres buscando a sus familiares desaparecidos e investigación sobre este tema en México sobre todo en los últimos tres sexenios federales -Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador-, es lo que la socióloga Tania Del Río entrega en “Las rastreadoras”, libro publicado este año por el sello Grijalbo de Penguin Random House Grupo Editorial.


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Con el subtítulo de “Mujeres sabueso en el infierno de un país que siembra cuerpos”, Del Río documenta en “Las rastreadoras” una cruenta época en México donde, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), más de 111 mil 160 personas se encuentran desaparecidas o no localizadas.

BUSCANDO UNA EDITORIAL

Egresada de la licenciatura en Sociología por la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Tania Del Río contó a ZETA que fue tres años antes de la pandemia cuando empezó a acompañar a mujeres buscadoras de sus familiares desaparecidos en Sinaloa, ocasión en que empezó a entrevistarlas y recabar testimonios muy dolorosos:


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“Soy observadora social, soy socióloga, además soy feminista; siempre me ha movido observar lo que sucede y sobre todo cuando se trata de mujeres, de grupos vulnerables, de situaciones donde hay comunidades desfavorecidas. Cuando empecé a ver a estas mujeres que salían en las noticias, que salían a la calle, que se manifestaban, que querían justicia, que pedían cobijo, respuestas, apoyo y al ver, por un lado, cierta indolencia por parte de las autoridades, también de la sociedad, pues me llamó mucho la atención; también notaba que estaban los feminicidios a todo lo que daba en nuestro país, y bueno dije: ‘Pues es que tengo que escribir algo. Todo esto que está pasando pues me parece bastante grave’. Entonces pedí permiso para acercarme al ‘Colectivo Sabuesos Guerreras’ para acompañarlas; y sí, pues me dijeron ‘Claro, vente’, y ahí empecé a hacer entrevistas, a estar con ellas y me fui involucrando”.

En 2020, durante la pandemia, luego de tres años terminó un libro de testimonios e investigación sobre personas desaparecidas en México, mismo que envió a la Universidad Autónoma de Sinaloa para su posible publicación, pero se llevó una gran sorpresa de su alma mater:

“El libro duré escribiéndolo tres años y luego casi dos más entre tocar puertas y ver quién me lo publicaba. Entré en una convocatoria de la Universidad Autónoma de Sinaloa y, bueno, tenía toda la esperanza de que me publicaran ahí; tuve que esperar hasta que dieran el sí o el no, y hasta abril, por allá, me mandaron el oficio de que pues no, denegado, negativo. No me dijeron por qué ni nada, nada más que no me publicaban. Entonces dije: ‘Bueno, pues ha de ser bueno mi libro, porque para que se haya negado su publicación, la Universidad no se quiere meter en problemas’”.

Pero mientras la UAS le daba el portazo (que también puede leerse como un desinterés general de diversas universidades públicas por la cruenta realidad del país), una editorial trasnacional le abría las puertas decididamente:

“Entonces seguí tocando puertas y me atreví a tocar justamente en Aguilar, que es la editorial que le publicaba los libros a Javier Valdez. Y después de todo dije: ‘Yo empecé este libro siguiendo su escuela’. Él y yo éramos amigos y cuando yo estaba estudiando el Diplomado (en Explotación sexual, comercial, infantil, con enfoque en Derechos Humanos y perspectiva de género) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), le pedí apoyo a él para mi tesina, y sí, me ayudó. Entonces a partir de ahí como que me hice más cercana y empecé a leer sus libros, y bueno, empecé definitivamente a escribir el libro con la escuela de él”.

“Conforme lo fui desarrollando me di cuenta que era necesario de mi parte cuestionar, hacer observaciones, como socióloga, como con otro punto, otro estilo; pero lo empecé queriendo contar historias y no cifras, y que fuera con un lenguaje muy popular para que todo mundo lo comprendiera, para hacer visible este fenómeno, para hacer sensibles a todos aquellos que lo pudieran leer, para ver si conseguimos empatía hacia estas mujeres. En diciembre del año pasado (2022) me dijeron en Aguilar: ‘Sí lo vamos a publicar el próximo año’. Salió a finales de mayo, pero me llevó más o menos casi dos años el tema de la publicación y tres años en escribirlo”, reveló a este Semanario.

