A la edad de 90 años, murió el pintor y escultor mexicano Leonardo Nierman, informó este jueves 8 de junio la Secretaría de Cultura federal:
“La Secretaría de Cultura lamenta el fallecimiento del pintor y escultor Leonardo Nierman, artista mexicano cuya obra destacó por sus colores intensos y formas abstractas”, informó la institución federal que titula Alejandra Frausto.
En julio de 2016, inauguró su exposición escultórica “Espejismos”, compuesta por 21 piezas de acero inoxidable, en la explanada del Centro Cultural Tijuana (CECUT); en aquella ocasión, cuando tenía 83 años, concedió una entrevista a ZETA publicada bajo el título “El arte abstracto es un lenguaje que lo lee cada quien con su alma”, misma que se reproduce íntegra, a continuación:
LA ENTREVISTA
Compartiendo en sus anécdotas un gran amor por la vida que por supuesto se refleja en su obra, después de casi tres décadas el maestro Leonardo Nierman regresó a Tijuana para inaugurar su exposición “Espejismos” en la explanada del CECUT.
“Esta brevísima visita de dos días a Tijuana fue una vivencia inolvidable para mí; yo no venía a esta ciudad, no sé, desde hace treinta años, era otra cosa, era un pueblecito pecador”, expresó a ZETA Leonardo Nierman, actualmente de 83 años.
Acompañado de su esposa Eugenia Pérez del Toro y Pedro Ochoa Palacio, director del Centro Cultural Tijuana (CECUT), durante la inauguración de “Espejismos”, sucedida el jueves 21 de julio de 2016, el maestro Nierman presenció gustoso las danzas de la compañía Ingrávita Escénica con la participación de los bailarines Pita Zapot, Raúl Bermúdez y Danae Seller, quienes ofrecieron sus ritmos al compás no solo de la música de Pedro Vargas Madrigal, Edgar Amor y Martín Lord; también en torno a la vida y la libertad que simbolizan las 21 majestuosas obras de acero inoxidable que integran la camaleónica muestra.
“Para mí fue una sorpresa el final en el que bailaron dos muchachas (Pita Zapot y Danae Seller) y un joven (Raúl Bermúdez) semidesnudos, acompañados de dos músicos nada más, pero con un entusiasmo y una sinceridad impresionantes; además, yo he visto cientos de recitales de danza, pero nunca vi uno que tuviera de fondo una exposición, siempre salen con un telón, con una cortina o con total oscuridad; aquí era como un grito de alegría, no sé por qué, pero el acero inoxidable con los reflectores y en la noche era un espectáculo muy impactante”, reconoció Nierman en entrevista con este Semanario.
En aquella fresca noche de julio, luego de que unas 450 personas presenciaron el espectáculo dancístico de la compañía Ingrávita Escénica, algunos visitantes no dejaron pasar la oportunidad de tomarse selfies con sus smartphones con el célebre escultor que amable accedía, o con sus obras en segundo plano que, por cierto, tienen la cualidad de cambiar de color de acuerdo a la luz del momento o según la perspectiva del espectador.
“Es una de las exposiciones que más me ha emocionado, porque había un ambiente muy sincero, la gente que fue, fue realmente porque quería ir, no fue por sus amigos del country club, realmente vi gente que fue con mucha sinceridad, con entusiasmo, sus comentarios me emocionaron mucho”, valoró Nierman y reveló conmovido:
“En varios momentos sentí humedad en mis ojos y creo yo que la humedad en los ojos es el termómetro de las emociones; entonces, para mí fue una vivencia fantástica; es más, se terminó con los discursos y con todo y yo no me podía ir, sentía como que ¡a dónde demonios voy, si a aquí soy tan feliz!”.
No solamente presenció feliz la inauguración de su exposición “Espejismos”, sino que una hora antes, a las siete de la tarde, Leonardo Nierman también compartió una charla con el público en el Vestíbulo de El Cubo, donde narró algunas reveladoras historias sobre cómo inició su travesía por la pintura cuando su formación había sido esencialmente musical.
