Esta semana dos de las mujeres gobernantes en Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, mandataria estatal, y Montserrat Caballero Ramírez, alcaldesa de Tijuana, recurrieron a dos hombres, en el pasado inmediato conocidos como “adversarios” del morenismo y la Cuarta Transformación para completar su equipo y hacer gobierno de la mano de personas que también han sido señaladas como corruptas.
No son menores los casos. Uno ligado a lo peor del priismo en su momento encabezado por el sospechoso de la autoría intelectual en el asesinato de un periodista, Jorge Hank Rhon, y el otro que se enriqueció en el ejercicio del poder de una de las administraciones más corruptas que haya tenido Baja California, liderado por Francisco Vega de Lamadrid.
Efectivamente, en sesión de Cabildo celebrada el lunes 30 de enero en Tijuana, eligieron a quien será secretario general del Ayuntamiento, y de entre la terna, el favorito de la alcaldesa Caballero, al ex panista Miguel Ángel Bujanda.
Este joven, emanado de las bases panistas, hijo de una lideresa de colonia, empezó su carrera política en los mítines de secciones distritales, donde lo encontró e impulsó -a petición de su madre- Cuauhtémoc Cardona Benavides, entonces no sólo líder distinguido del PAN, también representante legislativo y funcionario.
Bujanda fue escalando posiciones políticas al mismo tiempo que sus cuentas bancarias fueron incrementándose. Pasó de ser, en pocos años, de un humilde activista albiazul, a un poderoso funcionario que aprovechó para hacerse empresario. En el fatal -en términos políticos para Acción Nacional- gobierno de “Kiko” Vega, Bujanda fue los primeros años el secretario particular del entonces mandatario y posteriormente su coordinador de gabinete.
Vega de Lamadrid, quien también ha regresado al coso político, permanece en la impunidad debido a la condescendencia que el gobierno de Marina del Pilar Ávila Olmeda ha tenido para con él, pues la administración de Jaime Bonilla Valdez lo denunció por actos de corrupción, pero el caso ha sido congelado. Inició el proceso de olvido en la fiscalía de Guillermo Ruiz Hernández, y Vega ha seguido con la suerte de que su expediente no sea del interés del actual fiscal, Ricardo Iván Carpio Sánchez.
La esposa del ex gobernador no se salvó. Brenda Ruacho de Vega sí tuvo que devolver unos siete millones de pesos con los que se había quedado en sus cuentas personales, cuando fue recurso que solicitó en calidad de presidenta de DIF para beneficio de niños, niñas y familias que recurren a los servicios del Centro de Rehabilitación Infantil Teletón. Con suma desfachatez, la pareja panista llegó a un acuerdo con la fiscalía para regresar el dinero y obviar un proceso por corrupción.
Francisco Vega quedó asentado en la Auditoría Superior de la Federación y fue materia de denuncias, desvió miles de millones de pesos durante su administración, mismos que no han sido ni encontrados ni comprobados. De los señalamientos de corrupción no se salvó su incondicional, Miguel Ángel Bujanda, a quien se le conocía en el ambiente empresarial y político por ser el representante del gobernador panista en negocios extraoficiales.
La súbita riqueza de Bujanda fue sorpresa para muchos, y una consecuencia del mal ejercicio del poder para otros. Dueño de predios y casas por varios millones de pesos, socio de restaurantes e incluso de clínicas, la abundancia le llegó a Bujanda de la mano del PAN. Pero acomodaticio como es, cuando vio que el barco azul se hundía, se asió de un salvavidas de Morena. Fue de los primeros en apoyar a Jaime Bonilla para que se quedara cinco años en el gobierno de Baja California, y posteriormente fue él quien “propuso” la creación de la Fiscalía General del Estado que encabezaría Guillermo Ruiz. Fue en el Congreso del Estado donde hizo migas con la hoy alcaldesa Montserrat Caballero, quien ante la falta de persona de confianza (previo a conocer como diputada a Bujanda) le entrega la posición número dos a un hombre que se enriqueció súbitamente, que fue parte de uno de los gobiernos más corruptos, y que incluso al interior de su administración, le han encontrado abusos.
Bujanda fue más hábil. Primero se deshizo de su más cercano competidor, quien fuera el primer secretario del Ayuntamiento, Jorge Salazar, y después sólo se sentó a esperar la caída de Jesús García Castro para hacerse de la secretaría ante la simpatía que Caballero le guarda.
Unos días después, Miguel Ángel Badiola filtró a ciertos periodistas en Tijuana, porque sólo en esta ciudad tiene esos fueros, que había sido nombrado director de Relaciones Públicas del Gobierno del Estado que encabeza Marina del Pilar Ávila Olmeda.
El publirrelacionista de Jorge Hank Rhon y fiel escudero del casinero, se adelantó a lo que él mismo dice ya había acordado con Ávila Olmeda, y haciendo relaciones públicas más para su persona que para la gobernadora, se dedicó a hacerse publicidad.
La realidad, dicen alrededor de Badiola, es que efectivamente tuvo pláticas con Ávila Olmeda, que sí le ofreció la posición, pero que el nombramiento no se ha hecho oficial.
Badiola participó activamente en la campaña de Jorge Hank Rhon para el Gobierno del Estado, en la que resultó electa Marina del Pilar Ávila Olmeda, ya antes le había servido como publirrelacionista en el Ayuntamiento de Tijuana, y una de sus más notorias ideas fue aquella de “Tijuana Coqueta”, la cual suspendieron. En el inter, Badiola ha intentado sobrevivir públicamente con cargos en el sector restaurantero, donde también se le acusa de actos de corrupción, por lo menos de un fraude con empresarios locales a quienes solicitó patrocinio para un concierto de Los Tucanes de Tijuana, quienes por cierto negaron tal relación. Del caso, al igual que “Kiko”, Badiola tiene una denuncia ante la fiscalía local, misma que, también, ha sido congelada.
En la fiscalía de dos años de Guillermo Ruiz Hernández, Badiola fue rescatado y nombrado director de Relaciones Públicas, pero de trabajo nada hizo. Lo que sí -de hecho hasta finales de 2022- fue aviador de la FGE, pues continuaba en la nómina con un sueldo de 51 mil pesos mensuales, sin realizar actos de relaciones públicas para el fiscal Carpio Sánchez o la institución en general.
Y en esas estaba, de aviador de la FGE, cuando la gobernadora inicia pláticas para hacerlo su director de Relaciones Públicas, nombramiento que le ofreció, que no ha concretado, pero que Badiola filtró a la prensa tijuanense. La realidad es que de relaciones públicas, a Badiola sólo se le conoce el trabajo para Jorge Hank Rhon, sea en lo personal, en el Ayuntamiento o en Grupo Caliente, y no, no ha logrado ni con actos ni con representación, limpiar la imagen del casinero, señalado de excesos, de asesinatos al interior de su grupo, de haber sido detenido por acopio de armas, y de seguir siendo el sospechoso de la autoría intelectual del asesinato del periodista Héctor Félix Miranda en 1988. Por supuesto, tampoco ha logrado que su representado gane una elección estatal.
Pero quién sabe qué le habrá visto Marina del Pilar Ávila Olmeda para considerar que podría servirle a su persona y a su gobierno, con esa estela de hankismo que carga y la denuncia por fraude. ¿Será, acaso, que hay un pacto con Grupo Caliente?