Retrato de las complejidades de la maternidad y la relevancia de las relaciones familiares, el dramedy “¿Cómo matar a mama?” llegará a salas de cine el próximo 10 de mayo. Blanca Guerra, Diana Bovio, Ximena Sariñana y Ana Valeria Becerril, emprenden un road trip entre Tijuana y La Paz, explorando pros y contras de matar a quien les otorgó la vida
En medio de revelaciones impensadas, frenesís de moralidad, botellas de vino y las olas del Pacifico y Mar de Cortés, la cinta mexicana “¿Cómo matar a mamá?”, de José Ramón Chávez Delgado, fotografía un emotivo viaje familiar por la Península bajacaliforniana, reflexionando sobre las complejidades de la maternidad, la amistad, los problemas entre hermanos y la relevancia de la relación padres e hijos.
Sumándose a la cartelera de cine nacional en el marco del Día de las Madres, el dramedy y road movie filmado en Tijuana, Ensenada, Cañón de la Zorra, San Juan de la Costa y Punta Arena, establece la historia de tres hermanas: Camila (Diana Bovio), Teté (Ana Valeria Becerril) y Margo (Ximena Sariñana), quienes se enteran de una verdad irreversible que las hará lidiar con una decisión que cambiará sus vidas: el plan para acabar con la vida de su madre, Rosalinda (Blanca Guerra).
Referente a la experiencia cinematográfica y los privilegios del quehacer histriónico en la península, ZETA dialogó con la primera actriz Blanca Guerra y la regiomontana Diana Bovio:
“Fue un regalo tener locaciones tan fascinantes, lugares inhóspitos en Ensenada y La Paz, algunos sitios fríos e impresionantes vistas al mar, experiencias agradables con estas chicas, comida deliciosa y el privilegio de caminar por esos campos de distintas uvas, tomar vino de sabores y combinaciones sofisticadas; por otro lado, una historia complicada que, si bien es cierto es una comedia divertida que pone sobre la mesa el debate sobre la posibilidad de decidir sobre tu cuerpo, tu vida, sobre hasta dónde, hasta cuándo y en cómo hacerlo, se trata del bien morir y no sufrir graves consecuencias por enfermedades o por cuestiones de función de la mente y la necesidad de siempre estar arropada por tu familia cuando decides tomar esa decisión de darle fin a tu vida frente a algo”, subrayó Guerra, quien acumula 45 años de trayectoria en la profesión y en el pasado inmediato presidió la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.
“Se inyectan momentos dramáticos a esta road movie de cuatro mujeres, la madre con tres hijas en una camioneta, transformándose, conociéndose entre ellas, avanzando a la meta, y hacia la parte interior de las emociones, tratando la madre que las hijas retomen para bien, cada una, su armonía, estilo y camino en la vida. Son personajes a los que prestamos nuestros sentidos y emociones, toda nuestra voz al servicio de las circunstancias de un personaje que se va creando; en esta película me tocó meterme al mar embravecido, helado, de noche, pero cuando corre el cámara y acción, quedas inmersa en el personaje automáticamente. Lo habitas y obvio te modifica, pero al terminar te sacudes ese rol”, agregó quien da vida a Rosalinda en “¿Cómo matar a mamá?”.
En opinión de la primera actriz, la industria audiovisual actual abusa de falsos contenidos que funcionan para crecer intelectual y espiritualmente:
“Predominan las cosas banales, frívolas, sin compromiso ni responsabilidad, y eso repercute a que tengamos relaciones afectivas más solitarias, encajonadas, condenándonos a un individualismo enfermizo, y en el mundo real, nos estamos llenando de violencia, el crimen organizado sigue extorsionando, traficando, robando energéticos y eso me llena de tristeza, miedo, angustia e impotencia. Como sociedad nos vamos descomponiendo, sin respeto ni armonía, con una desigualdad muy profunda”.
Por su parte, Diana Bovio ahondó en su experiencia fílmica y la interacción con Baja California:
“Desde mi primer acercamiento con el guion me fascinó mi personaje (Camila), por el reto, el tema profundo de la relación entre hermanas y madre con el que todos podemos conectar. En el plano actoral, trabajar con mujeres que admiro y respeto, con quienes desarrollé una dinámica de amistad honesta muy interesante. Nunca había ido a Baja California, comí delicioso, lo mismo en restaurantes que puestos callejeros, fue enriquecedor el proceso de encarnar una historia que también tiene que ver con la eutanasia, me parece interesante explorarla, sobre todo porque nos reconectó con nosotras mismas y con nuestras madres a través de una comedia dramática profunda y road movie. A la vez, creo que la vida tiene eso, de pronto momentos absurdos, surreales, e intensos”.
Inquieta por la misoginia, los feminicidios y la inseguridad para las mujeres y la comunidad LGBTI+, Bovio finalizó:
“Definitivamente los paisajes más bellos que he visto en mi vida están en Baja California, los atardeceres más hermosos, el mar más vivo y la naturaleza a flor de piel, sentir que bebes y comes como si estuvieras en el cielo. Eso sin duda nos reconectó con la vida, fue un viaje inolvidable, una película que nos permite detenernos a pensar, observar cómo estamos ciclados en una sociedad de consumo y necesitamos valorar nuestro alrededor, reflexionar sobre nuestra relación con la familia”.