Seguramente usted, como millones de mexicanos, siente orgullo por su patria. Porque una cosa es que estemos en desacuerdo con algunas conductas de quienes nos gobiernan y otra muy distinta repudiar nuestra nacionalidad. Pero si debemos hablar con honestidad, diga: ¿siente orgullo por lo que hace y dice el Presidente? ¿Qué opina del otro tabasqueño nombrado secretario de Gobernación? ¿Está como para presumirlo?
El dicho de “está bueno mi tata pa’ mi nana” podría relacionarse con ellos. Ahora con esos especímenes de plano se siente pena ajena cuando hablan, critican o tratan de ser instruidos. El titular de la SHCP seguramente que se responsabiliza del comunicado salido de su dependencia para criticar el nombramiento del brasileño Ilan Goldfajn como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID); “más de lo mismo”, dice en esencia.
Al cuarto para las doce, México decidió proponer a Gerardo Esquivel, subgobernador del Banco de México; un magnífico candidato, pero sin tiempo previo para platicar con los países miembros. Vaya, solo obtuvo dos votos y ni siquiera de los aliados Argentina y Chile. Ese es el costo de los coqueteos que hace el Presidente mexicano con los gobiernos afines. Y claro, los arrebatos contra el presidente Biden, incluyendo la felicitación porque Trump fue perdonado por el nuevo dueño de Twitter.
Resulta interesante escuchar y leer a los expertos en economía de México y de distintos países: pocas veces en el pasado los presidentes habían inventado tantos conflictos innecesarios con el gobierno estadounidense. Y aun así, con toda la autonomía que presume el Ejecutivo mexicano, sigue plegándose a las órdenes del mayor socio comercial en todo lo que se refiere al asunto de los migrantes. El del norte ordena, y aquí en el sur se obedece.
Ellos tienen el poder y el dinero, por lo tanto, guste o no, llevan mano para ordenar. Y si hay que contradecirlo, no tiene que ser para consumo de su representación cómico-musical mañanero. Los del norte mandan a sus mejores cartas para exponer sus ideas. ¿Que tal si México ya empieza a hacer lo mismo y manda a verdaderos pesos pesados, no aprendices o principiantes de la política?
Nota 1. Poco a poco el tabasqueño que desgobierna, va volviendo a sus orígenes. ¿Pues qué pensaba la paisanada? ¿Qué le quitarían el título de Rey de la Calle? Lo adora la gente, vive en un Palacio y los poderes Legislativo y Judicial… son sus vasallos.
Nota 2. Rodeado de sus gobernadores (ellos y ellas), apapachado por sus funcionarios públicos, pequeños y enanos será el resurgimiento del Rey del Cas… perdón de la Calle.
Nota 3. Todos marchan y se le cuadran. Claro en su día de descanso.
Luz Elena Picos es directora de Red Social de Tijuana.
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