“UNA PERSONA EN MÉXICO DESAPARECE CADA HORA”

Cuando empezó a acompañar al “Colectivo Sabuesos Guerreras” de Sinaloa, Tania Del Río también conoció pronto a diversos colectivos de mujeres en el país que buscan a sus familiares. Reconoció:

“De haber 20, luego 30, 60, ahorita hay alrededor de 80 colectivos en todo el país. Me han preguntado ‘¿Y por qué hay tantos colectivos?’. Pues porque siguen desapareciendo personas, porque al menos las cifras que llevamos hasta ahora, una persona en México desaparece cada hora; a veces, en promedio, 25 personas al día están desapareciendo y no hay ninguna señal de que esto se esté ni siquiera deteniendo”.

¿Qué tienen en común las mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos?

“La perseverancia, la esperanza, el amor por sus seres queridos, que les da fuerza para enfrentar lo que tienen que enfrentar, porque es mucho. O sea, no son uno ni dos obstáculos los que enfrentan, sobre todo porque cuando tú hablas con una autoridad, pues es autoridad; entonces el diálogo viene vertical, no viene así como de igual a igual, viene de arriba hacia abajo y ellas están abajo. Entonces, se enfrentan a fiscales, a peritos, a los que constantemente a veces no tienen el tacto para tratarlas como víctimas. Además, cuando son tan persistentes, o tan perseverantes, o tan insistentes, pues entonces a lo mejor a esas personas las ven así como que ‘Ahí viene otra vez, señora; ya le dijimos que no hemos avanzado, ya le dijimos que le vamos a avisar’”.

“Entonces, ¡imagínate!, estar resistiendo ese tipo de tratos, de negociaciones, porque ellas aprenden a ser como una especie de colchón para que les rebote y no les afecte tanto lo que les dicen. Y precisamente de eso abordo una parte del libro en donde ellas hacen acuerpamiento: con su cuerpo ellas están haciendo esta lucha y en su cuerpo se está librando una batalla que es intensa y que es horrorífica; y con su cuerpo salen a búsquedas. Y con sus cuerpos ellas, todas, unidas, hacen resistencia y soportan amenazas, el que las saquen a balazos, las corran de los predios donde han ido”.

“Hasta ahora no les han disparado a ellas, pero disparan al aire; y pues claro que les asusta y salen corriendo de ahí. O cuando  llegan los halcones o la gente con radios, con armas, en motos y llegan y les dicen: ‘Señoras, sálganse, por favor’; es una amenaza indirecta, porque no les apuntan con una pistola, pero sigue siendo algo de que viven bajo bastante tensión. Y con su cuerpo, simplemente salen a rastrear un predio, soportan horas de sol, soportan horas de calor o de frío, soportan el lodo; soportan físicamente todas las inclemencias de lo que significa usar tu cuerpo para para buscar cuerpos”.

“Yo lo he vivido con ellas y, créeme, te deshidratas, puede ser que te dé insolación. Con su cuerpo también han salido a las calles, van a las fiscalías; y si es el día de los desaparecidos, o si es el Día de las Madres, o si es el día del aniversario en el que desapareció ese ser querido, deciden hacer una manifestación. En fin, con su cuerpo se exponen también y ponen al frente sus rostros para hacer el reclamo; y la sociedad las ve, las pueden filmar, las pueden fotografiar y a la vez pueden ser blancos también. Son de hecho blancos. Entonces, con su cuerpo también van y han hecho la insistencia y la persistencia para tomar los cursos y prepararse en el tema forense. Han logrado, por ejemplo, que se haya aprobado la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, que entró en vigor en el 2018 y que precisamente no es un favor; fue producto de exigencias, de reclamos, de familias, de víctimas que participaron en ese proceso legislativo, y no fue de la noche a la mañana”.

“NO LE IMPORTAN LOS MUERTOS Y TAMPOCO LOS VIVOS”

En noviembre de 2020, durante el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Sara Valle, entonces alcaldesa de Guaymas (de la coalición PT-Morena-PES), repartió palas y cubetas a mujeres del “Colectivo Guerreras Buscadoras”, lo que causó la indignación no sólo de las féminas y colectivos rastreadores de sus seres queridos, sino del público en general.

 ¿Ha habido algún cambio en el trato que se le da a las mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos en esta administración federal (del Presidente Andrés Manuel López Obrador) en relación con los sexenios federales anteriores (de los ex presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto)? Considerando que el partido Morena del Presidente Andrés Manuel López Obrador se dice “humanista”…

