La funcionaria publica videos familiares en redes sociales mientras evade atender a ciudadanos y problemáticas que terminan en manifestaciones y bloqueo
Sororidad y empatía son palabras con mucho fondo que se pusieron de moda en los discursos políticos, sin que quienes las profieren demuestren un compromiso real con los conceptos, y la gobernadora bajacaliforniana Marina del Pilar Ávila Olmeda no es la excepción.
Como decir no es lo mismo que hacer, las acciones de la simpática mandataria la delatan, porque mientras en sus palabras habla de responsabilidad personal, en la realidad prefiere ver desde la barrera.
Tal vez afecte sus aspiraciones políticas o vaya Usted a saber, pero la señora evade sistemáticamente que su imagen, su nombre y encargo se vean ligados a los temas espinosos del Estado, llámense inseguridad, derrumbes, invasiones o manifestaciones, por ejemplificar.
Como en sus conferencias semaneras, cada vez que sale un problema, lanza por delante a alguno de sus secretarios para que responda, y no está mal que los haga trabajar, pero ella no puede quedarse en la barrera y actuar como si fuera una ciudadana más.
Como lo hizo recientemente al reclamarle a Arturo Espinoza Jaramillo, secretario de Infraestructura, Desarrollo Urbano y Reordenación Territorial del Estado, el conflictivo retraso en la entrega de las obras del Puente Los Olivos.
Los ciudadanos no eligieron a Espinoza, la votaron a ella para dirigir los destinos del Estado, ella es la responsable. Al resto de los funcionarios, sin importar si son de primer, segundo o tercer nivel, ella los puede nombrar y remover, según convenga al servicio.
Justo el mes de marzo se ha caracterizado por una serie de manifestaciones que sus secretarios pudieron haber evitado, problemas que se dejaron crecer y a los que la gobernadora prefirió sacarles la vuelta.
Los días 6 y 7 de marzo, un contingente de 300 pobladores del Ejido Maclovio Rojas reclamó al Gobierno del Estado su falta de atención a la regularización y entrega de 400 títulos de propiedad. Como no les hicieron caso a peticiones previas, les pareció buena idea bloquear el acceso a Tijuana por la Carretera Libre en la entrada de Tecate, afectando por horas y horas no sólo el tránsito, sino el comercio y los servicios de ambas ciudades.
Cuando finalmente los reporteros le preguntaron del tema, Marina del Pilar mandó al secretario general de Gobierno, Catalino Zavala, quien por cierto, como si se tratara de un asunto en lo oscurito, se ha negado hablar de los avances en los acuerdos.
Para el día 8, con motivo de las manifestaciones por el Día Internacional de la Mujer, doña Marina externó a las bajacalifornianas que estaba de corazón con ellas, pero lo hizo justo antes de tomar un vuelo a Ciudad de México, a más de 2 mil kilómetros de distancia, para acompañar a su Presidente Andrés Manuel López Obrador a la ceremonia que organizó para conmemorar el 8M, y asegurar impunemente que su gobierno ya cumplió con la meta feminista en un país con miles de asesinadas y desaparecidas, mientras tres de elementos de la Secretaría de Seguridad, acompañados de cientos de mujeres de la Marina Armada de México, resguardaban una valla de 2 metros en el Zócalo y Palacio Nacional.
Tampoco es que nadie tuviera la esperanza de verla marchando, pero pudo quedarse en la entidad que gobierna y encabezar acciones de combate a la violencia y acoso contra la mujer, o de promoción para mejorar las condiciones laborales de esas mujeres que con su “esfuerzo honesto levantan la industria, el campo y los servicios”. ¿Qué tal publicar la iniciativa contra la violencia vicaria, en lugar de hacer y publicar boletines, hablando de esos temas desde Ciudad de México? O qué tal el 9 de marzo, cuando taxistas de la ruta Rojo y Negro que rechazan el plan de modernización del transporte público de Tijuana, enloquecieron y congestionaron el de por sí caótico tráfico de la ciudad porque no se les tomó en cuenta.
Con su caravana, de mañana bloquearon primero desde el Hospital Regional Número 1 del IMSS, en la Tercera Etapa del Río Tijuana, hacia el Instituto de Movilidad Sustentable (IMOS) de Baja California. Y más tarde, las inmediaciones de la estación del SITT y los carriles de acceso a la Garita Internacional de San Ysidro.
Los afectados y manifestantes que exigieron ser tomado en cuenta querían ser atendidos por la gobernadora, pero de nuevo, lo más cerca que llegaron fue al secretario Catalino, quien por cierto, resulta ser justamente el responsable de la falta de atención previa a esas inconformidades y de que hayan llegado al punto de afectar al resto de la sociedad.
Como política, podría entenderse la preocupación de la gobernadora por su imagen, pero su trabajo es atender las necesidades y problemáticas del Estado. No se trata de que salga a enfrentar manifestantes inconformes y enfurecidos, pero sí de que, en lugar de subir a redes sociales videos de su vida familiar, cocinando, cantando o jugando, tenga claro que ella no es influencer como la primera dama de Nuevo León, Mariana Rodríguez.
Su responsabilidad es mayor, y por lo pronto, evidentemente, está quedando a deber en eso de fomentar la participación ciudadana, de atender a los ciudadanos en grupos controlados antes de que los problemas escalen a mayores.