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sábado, octubre 5, 2024
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De zapatos y zapaterías

Dos amigos deciden poner una zapatería, y averiguan que los mejores zapatos son los de cocodrilo.

Entonces, alquilan una lancha y se van a cazar.

Después de haber cazado más de 50 de esos reptiles, uno de los amigos muy molesto le dice al otro:

“Mira, Marc, si el próximo cocodrilo que cazamos no tiene zapatos, ¡para mí se acabó la cacería!”.

***

Un hombre estaba organizando su armario y encuentra un recibo de unos zapatos que mandó arreglar hace ocho años y que nunca recogió.

Pensativo se dice:

“¡Vaya! Pasaré por la zapatería a ver si todavía tienen los zapatos”.

Al día siguiente el hombre llega a la zapatería y pasa el recibo al zapatero:

“Oiga, esto es muy viejo, déjeme ver si están, pero lo dudo”.

El zapatero se mete en la trastienda. Pasan 15 minutos, media hora, una hora, dos horas… al rato sale todo mugriento, sudado, sucio, para informar al cliente:

“Tiene mucha suerte, sí los encontré, ¡pero están para el jueves!”.

***

¿Cuál es el colmo de un zapatero?

Tener una mujer-zuela.

***

– Compré un par de zapatos de cocodrilo, pero tuve que devolverlos.

“¿Por qué?”.

– Es que mi cocodrilo tiene cuatro patas y no le sirven solo un par…

***

Un señor entra a una zapatería y lo recibe el vendedor:

– Buenas tardes. ¿En qué puedo ayudarle?

“Quiero unos zapatos del número 24”.

– Verá, no es por llevarle la contraria, pero a simple vista puedo ver que usted calza al menos un 46.

“Eso no me importa, yo quiero un número 24, si no, no compro nada y me voy a otra tienda”.

El dependiente le trae unos zapatos del número 24; el hombre se los prueba y dice:

“Perfecto, me los llevo puestos”.

Cuando va de salida del comercio, el vendedor se da cuenta de que el hombre va sufriendo porque los zapatos le aprietan mucho. Intrigado de por que compró unos zapatos tan pequeños, el vendedor se le acerca:

“Disculpe, pero ¿cómo es que compra sus zapatos tan pequeños, si se ve que está sufriendo porque no le quedan bien?”.

El hombre responde:

“Le voy a contar mi historia: mi mujer me engaña con un compañero de trabajo, mi hija es una vaga, mi hijo es un flojo, mi suegra vive con nosotros y me culpa de todos los problemas familiares, así que el único placer que tengo en esta vida ¡es llegar a casa y quitarme estos malditos zapatos!”.

***

Un cazador entra a una zapatería y pregunta si tienen botas verdes de camuflaje.

Cinco minutos después, el vendedor contesta:

“¡Sí, espere! Es que no las encuentro…”.

Autor: En honor al último chistecín, diremos que es anónimo de la GN.

Para acabar, uno malo…

Un padre a su hijo:

– Pablito, ¿por qué estás hablando con unos zapatos?

“Es que en la caja dice Converse”.

Autor: Un pesado.

… y otro peor

En una zapatería pregunta el dependiente al cliente:

– ¿Qué número tiene de pie?

“El mismo que sentado”.

Autor: Oootro más pesado.

El más alto

– ¡Mamá, mamá! En clase soy el más alto y el que más sabe.

“Claro, cariño… eres el profesor”.

Autor: Profe de la 4T.

Culpemos al acento

– Andresito, ¿qué planeta va después de Marte?

Miércole, señorita”.

Autor: Un cubano, chico.

Dar el ejemplo

– Queridos alumnos, mi deber es enseñarles a respetar a la gente y fomentar la tolerancia entre ustedes…

“Una pregunta, profe…”.

– Dime, gordo…

Autor: Anónimo de la SEP.

Colegio ideal

– A ver Luis, ¿cómo te imaginas la escuela ideal?

– ¡Cerrada, maestra!

Autor: Pepito, quién más…

Reunión de profesores

Estaban reunidos veinte profesores de todas las especialidades en La Sorbona.

De pronto, apareció un genio de los deseos:

“Uno de ustedes podrá pedirme un deseo y sólo uno tendrá que elegir entre la belleza eterna, todo el dinero del mundo o la sabiduría perfecta”.

Los profesores eligieron al doctor Alexander Shell, el más respetado del grupo, para que formulase el deseo:

– Deseo tener ¡la sabiduría perfecta!

“¡Hecho!”.

Gran nube de humo y el genio desaparece.

El profesor Shell permaneció pensativo:

– ¿Qué piensa, doctor?

“¡Que tendría que haber elegido el dinero!”.

Autor: El genio.

Examen

– Manolito, espero no sorprenderte copiando en el examen.

“Pues yo también lo espero, maestra”.

Autor: Manolito.

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