Como tijuanense nato, desde que éramos una pequeña ciudad (pueblo) de cinco mil almas en los años 20s, uno puede evaluar y valorar los cambios que se han atravesado a lo largo de las generaciones. Ya he narrado cuando pasamos la Avenida A., hoy Avenida Revolución; en el Boulevard eran casi lotes baldíos. Un detalle que no olvido es que, en los 50s, cuando mis papás salían a veces a una fiesta o reunión, nos dejaban a mi hermano y a mí al cuidado de Doña Lorenza, quien ya por cumplir 80 años, se mantenía muy saludable y de ánimo alegre; una auténtica tijuanense… ¡de antes que fuera reconocida la fundación de Tijuana! Ella nos contaba cómo se acordaba que de niña oía el bramido de los toros y el mugir de las vacas donde hoy está la Catedral, en la Calle Segunda.
He mencionado que la Colonia 20 de Noviembre es la Rancho Alegre; recáspita, para los que recordamos la “vieja” Tijuana y el glorioso Casino de Agua Caliente, es falso que hubiera un prostíbulo ahí (esos en la apartada Zona Norte) como el “Strip” de Las Vegas, sino que fue más. De hecho, estuvo al nivel de Monte Carlo, en Europa; zambomba, el desaparecido hipódromo (donde hoy está la escuela Miguel Hidalgo) paga mejor que el Kentucky Derby, y de Hollywood se traían luminarias para filmar películas de primer estreno. Caray, qué tiempos.
He narrado cómo en 1935 Lázaro Cárdenas, en venganza, al no agarrar los “moches” que ambicionaba, cerró el Casino. Peor, en 1937, resentido de que locatarios de los baños termales, la sala de baile, el restaurant y las tiendas (vendiendo las más finas joyas, relojería y modas de Europa) seguían trabajando y ganando, para imponerse, de plano trajo tropas mientras ocupaba las instalaciones; entre estas vino el mariguano violador “Juan Soldado”, a quien le hizo aplicar la ley fuga, y a quien la gente, por repudiar a Cárdenas, lo convirtió en víctima. Mientras, Cárdenas hizo que se publicara en el Diario Oficial la partida con que provocó la “leyenda negra” contra Tijuana.
De los 30s hasta principios de los 60s había un parque por la garita de San Ysidro, antes que López Mateos (lacayo admirador cardenista) mandara a hacer la costosa y hoy derribada Puerta México de 1963, otra historia que recuerdo por lo mal que la diseñaron y construyeron los chilangos enviados; siempre se inundaba y se botaron un dineral en arreglarlo. En ese entonces desaparecieron el parque de la línea; o sea, bien gracias, lo mismo: “ordeñar” terrenos.
Cuando hicieron la canalización y Zona Río con el pequeño Parque Benito Juárez, al que le han mordido pedazos y que hace 10 años querían desaparecer para construir el dizque Zócalo (en realidad, una usurpación del terreno para hacerse su “centro comercial” a lo gandalla), igual hubo especulación y ordeña de terrenos del uso público. Por ejemplo, ¿al Parque Morelos acaso no le han mordido extensiones? Nuevamente, ordeña de terrenos públicos.
¿Y los “políticos y mejores” ciudadanos por qué no impulsan que haya un par de parques dignos para la ciudad? Uno al este y otro al suroeste, que tanto están como polos de crecimiento. ¿Será porque como varios son antreros, licoreros u hoteleros, no les conviene que niños y jóvenes crezcan habituados a divertirse sanamente al aire libre, en vez de que solo se vicien a encerrarse o encajonarse entre cuatro paredes cada que hagan convivios?
Con más de dos millones de habitantes, amontonamiento de multi-pisos y cada vez peor tráfico, es triste que mi pobre Tijuana solo siga siendo saqueada por los políticos y varios fraccionadores especuladores por la indolencia de dizque ciudadanos; con tantos fuereños que ni conocen su historia, menos le tendrán cariño para mejorarla.
Atentamente,
José Luis Haupt Gómez.
Tijuana, B.C.