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sábado, febrero 17, 2024
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“Esta novela es como un homenaje a la gente mayor”: Gustavo Rodríguez

“El concepto que atraviesa la novela es la dignidad: la dignidad al vivir, la dignidad al dejar de vivir”, expresó a ZETA el ganador del Premio Alfaguara de Novela 2023 con “Cien cuyes”

Con “Cien cuyes”, una obra que es como un homenaje a la tercera edad, el narrador peruano Gustavo Rodríguez ganó el Premio Alfaguara de Novela 2023.


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Se trata de una de las novelas más esperadas anualmente en el “Territorio de La Mancha” desde 1998, año en que se concedió por primera vez la distinción literaria.

Presidido por la escritora Claudia Piñeiro y compuesto por el periodista y escritor Javier Rodríguez Marcos; la editora y traductora Carolina Orloff; el librero de Letras Corsarias, Rafael Arias García; el escritor Juan Tallón y Pilar Reyes (con voz, pero sin voto), directora editorial de Alfaguara, el Jurado concedió la edición XXVI del Premio Alfaguara a “Cien cuyes”.

“‘Cien cuyes’ es una novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor. Paradoja que Gustavo Rodríguez aborda con destreza y humor. Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta sus últimas consecuencias”, reza el acta.


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“Creo que no sé exactamente por qué he escrito esta novela; creo que se debe a la muerte reciente de personas mayores de mi entorno, principalmente mi suegro, y también a la estela mortal que dejó la pandemia de COVID en mi país. Sin embargo, sí tengo más claro para qué escribí esta novela, ese para qué del que habla Leonardo Padura: para que empecemos a hablar de la muerte con más naturalidad, con más frescura también, y hasta con humor”, fueron las primeras palabras de Gustavo Rodríguez al saberse ganador del galardón.

“Es un premio tan prestigioso y que de pronto añade nitro a tu vehículo literario, es un atajo con asteroides. Me siento tan agradecido como abrumado por el Premio”, expresaría a ZETA el autor.

EN LA TERCERA EDAD

En entrevista con este Semanario, Gustavo Rodríguez (Lima, 1968) contó que, conforme su número de cumpleaños avanzaba cada vez más vertiginosamente, se empezó a dar cuenta que estaba muy cerca de lo que en México se conoce como “tercera edad”; lejos de deprimirse, vio que ahí había una novela:

“‘Cien cuyes’ nace porque, conforme me acercaba a mis 59 años, me empecé a ir preocupando por cómo se venía el camino, sobre todo porque a esta edad uno empieza a ver a sus papás ya a envejecer o a morir. Yo siempre uso la escritura como una manera de entender los conflictos que he tenido en el pasado, y ésta sería la primera vez que usaría la escritura para tratar de entender y explicarme los conflictos que voy a tener en el futuro”, refirió no sin ironía Gustavo Rodríguez.

En “Cien cuyes”, Eufrasia, la protagonista, trabaja de cuidadora de ancianos y, sin proponérselo, se va a encargar de ejecutar sus últimos deseos, un servicio extra a su labor de procurarlos; pero el dilema que encuentra es si debe cobrar o no por ello.

“El concepto que atraviesa la novela es la dignidad: la dignidad al vivir, la dignidad al dejar de vivir. Probablemente, al retratar a estos ancianos, lo que yo había hecho es rendirle homenaje a la verdadera universidad que he tenido en vida, porque yo soy un tipo autodidacta, no tengo ningún título universitario, he tenido la suerte de contar con muchas lecturas y con muchas conversaciones con gente mayor que generosamente me han brindado su experiencia y su sabiduría. Entonces, quizá esta novela es como un homenaje a la gente mayor”, confesó a ZETA.

Evidentemente, con Eufrasia, la cuidadora de ancianos, reflejas una empatía en el trato que damos a los ancianos. Platícanos un poco sobre el tono de esta novela, a veces tragicómico, pero también de mucho respeto a la gente mayor…

“Quizás se deba a que esa empatía que Eufrasia muestra hacia los personajes de la novela, es el mismo tipo de empatía que yo quise ejercer con los ancianos que conozco, no desde la mirada condescendiente que es un estereotipo en el abuelo de Los Simpson; por ejemplo, ‘deja al abuelo que hable solo’, sino desde la postura de alguien que quiere entender exactamente qué significa llegar a esa edad y todo lo que conlleva.

“A lo largo de mi vida, ha habido ciertos campanazos que me han removido para dejar de lado ese estereotipo, del abuelo como alguien que es un bebé grande; me pasó, por ejemplo, cuando hace unos años el papá octogenario de un gran amigo mío, me confesó que se había enamorado de una chica de 79; y me dijo que no sabía cómo robarle un beso. Entonces, yo vi en ese señor de ochenta y tantos años a un adolescente con una carrocería que no es de adolescente, me di cuenta que una vez que uno es adolescente no deja de serlo toda la vida. Basta con rascar un poquito el envoltorio que tenemos, ver un poquito más adentro para darnos cuenta que hay gente que ya vivió, sufrió pasiones, conquistó montañas y que está esperando la oportunidad de volver a sentir eso, con el añadido de que ya tienen un acumulado de experiencias que los jóvenes no sueñan siquiera”.

