Por fin, en la noche de bodas el impaciente novio se encuentra a solas con su amada en la habitación del hotel. Desesperadamente comienza a despojarse de su ropa, diciendo:
“Ahora sí, mi amor, ¡te voy a hacer lo que nadie te ha hecho!”.
Asustada, la novia comienza a gritar y a correr por la habitación:
“¡No me mates, no me mates!”.
***
Un hombre recién casado va a vivir a su nueva casa y pretende negociar con su mujer:
“Si quieres vivir conmigo las condiciones son éstas: lunes y miércoles por la noche me voy tomar una cervecita con mis amigos. Martes y jueves me voy a jugar al futbol a las cinco y después de cena con los amigotes. Viernes y sábados, me voy de copas al bar hasta la madrugada, y los domingos a dormir temprano, porque necesito descansar. Si quieres, bien, y si no, también”.
La mujer responde:
“Para mí, existe sólo una regla: en esta casa todas las noches me pongo muy romántica. ¡Si estás, bien, y si no, también!”.
Autora: Psicóloga de parejas.
Dios y Adán
Dios dijo a Adán:
— Quiero que hagas algo por mí.
“Con gusto, Señor. ¿Qué quieres que haga?”.
— Ve al valle.
“¿Qué es el valle?”.
Dios le explicó y posteriormente le dijo:
— Cruza el río.
“¿Qué es el río?”.
Dios le explicó, y continúo:
— Después, sube por las colinas.
“¿Qué son las colinas?”.
Dios le explicó lo que eran las colinas, y después:
— Al otro lado de las colinas, vas a encontrar una cueva.
“¿Qué es una cueva?”.
Después de la explicación, Dios le dijo:
— En esa cueva encontrarás a una mujer.
“¿Qué es una mujer?”.
— Quiero que te reproduzcas.
“¿Cómo hago eso?”.
Dios murmuró en voz baja. Luego suspiró y le explicó, poniéndole de ejemplo las aves y las abejas. A Adán le gustó ese concepto, así que se fue camino al valle, a través del río, subió la colina y en la cueva encontró a la mujer. Un poco más tarde, Adán volvió y preguntó:
“Señor, ¿qué es un dolor de cabeza?”.
Autor: Ahí muere.
El presidente y el cerdo
El presidente tabasqueño de un país que todos conocemos, así como su chofer, se trasladan por la carretera cuando súbitamente aparece un cerdo, y sin poder evitarlo, lo atropella, matándolo instantáneamente. El presidente pide a su chofer:
“Localiza la granja de donde proviene este cerdo y explícales lo sucedido, hay que reclamar los daños que nos ha ocasionado su animal”.
Tres horas más tarde, el chofer regresa tambaleándose con una botella de vino en la mano, una caja de puros en la otra y el cabello y la ropa totalmente desarreglados. El presidente le pregunta qué es todo eso.
“Señor presidente, encontré al granjero dueño del cerdo y me regaló esta botella de vino, su mujer los puros y su hermosa hija me besó tres veces con un entusiasmo que nunca olvidaré”.
— No entiendo, pero ¿qué les dijiste?
“Soy el chofer del señor presidente, ¡y acabo de darle en la torre al cerdo!”.
Autor: Un fifí.
Un político en el Everest
Un político, tres médicos y tres ingenieros deciden escalar el Monte Everest. Llegan y comienzan a escalar el camino en la subida más alta de la Tierra. Era tan agotadora, que tuvieron que detenerse muchas veces para descansar y levantarse unos a otros. A mitad de la subida, la cuerda comienza a romperse. Los médicos dicen que todos deberían esperar a que llegue la ayuda, pero nadie cree que lo hagan a tiempo. Los ingenieros, con sus rápidas habilidades físicas, sugieren:
“Uno de nosotros tiene que saltar, de lo contrario, todos moriremos”.
Nadie quería saltar. Todos se aferran a la cuerda con la fuerza de sus manos. Entonces el político dice:
“Ustedes son recursos valiosos para el país. Un médico puede salvar tantas vidas, un ingeniero puede construir tantas cosas innovadoras, pero ¿qué soy yo? Un político inútil. ¿Qué hago por la sociedad? Nada. Sólo doy discursos y eso es todo”.
Luego de su reflexión, el político deja escapar un suspiro dizque muy sincero. El discurso fue tan bueno y convincente, que médicos e ingenieros comenzaron a aplaudirle.
Autor: Un politólogo.