Entrevé, humaniza y revalora el rol femenino en las luchas sociales -como lo fue la considerada primera acción de la guerrilla contemporánea mexicana-, retomada en el filme coral de Jimena Montemayor basado en las obras de su padre, “Las mujeres del alba” y Las armas del alba”. Ganadora del Premio Mezcal a Mejor Fotografía en el encuentro fílmico tapatío, la cinta arribará al Festival Internacional de Cine en Guanajuato (GIFF) del 20 al 31 de julio
Luego de proyectarse en Les Rencontres Du Cinéma Latino Américain De Bordaux en Francia y en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), “Mujeres del alba”, tercer largometraje de la cineasta mexicana Jimena Montemayor Loyo, buscará en el Festival Internacional de Cine en Guanajuato nuevas miradas y reflexiones hacia el proyecto basado en las novelas “Las mujeres del alba” y Las armas del alba”, del célebre escritor Carlos Montemayor, en las que describe la considerada primera acción de la guerrilla contemporánea mexicana, aunque relatada desde la perspectiva de mujeres que mantienen la cotidianidad de sus vidas mientras luchan desde sus propios frentes para ayudar a la causa.
Con actuaciones de Myriam Bravo, Chantall Frías, Shaula Ponce, Valeria Torres, Catalina López, Yadira Pérez, Yolanda Abbud, Yoshira Escárrega y Berenice Mastretta, la cinta aborda la rebelión de un grupo de maestros, estudiantes y líderes campesinos que, fatigados de abusos y despojos de madereras y ganaderas en confabulación con las autoridades, toman por asalto el cuartel de Ciudad Madera, Chihuahua (1965), convirtiéndose en el principal objetivo del Ejército.
Referente al filme, Jimena Montemayor precisó a ZETA que “Mujeres del alba” es una película dura, “que te genera un nudo en la garganta, aunque tiene momentos de luz; es importante señalar que hay tres historias antes de la película, tres visiones; la realidad, las novelas de mi padre, mi visión y cosas también del recuerdo, cosas que cambiaron en las entrevistas porque sus recuerdos cambiaron, fueron eventos traumáticos para protegerse, pero trabajé mucho la narración de las mujeres, que vienen desde un lugar amoroso de lo que fue el pasado y ya con el tiempo quizá les hubiera gustado reaccionar de otra forma. En el momento fue enojo, porque perdieron a sus seres queridos, y a la distancia, ya sanadas, tienen recuerdos amorosos de cómo eran sus emociones, y eso fue sumamente importante, cómo entender las diversas reacciones de estas mujeres ante este episodio”.
— ¿Fue una búsqueda de revalorar el papel de las mujeres en la lucha social?
“Totalmente, la verdad es que esta historia sigue siendo súper vigente, esta lucha por la tierra el 23 de septiembre de 1965, pero sucede hoy mismo con las mineras o por el agua en el Sur de México y el mundo, en Chile, Guatemala, África, y Brasil. Las mujeres también son parte de esa resistencia, antes y ahora, y también lo vivimos en todas esas mujeres cuyos esposos migran y ellas se quedan en los pueblos, y sin ellas, los pueblos se mueren porque no habría quien genere comunidad, ni física, ni espiritual; y qué decir de las mujeres víctimas del narcotráfico, que tienen la fortaleza de salir a buscar los cuerpos de sus hijos, entonces hay una resistencia ahí más fuerte que la física”.
— ¿“Mujeres del alba” visibiliza el rol femenino en esas luchas sociales?
“Es verlas, y validarlas con esa importancia que tienen y que sostienen al final, que pareciera que no es relevante o que no cuesta contener y sostener a toda una comunidad. Aunque en este filme todo es ficcional, es una ficción basada en hechos reales y obras literarias, el reto fue encontrar un equilibrio con lo que necesitaba y funcionaba para la película, además de que no pudimos filmarla en Chihuahua porque son zonas muy calientes por el narco y del paso hacia la frontera. Tuvimos que rodar en Puebla, Tlaxcala y Estado de México, con llamados nocturnos y zonas con mucho frío, pero sí recopilamos testimonios sobre los guerrilleros, las madereras, hay memoria del suceso en murales y placas en restaurantes de Ciudad Madera. Lo más importante fue visibilizar a esas mujeres, lo que sintieron”.
— En el tema cinematográfico, ¿qué evolución siente Jimena Montemayor y qué le inquieta del presente?
“Siento que hay una esencia que no cambias, tal vez tengo muchas más historias que contar, tengo mucho menos miedo a contarlas o no hacerlas. Por otro lado, lo que me inquieta es la falta de concentración que tenemos, hablando de las generaciones más jóvenes, así como la falta de paciencia, la capacidad de no terminar lo que empiezan, se ven más dispersos y su capacidad de atención de cosas audiovisuales más breves. Todo lo quieren en menos tiempo, más rápido. En ese sentido, qué sucederá, podremos seguir narrando este tipo de historias, se pierde de a poco el rigor del espectador. Fui al teatro y la gente tomando fotos, en lugar de sentir esa energía viva. Me preocupa que no se tiene la capacidad de entregarle una hora y media a un ejercicio como ver una película o un concierto, y eso me genera mucha angustia. “Y del país en el que vivimos, siento digamos la violencia hacia las mujeres, violencia económica, física, institucional, sin embargo, hoy existen más espacios de entendimiento, amor y de acompañamiento entre mujeres, y ahí encuentro una posibilidad de algo bueno”, puntualizó la realizadora.