Un día, contó Nierman con una voz serena, pausada, que mientras estudiaba en la Facultad de Comercio y Administración de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la primera generación, que inició allá por 1954, propuso a las autoridades de la máxima casa de estudios pintar un mural, pero ante su sorpresa, al joven Nierman le autorizaron su propuesta aun cuando en la infraestructura de Ciudad Universitaria solo habían pintado muralistas como David Alfaro Siqueiros, a quien luego recurrió:
“Se me ocurrió hablarle al maestro David Alfaro Siqueiros, no sé ni cómo conseguí el teléfono, pero contestó, le pedí una cita, me trató bien, con paciencia. Me dice: ‘¿En qué te puedo servir?’; le digo, ‘maestro, pues para que usted me informe cómo se pinta un mural’. Y me dice: ‘Te voy a resolver tu problema: Vete a una buena librería y cómprate un librito que yo escribí que se llama ‘Cómo se pinta un mural’, y casi me acompañó a la puerta, ¿no?”, narró Nierman mientras el público reía con él.
“Como que le dio un poco de pena o lástima, o como le digan. Me dice: ‘Pero sí te voy a dar un buen tip: el hombre que ha inventado los mejores colores para pintar un mural es un mexicano de nombre Julio González. Yo sé que tú lo puedes localizar, ahorita no me acuerdo de su teléfono, pero tú localízalo.
“Y lo localicé y me encontré que era un ingeniero químico hijo de un escritor famoso, de Carlos González Peña, pero él era así como bohemio, vivía cerca de Xochimilco, tenía en su casa siempre a escritores, poetas, guitarristas, y fue el que me hizo los primeros colores”, valoró Nierman.
Lo demás es historia que bien sintetiza el maestro al descubrir ahí su verdadera vocación:
“Mientras pintaba yo ese mural, hubo una tarde que sentí: ‘Esto es lo que yo quiero hacer toda mi vida’”.
En las enhiestas alas de las 21 obras de acero inoxidable de Leonardo Nierman como “Flama del milenio”, “Flama de la sabiduría”, “Humanismo”, “Heroína” o “Flama olímpica”, habita un simbolismo de libertad y de amor por la vida, tal como reveló el escultor, en entrevista con ZETA, en el restaurante Villa Saverios de Tijuana poco antes de la medianoche del jueves 21 de julio:
“Esta exposición es parte de lo que llamamos arte abstracto, el arte abstracto no necesariamente está ligado a una realidad, puede estar ligado a una fantasía, a una emoción, o sea, no es una ilustración de nada, pero las formas que yo uso en la escultura están muy relacionadas con alas de pájaros, para mí es un símbolo de libertad: el pájaro puede cruzar las fronteras sin necesidad de ningún trámite burocrático”.
Derrochando generosidad, pero sobre todo contagiando su gran amor por la vida a sus 83 años, un jovial Nierman refirió al reportero:
“Siento que el arte abstracto es un lenguaje que lo lee cada quien con su alma, con su corazón, que no está buscando significado, ni mucho menos un significado oculto; es la alegría de vivir, la celebración de haber nacido, de que tu embarazo tuvo éxito.
“Yo pienso que el grandioso regalo de la vida no tiene precio: el haber nacido es una celebración, una celebración de las estrellas, del viento de la montaña, de la caminata a orilla del mar, el enamorarse una y otra vez; y dar gracias a Dios o a los dioses por el gran milagro de haberte dado la vida”.
— ¿Qué busca Usted lograr en el espectador que tiene la oportunidad de presenciar su obra?
“Tanto la escultura como la pintura no están terminadas hasta el momento que tienen la suerte de que alguien las vea y sienta algo, el gran enemigo es la indiferencia. Y cuando tengo una inauguración como la de hoy, que se me acercó tanta gente para saludarme, para tomarse una foto conmigo, sí me dio la tranquilidad de que sienten algo, que se salen de su casa para compartir mi mundo, y me produce una sensación de gratitud a la vida, a Dios o los dioses o a quien corresponda el haberme dado el gran regalo de la vida que para mí es maravilloso; y no me explico cómo tanta gente desperdicia su única vida buscando problemas y disgustos, y que siempre están enojados”.
