El engaño y el autoengaño fueron parte de la estrategia implementada por el Poder Ejecutivo y el Ayuntamiento de Mexicali para “romper” el plantón establecido por agricultores, que exigían apoyo para mejorar el precio del trigo, mismo que cayó a causa de la oferta y demanda internacional.
El lunes 26 de junio, un dispositivo de seguridad “reventó” el plantón ubicado sobre la calzada Independencia, frente al Centro Cívico, donde por más de dos meses mantuvieron una protesta activa, bloqueando la vialidad con maquinaria diversas utilizada para la siembra.
Hubo golpes, jaloneos, colisión de vehículos y hasta una amenaza biológica, pues de manera intencional se abrió una válvula de un contenedor de amoniaco.
El incidente ocurrió a las dos de la tarde, cuando mediante un llamado de emergencia -inventado- se requirió la presencia de la Dirección de Bomberos y de policías municipales y estatales, debido a que había -según refirió la autoridad- una amenaza de bomba.
Los agricultores sabían que era una treta para iniciar su desalojo, pero no tuvieron otro remedio que abrir un espacio entre la maquinaria. Personal de la Fuerza Estatal de Seguridad Ciudadana (FESC) ingresó su equipo antimotines y replegar a los pocos manifestantes que se encontraban en el lugar. Además del enfrentamiento con policías, trigueros se enfrascaron en patadas, puñetazos e incluso pedradas, con personal de arrastre municipal, al grado de chocar sus vehículos en algunas ocasiones.
El secretario General de Gobierno, Catalino Zavala Márquez, solicitó una reunión con trigueros para buscar medidas alternativas para solucionar el problema, donde también participó la presidenta municipal, Norma Alicia Bustamante.
Trigueros aceptaron no volver a tomar las calles a cambio de que el Gobierno del Estado los ayude a mejorar las condiciones del precio del trigo, pero no hubo una solución concreta hacia este grupo que ya se había dividido, puesto que parte de ellos ya había aceptado el primer apoyo ofrecido por el Poder Ejecutivo.