¿Por qué preferiste que todos los ancianos estuvieran prácticamente en sus cinco sentidos?

“Preferí que fueran afortunados en ese aspecto, por un lado, para que el sufrimiento fuera más consciente; alguien que está con sus cinco sentidos está sufriendo con los cinco sentidos también, preferí eso; eso con respecto a los dos primeros ancianos que aparecen en la novela. Con respecto a los otros siete, no solamente tienen sus cinco sentidos, también tienen compañía, se sienten acompañados. Digamos que tienen una vejez bastante aceptable, y, sin embargo, fruto de que son tan conscientes de su realidad, es que empiezan a hacerse preguntas: ¿qué va a pasar cuando cada uno de nosotros empiece a caer como fichas de dominó?, ¿qué vida nos va a tocar a los que vamos sobreviviendo?”.

ENTRE EL CUENTO Y LA POESÍA

Leer “Cien cuyes” es como encontrarse con cuentos, debido a su estructura redonda en cada capítulo, escritos además con una prosa poética que rehúye -desde las primeras páginas y durante toda la novela- a los lugares comunes.

¿Qué tanto ha influido tu vocación de cuentista al ir concatenando estas historias de los ancianos en tu novela?

“Probablemente. Si bien yo empecé leyendo cuentos y después escribiendo cuentos como con la mayoría de narradores, luego me fui decantando por la novela. Uno, me gusta jugar a ser dios y crear universos paralelos; y dos, tengo una predilección por profundizar en los personajes. En los cuentos no puedes profundizar tanto en los personajes principalmente, debe haber excepciones, por ejemplo, hay cuentos que nos han traído personajes inolvidables, como Bartleby, pero digamos que es en la novela donde hay un territorio mucho más amplio como para que tus personajes se desarrollen más. Tu intuición es acertada, porque yo antes de escribir ‘Cien cuyes’ tenía la aspiración, quizá, de escribir un volumen de cuentos donde cada protagonista fuera un anciano, pero no me dio el ánimo, me siguió ganando estas ganas de trasladar a los personajes a la cancha más amplia de la novela”.

Obviamente eres un lector de poesía, sobre todo por el sentido poético de las frases, párrafos, páginas, capítulos, alejado de los clichés…

“Creo que ahí está involuntariamente la enorme cantidad de libros que uno ha leído, pero sobre todo también la voluntad de no querer caer en el lugar común. Cada vez que doy clases de literatura creativa yo siempre digo: la primera vez que alguien escribió ‘Blanco como la nieve’, todos lo aplaudieron. Pero a estas alturas no pueden poner ‘Blanco como la nieve’, o sea, tienen que leer mucho, sobre todo luchar contra el lugar común. Y es esa guía la que me lleva a tratar de decir lo mismo, pero de manera distinta”.

DE PREOCUPACIONES UNIVERSALES

“Cien cuyes” es también como un viaje por Perú, a través de sus regionalismos, sus sabores y toda su idiosincrasia.

¿Por qué es importante para ti reflejar las particularidades de Perú en una obra con temas universales como la vejez y la muerte?

“Por la misma razón por la cual yo no me cuestiono cuando leo ‘El Quijote’ o ‘Ulises’, por qué están comiendo lo que comen en ese espacio y en ese tiempo, porque a mí me gusta narrar con autenticidad sobre el lugar que mejor conozco y porque creo que los libros para el lector son como ventanas a otras realidades, que cuando viajamos a otros lugares no le andamos diciendo a la gente ‘sírveme el plato que sirven en mi país’, o ‘háblame con las palabras con las que hablamos de mi país’. Uno va a conocer otras realidades y a enriquecer su acervo; por eso me parecía de lo más natural hacerlo. Creo que deberíamos aprender de otras sociedades que, si bien han sido colonizadoras, no tiene ningún empacho en mostrarnos sus propias costumbres, sino al contrario: deberíamos nosotros responder con lo mismo porque es de justicia”.

Así concluyó el ganador del Premio Alfaguara de Novela 2023:

“Yo creo que mientras se transmitan preocupaciones que nos son universales, como en este caso el temor a envejecer, lo terrible de la soledad, el derecho a una muerte digna, son temas que van a ser entendidos en cualquier lugar porque son temas transversales a la humanidad; mientras eso se diga con claridad, con emoción, pues el lector va entender por contexto todo lo que fluya alrededor. Para mí, la literatura es el malentendido más hermoso que existe; o sea, si un lector entiende una cosa distinta y aun así siente que se enriqueció, pues enhorabuena”.

Autor(a)

Enrique Mendoza
Enrique Mendoza
Estudió Comunicación en UABC Campus Tijuana. Premio Estatal de Literatura 2022-2023 en Baja California en la categoría de Periodismo Cultural. Autor del libro “Poetas de frontera. Anécdotas y otros diálogos con poetas tijuanenses nacidos en las décadas de 1940 y 1950”. Periodista cultural en Semanario ZETA de 2004 a la fecha.
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