Conzultoría Matrimonial y Familiar
Un día 17 de julio nace Andrés; pero no nace solo, sino que viene acompañado de su hermana Andrea, así que doble acontecimiento sobresaliente y feliz. Vuelve a mi mente que al principio del pasillo del hospital vienen los dos médicos que atendieron el parto, el ginecólogo y el neonatólogo, nada de felices, como yo me encontraba, para decirme que el niño había nacido con Síndrome Down; y que es eso pregunté “¿pues un síndrome qué?” y no me supieron explicar más, tan sólo decirme que tenía que investigar para poderlo atender. Ya sabrán cómo me dejaron, la madre feliz y su abuela no tanto, quizás ella ya sabía algo al respecto porque fue enfermera.
Al mes más o menos fuimos a la primera consulta con el pediatra-neonatólogo, y cada uno -papá y mamá- cargando a un cuate: me pregunta el doctor “¿ya le dijiste?”. “No, porque tú eres el médico”. Total, pasaron algunos segundos, que parecían minutos y la mamá inquieta, abrazando fuertemente, a Andrés hasta que el doctor se animó y medio nos explicó que le faltaba un cromosoma (el 21 Y o X, no recuerdo) y que ante ello el niño no nació como su hermana. Bueno, aquello se convirtió en una lloradera que hasta el doctor se contagió, y salimos todos apesumbrados y a ver qué hacíamos al respecto.
Afortunadamente, por mi trabajo me permitían salir a la Ciudad de México cada mes y medio o dos meses, por juntas ante la Secretaría de Hacienda, y ello me sirvió para investigar más al respecto. Nunca tuve la oportunidad de consultar algún especialista que atendiera esos casos, sólo fue por referencias y telefónicamente; no había literatura en español solo un librito “Síndrome Down”, que decía lo que había ya escuchado, pero que no daba forma de atender el síndrome.
Andrés tiene una tía, Yolanda, y ella una amiga que es terapeuta física que nos recomendó y le empezó a dar Intervención Temprana, al mes y medio; creo que esa fue la diferencia muy grande ante otros niños con ese síndrome, desde mi punto de vista: más despierto, más musculoso (hasta que yo), menos gordito (los músculos de la panza son más débiles); además tuvo un problema del corazón, que lo vio la Dra. Aubanel Riedel y nos dijo del mal que tenía -que no recuerdo- y que era posible se viera más afectado y llegara a necesitar una operación del corazón. Gracias a Dios no fue necesario, su corazón es de lo más sano e inquieto (por enamorado); sufrió de epilepsia como a los ocho años y gracias al Dr. Mario Genel (neurólogo especialista en epilepsia) logró controlarlo y después de uno o dos años le desapareció por completo.
¿Cómo es Andrés actualmente? Es un joven sencillo, guapo, formal, muy sociable ya que me acompaña a cada fiesta y carne asada que me invitan, y todo la gente lo recibe con simpatía e empatía, y desde bebé estuvo en centros psicopedagógicos, centros escolares y hasta en un CAM, donde hizo la secundaria; y sigue participando en talleres Best Body, programa de reuniones de jóvenes especiales con alumnos de profesional que estudian en la Ibero y que les permite interactuar con esos jóvenes y aprender a tratarlos, lo que les permite a ambos hacer una vida más normal.
Andrés es todo amor, no hay día en que no reciba no menos de cinco a siete besos, otros tantos de abrazos, decirme que me ama, que me quiere mucho. Puedo decir con orgullo que hemos tratado de darle una vida normal, que no se sienta diferente; aunque él lo sabe, no le preocupa, es feliz, siempre sonriente, cariñoso, bailador, le gusta cantar, maneja la computadora y el Smartphone. En fin, fue un ángel que nos trajo Diosito. Hay mucho que contar, pero no me alcanza la página.
Gracias a mis dos que tres lectores y a sus consultas y comentarios al WhatsApp (664) 204-61-80.
El Lic. Roberto Bautista es terapeuta sexual y de parejas con maestría en Mediación.