“Yo no creo que haya gran diferencia. No sé si es simulación, pero es así como que ‘Hago como que atiendo, para que digan que atiendo’; es como el tema del censo. Dijo no hace mucho Andrés Manuel que se va a hacer un censo a nivel nacional de personas desaparecidas, me parece que está bien; o sea, hagan todos los censos que quieran, pero algo que determinaría que realmente tienen voluntad para al menos demostrar que a México le importan los vivos y le importan los muertos también -porque realmente parece que a México, al Estado, no le importan ni los vivos ni los muertos-, sería que se pusieran a devolverle a sus familias todos esos cuerpos que están en las morgues, todos esos cuerpos que mandaron a las fosas comunes. Sabiendo que hay tantas familias buscando a los suyos, aún no proceden con la eficacia ni siquiera con el mínimo esfuerzo de devolver esos cuerpos al hogar, a su familia. En muchos lugares, en algunos estados, las fiscalías dicen: ‘Pues no hay reactivos para hacer las pruebas de ADN’, ‘no hay presupuesto’. Si realmente hubiera un cambio, habría presupuesto para esto y eso demostraría realmente una voluntad política firme”.

“Imagínate todo el esfuerzo que ellas hacen para encontrar a un resto de una persona para que vayan y lo metan a un congelador y dure dos años ahí o más; o muchos que fueron incinerados sin siquiera tomarles la información adecuada, sin hacer los registros adecuados, porque eran tantos los muertos que había y eran tan poquitos los peritos, y era tan escaso el presupuesto destinado a los Semefos, y era todo tan precario, que nadie estaba listo; y entonces se cometieron muchas barbaridades, como la incineración de miles de cuerpos”.

Cortesía

“¡Imagínate!, te saturas tanto que ‘A ver, no hallo qué hacer con los cuerpos; pues a ver si los quieren las universidades’; bueno, pues allá van los cuerpos a las universidades, pero sin siquiera tomarles registros adecuados para hacerles una posible identificación y decir: ‘Oye, éste era hijo de alguien, era hija o esposo o madre de alguien’. Al menos aquí en Sinaloa me he metido en la página de la Fiscalía y tienen fotografías donde todavía tienen sangre los cuerpos; o sea, las presentan así, ni siquiera son para tomarles las fotografías ya limpios y con cierta decencia. Y ni se diga cómo se les entregó a muchas familias los restos en bolsas de plástico. Una cosa bárbara. Pero bueno, eso demuestra que no le importan los muertos y tampoco los vivos”, lamentó.

“HEMOS PERDIDO EL ESTADO DE DERECHO”

En “Las rastreadoras”, con crónica, testimonio, entrevista y documentación, Del Río comparte historias de mujeres en búsqueda de sus familiares; da cuenta de por lo menos 24 desapariciones diarias en México, 80 colectivos formados en el territorio y cómo oficialmente más de 111 mil 160 personas se encuentran desaparecidas y no localizadas.

 Finalmente, ¿cuál es el principal desafió del Estado mexicano en materia de personas desaparecidas?

“Yo creo que nosotros como ciudadanos hemos perdido el Estado de Derecho, se ha visto disminuido y estamos como constreñidos en el Estado de Derecho de cada uno de nosotros; haz de cuenta que hemos perdido libertades, hemos perdido autonomía, no tenemos seguridad. Tenemos al menos tres armas apuntándonos diariamente, estamos contra la pared: un arma es el crimen organizado que es feroz y que no necesita razones; otra arma son los cárteles de la droga, que si bien algunos son cárteles de la droga y crimen organizado, otros son simplemente cárteles de la droga y otros son crimen organizado muy distintos; y tenemos una tercer arma que son los cuerpos de seguridad”.

“El país está militarizado. A pesar de que se ha visto que no ha funcionado esa estrategia de seguridad, sigue con la política de militarización. Del 2015 para acá se aumentó el 40 por ciento de presupuesto al tema militar y, en cambio, disminuyó el 20 por ciento de presupuesto al tema de seguridad pública. Entonces, ¿qué quiere decir esto? Pues que prefiere tener perros sueltos para que dizque controlen o hacer como que controla el tema de seguridad, pero resulta que le resta presupuesto y capacidad real para la prevención, la detención y la realización de los procesos jurídicos. Cualquier ciudadano de a pie sabe que tiene miedo de estar cerca de un policía; o sea, no nos sentimos protegidos con los llamados cuerpos de seguridad”.

Sentenció: “Entonces, se ha reducido nuestro Estado de Derecho, estamos cada vez más sometidos. El reto del Estado sería devolvernos el Estado de Derecho que hemos perdido”.

Autor(a)

Enrique Mendoza
Enrique Mendoza
Estudió Comunicación en UABC Campus Tijuana. Premio Estatal de Literatura 2022-2023 en Baja California en la categoría de Periodismo Cultural. Autor del libro “Poetas de frontera. Anécdotas y otros diálogos con poetas tijuanenses nacidos en las décadas de 1940 y 1950”. Periodista cultural en Semanario ZETA de 2004 a la fecha.
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