Colombia es el mayor productor de cocaína a nivel mundial, con más de 200 mil hectáreas de cultivo de hoja de coca; sin embargo, la ambición de los cárteles mexicanos en su afán por descentralizar el negocio y quedarse con las mayores ganancias de la cadena de las drogas ilícitas, experimentan la siembra de esa materia prima en México, en un fenómeno que se incrementa en los últimos cuatro años, de acuerdo con los informes que rinde frecuentemente el Gabinete de Seguridad del Gobierno Federal.
De los resultados que expone la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), del primer día de diciembre de 2018 al corte del 10 de julio de 2023, los soldados han erradicado en el país 180 plantíos de hoja de coca en una superficie de más de 59.2 hectáreas, en los estados de Guerrero, Michoacán y Chiapas. Más del 90 por ciento, en Guerrero, en los municipios serranos de Atoyac de Álvarez, Tecpan de Galeana y Petatlán, donde se han llegado a localizar plantas de hasta dos metros de altura.
El cultivo de la planta de coca (Erythroxylum coca) es propio de la región sudamericana de Bolivia, Colombia, Ecuador, Chile, Perú y algunas zonas del Noroeste de Argentina. En la última década se ha advertido de sembradíos de hoja de coca en México, por primera vez el 8 de septiembre de 2014 en Tuxtla Chico, en Chiapas; en abril de 2017, en una zona montañosa de Olancho, en Honduras; y en 2018 en Guatemala. Junto con la presencia de la planta, las autoridades de esas naciones han localizado laboratorios para elaboración de cocaína.
De 2014 hasta 2020 no se volvió a tener noticia de plantíos de hoja de coca en México, hasta hace tres años, cuando se localizó uno de esos cultivos cerca de Tapachula, Chiapas en Villa Comaltitlán, región donde se encuentra enclavado el Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) Numero 15 CPS Chiapas, donde había apenas una hectárea sembrada. En 2021, el 17 de febrero, el Presidente Andrés Manuel López Obrador reveló a través de su conferencia mañanera que las autoridades habían descubierto que en las serranías de Guerrero, se estaba experimentando con la planta, principal ingrediente para la cocaína.
Se trataba de siete sembradíos en las comunidades El Porvenir y El Paraíso, en la sierra baja del municipio de Atoyac de Álvarez, con plantas escondidas entre la propia vegetación del lugar, en sitios remotos y poco transitados. La ubicación de los predios, en una superficie de 4.2 hectáreas, se logró ocho días antes de que se hiciera público el hallazgo y posteriormente se llevó a cabo su extracción manual y destrucción por medio de la acción del fuego. Pobladores cercanos estaban sorprendidos porque aseguran que ni el tipo de arbusto identificaban. No hubo personas detenidas, como en ninguno de los casos los ha habido.
Durante 2022, el número de cultivos se disparó, pues elementos militares reportaron la localización de 70 huertos de hoja de coca, en una superficie utilizada que también creció a 33.4 hectáreas. Y en 2023, hasta el 10 de julio, iban 102 plantíos del mismo vegetal, lo que ya le convierte en el año de mayor labranza, aunque fue en apenas 20.6 hectáreas, 12.8 menos que el año próximo pasado. En enero fueron avistados y destruidos nueve plantíos; en febrero, 19; marzo, 13; abril, 29; mayo, 26; junio, tres y, hasta la primera decena de julio, tres.
COCAÍNA VIGENTE
Aunque el asunto de los cultivos en crecimiento aún es considerado como una fase experimental de grupos de narcotraficantes mexicanos, probablemente asesorados por sus pares colombianos o peruanos, a las autoridades les preocupa la localización de laboratorios para realizar todo el proceso, desde la elaboración de la pasta de coca, hasta la fase química que culmina con el producto terminado como clorhidrato de cocaína.
Durante los años recientes, el gobierno mexicano ha recibido avisos de la delincuencia organizada a través del aseguramiento de grandes cantidades de ácido sulfúrico, que, aunque no es ilegal su producción y comercio, es utilizado como precursor para transformar las hojas de coca en pasta base y después en cocaína.
La escasa cantidad de cultivos no representa nada comparado con la cantidad de cocaína procesada que se ha asegurado en México desde el 1 de diciembre de 2018 al 10 de julio de 2023, pues elementos de la Sedena, de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar), Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) y Guardia Nacional (GN), reportan la incautación en ese periodo de 167 toneladas 575 kilos del alcaloide, que ha ido de menos a más: 2018, 12 kilogramos; 2019, 18.9 toneladas; 2020, 27.1 toneladas; 2021, 19 toneladas; 2022, 43.4 toneladas; y 2023, con el récord del sexenio de 59 toneladas hasta el momento.