En tiempos donde abunda el arte instalación en las galerías o museos donde más de una vez personal de limpieza no ha dudado en tirar confundiéndolo con basura, el maestro Leonardo Nierman también reflexionó en entrevista con ZETA:
“A mí me da la impresión de que cada quien hace lo mejor que puede. Yo pinto lo mejor que puedo, pero nunca va a ser como un Rembrandt, pero yo le llevo una ventaja a Rembrandt: yo todavía estoy vivo”, expresó contento el artista.
Llegó el momento en que lapidó sobre las “instalaciones”:
“No me atrevo a criticar, cada quien tiene su alma, tiene sus limitaciones y sus aciertos; entonces, yo no me siento con derecho a decir, ‘eso son puras porquerías’, a veces lo pienso, pero no lo digo”, sentenció con una sonrisa pícara.
Luego remató con una parábola:
“Pero sí tengo conciencia de que cada quien hacemos lo mejor que podemos. Hace poco, conocí a un señor que tiene once hijos, le quise preguntar que para qué insistió tanto, pero mejor no dije nada”.
Nacido el 1 de noviembre de 1932 en la Ciudad de México, Leonardo Nierman también reflexionó en la entrevista con ZETA sobre la delicada situación del país donde la violencia no tiene fin y que por cierto hace memoria, no es diferente a la de otras décadas:
“Mira, yo tengo 83 años, en 83 años no he visto muchos cambios, pero sí recuerdo que en mi juventud yo escuchaba repetidamente un comercial de una marca de cerveza que decía: ‘La cerveza tal es la cerveza predilecta de los mexicanos, y veinte millones de mexicanos no pueden estar equivocados’. Bueno, de aquella época hasta ahora pasaron unos 50, 55 años a lo mejor, y hoy diría ese comercial algo muy parecido: ‘La cerveza tal sigue siendo la cerveza predilecta de los mexicanos y 120 millones de mexicanos siguen sin estar equivocados’”.
Finalmente, para explicar a México, Nierman estableció un paralelismo entre el aumento de la población, no así el de las librerías, hospitales, escuelas:
“El pensamiento no es cómico -expresó con rotunda seriedad-: en más o menos en 50 o 55 años pasamos de 20 a 40, 60, 80, 100, 120 y ya vamos para 130 millones de mexicanos, ¿han aumentado seis veces el número de fuentes de trabajo?, ¿han aumentado el número de hospitales, el número de escuelas, el número de librerías?”.
Luego de inaugurar su exposición “Espejismos”, Leonardo Nierman compartió con este Semanario que efectivamente tiene algunas otras invitaciones para exponer, no obstante reconoció:
“Pues sí tengo algunas invitaciones, otras las tengo que considerar porque ya no tengo tanta energía como antes, entonces no me es fácil sobre todo ir a las inauguraciones y demás; pero estoy contento, y no me atrevo a decir que estoy trabajando, eso sí que quede claro”.
Generoso contador de anécdotas reveladoras de la vida y el arte, la entrevista con ZETA concluyó al filo de la medianoche todavía del jueves 21 de julio de 2016 en el restaurante Villa Saverios de Tijuana, donde confesó al reportero una última historia que revela su forma de crear:
“Yo pinto mucho de noche, tiene una magia la noche y muchos de mis amigos lo saben; un día suena el teléfono como a las once y media, de un amigo que estaba saliendo del cine y se le ocurrió que qué tal si le invito un café en mi casa, le dije que cómo no, encantado; viene y por un cobertizo, en mi jardín, me ve que estoy pintando, me saluda, pero se mantiene como a quince metros de distancia, cosa que yo le agradecí porque no me interrumpió lo que estaba yo haciendo, porque cuando estoy pintando yo no pienso, no pinto con una idea, con una meta, no; mi única motivación es buscar una emoción, con la idea de que si me emociona a mí, es probable que emocione a otras personas. Pero pintar para resolver un problema, no. Yo no pienso; yo siento”.