El quinteto División Minúscula prepara el debut de su nueva placa discográfica “Escombros” en vinil y CD, de la cual destaparon “Laberintos”, “La última llamada” y un tema homónimo al álbum que harán sonar en su gira estadounidense que comenzará en Music Box San Diego el próximo jueves 6 de julio, continuando en Los Ángeles, San José, Dallas, Houston, San Antonio, McAllen, El Paso y Chicago.
Luego de celebrar un cuarto de siglo en la música y siete años después de publicar “Secretos”, estrenarán el resultado de reencontrarse para crear música.
“Es un rock prendido, con buena instrumentación, energía y corazón, un poco regresando a nuestras raíces, del por qué lo hacemos, qué bandas nos influenciaron y sin importarnos lo que escuchen los jóvenes ahora. Fuimos tras un recuento de la frescura que buscábamos cuando jóvenes, revisitamos emociones, riffs y rescatamos la vibra del en vivo, del cuarto de ensayo”, describió a ZETA Kiko, quien relató que “Escombros” fue concebido entre Nuevo León y Ciudad de México.
“Estamos en una etapa de levantarnos y reconstruirnos, recogiendo los escombros y construyendo cosas nuevas. Sin duda, en este disco fotografiamos la época del punk rock y nuestro arraigo al punk californiano, entonces, es un retrato y tributo a Bad Religion, Face to Face y Descendents, que nos enseñaron lo que para nosotros es una buena canción”, afirmó el baterista.
Referente a la nueva lírica de “Escombros”, el músico amplió:
“Siempre son experiencias de vida, versos muy apasionados, sobre situaciones que no necesariamente son personales, pero nos marcan como una enseñanza. Tratamos de que la letra haga match con la energía de la instrumentación y que le dé sentido porque estamos contando una historia con las palabras correctas para que la gente no sólo las cante, sino que las haga parte de su vida”.
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Con relación a cómo fue trabajar con Jake Carmona y registrar el disco en Sonic Ranch (El Paso, Texas), “no es un productor de este estilo de música, pero nos gustó el sonido que sacó en las guitarras, batería, la distorsión, voces e intros, sobre todo, logró que todas las rolas se puedan tocar de forma acústica. Estuvimos diez días durante diez horas por jornada dedicados plenamente al disco, y al final, fue una experiencia enriquecedora”, indicó Kiko.
Para finalizar, el músico tamaulipeco expresó sus inquietudes del mundo actual, de las sociedades pretensiosas:
“Me preocupa la facilidad de crear contenido, hay en abundancia y la mayoría ni vale la pena escuchar o ver; antes era difícil grabar un disco, muy caro, hoy es todo lo contrario: fácil y súper barato, pero no quiere decir que se esté creando mejor música, y eso me inquieta. Es cierto que los jóvenes se están expresando, pero me da miedo el futuro”.