De Trez en Trez
Uno.- Una de las características de las “mañaneras” del Presidente López Obrador es que las ha convertido en oportunidades para insultar a los que difieren de sus políticas, opiniones y acciones; él los llama sus adversarios y enemigos.
Hipócritas, racistas, clasistas, corruptos, aspiracionistas, déspotas, rateros, deshonestos, simuladores, ladinos, sabiondos, neoliberales, conservadores, golpeadores, traidores, alcahuetes, “blanquitos”, cínico, farsante, payaso, ladrón, vendidos, intolerante, lambiscones, maleantes, oportunistas, rufián, pelele, títere, señoritingos, zopilotes y muchos adjetivos calificativos más, son los que profiere AMLO en cadena nacional.
En su artículo “Personas que insultan: ¿qué hay detrás de esta conducta?”, la psicóloga y escritora española Valeria Sabater afirma: “Quien hace uso de esta forma de abuso verbal con frecuencia revela un tipo de personalidad muy concreta (…) Un insulto hiere psicológicamente, humilla, ridiculiza, denigra y refuerza muchos prejuicios y estereotipos”.
Dice de los insultos: “…ahora los vemos más en los medios públicos, en televisiones y, sobre todo, en redes sociales. Al por qué de esto último hay una explicación evidente: quien insulta en un medio público busca también tener audiencia”.
Establece también que la comunicación violenta es una forma de ejercer el poder. “Esto es, al fin y al cabo, lo que buscan muchas de estas figuras: crear una jerarquía donde situarse por encima del resto mediante la crítica, la humillación, el insulto”.
Abunda en su artículo: “Llamamos narcisista grandioso o narcisista inconsciente a esas personas que necesitan enaltecerse en cualquier situación y para ello no dudan en explotar e insultar a los demás. Son soberbios, envidiosos, agresivos y atacan a cualquiera en cuanto perciben que se pone en duda su valía o su posición”.
“Los narcisistas grandiosos son los más comunes. Asimismo, se da otro hecho llamativo: suelen elegir dos tipos de insultos muy concretos; son aquellos que hacen referencia a la inutilidad y la estupidez. Es decir, recurren en cuanto pueden a esos recursos ofensivos con los que criticar, por ejemplo, lo ingenuos o faltos de intelecto que son los demás, además de bobos o ineptos”.
Sabater concluye: “…quien hace uso de los insultos revela buena parte de sí mismo: nos muestra su intolerancia recalcitrante, su frustración infantil, su educación recibida, su falta de empatía e incluso su dudosa inteligencia”. (https://lamenteesmaravillosa.com/autor/valeria-sabater/)
Doz.- Por otra parte, la también psicóloga y escritora Jennifer Delgado escribe: “los insultos son la forma más baja de expresar un desacuerdo. No encierran racionalidad ni argumento, sino que dan un portazo al entendimiento y acaban con toda posibilidad de diálogo. Insultar es tanto la expresión de una incapacidad para mantener el autocontrol como de la ausencia de razones válidas con las cuales desmontar el discurso del otro. El insulto es una reacción primaria, una forma de desahogo rápido y fácil. Eso significa que, cuanto más enfadados estemos, más agraviante será el insulto”.
Aún más: “Insultar a una persona implica echarle la culpa, la tenga o no, (…) apuntar el dedo acusatorio sobre alguien que, supuestamente, es el responsable de nuestro malestar y de la situación generada. Por eso, los insultos también son una forma de escapar de nuestras responsabilidades”. (https://rinconpsicologia.com/)
Trez.- Concluye Delgado: “De hecho, el insulto dice más de quien insulta que de quien es insultado (…) Que no tiene argumentos convincentes con los cuales rebatir las ideas del otro. Que su rigidez cognitiva le impide dialogar. Que su inseguridad es tan grande que siente la necesidad de insultar. Y que no es capaz de lidiar con la incomodidad que genera lo diferente.”
“El insulto es maltrato (…), es agresividad. Falta de respeto. Déficit de empatía. Y, sobre todo, es muestra de una increíble pobreza intelectual”.
Hasta ahí lo afirmado por especialistas. Como traje hecho a la medida.
Del presidente, Gabriel Zaid escribió hace tiempo en Letras Libres (25 de junio de 2018): “AMLO es un poeta del insulto. Arrastrado por la inspiración, seguirá insultando, aunque su incontinencia tenga costos políticos. Las musas mandan. El Peje por la boca muere”.
P.D.- Y el que no esté de acuerdo: *+/&%$#!$%#&/T$.
Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana.
Correo: profeohe@hotmail.com