Aunque se asegura que la cocaína va a la baja en su comercialización ante el auge en el consumo de fentanilo, la realidad es que el alcaloide tiene gran demanda no sólo en Estados Unidos, sino a través de los países de tránsito. Incluso la siembra de hoja de coca en la región meridional del país, aseguran habitantes de Guerrero, se debe a la caída en el precio de la amapola y sus derivados, versión que oficialmente no es reconocida por las autoridades, pues en lo que va de la administración de López Obrador, han sido erradicados 407 mil plantíos de la adormidera en 56 mil 844 hectáreas. Cantidades increíblemente superiores a los cultivos de marihuana, que son 67 mil 218 en 8 mil 948 hectáreas.
Néstor Rosania, periodista de conflictos armados, profesional en Derecho e investigador en temas de seguridad y defensa, seguridad internacional, insurgencia, terrorismo, conflicto armado y política latinoamericana, habló para ZETA:
“¿Hoy Colombia dónde está? Cuando estaba vivo Pablo Escobar y los cárteles grandes en Colombia, ellos tenían la cadena completa, desde el cultivo hasta vender y lavar el dinero en Estados Unidos. A la caída de Escobar y de los cárteles, hoy Colombia sólo está en el cultivo, en el laboratorio y la vende en puerto. Lo que vimos fue que a la caída de los cárteles colombianos, fue el auge de los cárteles mexicanos, porque ellos se apropiaron del transporte. Hoy los mexicanos son los dueños del transporte, y ya lo que es el consumo y el lavado de activos, se da fundamentalmente en Estados Unidos”, explicó el experto.
El país sudamericano sigue siendo el principal productor de cocaína a nivel mundial. Su droga abastece toda América, Europa, África y Asia, y de acuerdo a tres estadísticas elaboradas por el Ministerio de Defensa de Colombia, Naciones Unidas y el Departamento de Estado de EU, Colombia ha llegado a tener más de 200 mil hectáreas de cultivo de hoja de coca; es decir, más hojas de coca que cuando comenzó el Plan Colombia, la gran apuesta de Estados Unidos. Existe mayor producción que hace 20 años.
Rosania asegura que, tras la pérdida del control total de los cárteles colombianos, los narcotraficantes del mundo, principalmente los mexicanos, intentan descentralizar el negocio, y apunta que “el gran éxito de los cárteles era tener todo el monopolio, desde el cultivo hasta el lavado de activos y tener todo armado; hoy lo que hemos visto es que hasta en el procesamiento químico, que antes lo hacían en un solo espacio, ahora lo están haciendo en dos; hay una primera parte, que es la pasta base, y después sale el clorhidrato de cocaína”.
Y abundó:
“Eso es para decirles que cada vez se va descentralizando más el negocio, entonces, ¿qué es lo que se ha visto? Que Colombia es el mayor productor de hoja de coca y donde se hace todo el procesamiento químico. Y en los puertos, por mar, sobre todo por el Pacífico y por la salida hacia Venezuela para sacarla por vía aérea, la cocaína ya llega lista y prensada. O sea, la cocaína ya simplemente la suben a un semi sumergible o a un avión y sale.
Sobre la presencia de los cárteles mexicanos en Sudamérica, destaca:
“Han pasado dos cosas: lo primero, hubo un temor de que los cárteles mexicanos tuvieran intención de apropiarse de la parte de los cultivos y del procesamiento químico en la misma Colombia, y se habló mucho de que había una posibilidad de eso. Hubo mucha tensión en la zona del Pacifico, pero finalmente no sucedió el fenómeno. Los mexicanos siguieron respetando y los cárteles colombianos manejan hoy el cultivo y los laboratorios, pero se ha visto lo que estamos planteando. Hay como una fase experimental, si esa hoja de coca se puede llevar a México, y ya empezaría México a hacer toda la cadena: tener la hoja de coca, hacer todo el procesamiento química in situ y realizar el transporte hacia Estados Unidos”.
Por último, el entrevistado detalló el valor del alcaloide en el mercado negro de las drogas: “Un kilo de cocaína colombiana, hoy, puesto en la puerta de los laboratorios, tiene un precio fluctuación, más o menos, de 2 mil a 2 mil 500 dólares. Eso está costando un kilo de cocina acá. Ese mismo kilo de cocaína puesto en las calles de Miami cuesta de 30 mil a 35 mil dólares. En Nueva York está en 45 mil. En las calles de Madrid o de París puede estar en 50 mil, y en las calles de Tokio, un kilo de cocaína puede estar por encima de los 100 mil dólares”.