Antes de pensar en costosas plantas desaladoras, el Estado debería contemplar invertir en infraestructura hídrica eficiente que reduzca pérdida por traslado, y medidas de ahorro para empresas y sector doméstico. El próximo 15 de agosto, la CILA anunciará -muy probablemente- la reducción de 128 millones de metros cúbicos de agua para México, lo que representa más de lo que Mexicali consume en un año
De no ocurrir nada extraordinario, el próximo 15 de agosto, la Comisión de Internacional de Límites y Aguas (CILA) anunciará que los niveles del recurso hídrico que se almacena en la Presa Hoover, se encuentran por debajo de lo previsto y se formalizará la implementación de la segunda medida de reducción y ahorro en la distribución del vital líquido del Río Colorado, lo que quiere decir que para 2023, Baja California contará con menos agua.
En agosto de 2021, la CILA dio a conocer que la superficie del Lago Mead, ubicado entre Nevada y Arizona, descendió a menos de mil 075 pies sobre el nivel del mar, considerado por expertos como Alfonso Cortez Lara, investigador de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef) un nivel crítico.
Ante esto, las actas 323 y 319, firmadas por los gobiernos mexicano y estadounidense, comprometen a que se impongan reducciones y ahorros “con devolución” para el uso de las siete entidades que se benefician del Río Colorado.
Hasta ese momento, México recibía puntualmente mil 850 millones de metros cúbicos de agua al año, de los cuales más de mil 656 correspondían a Baja California y el resto a San Luis Río Colorado.
Con la reducción para 2022, se recibieron 99 millones de metros cúbicos de agua menos, lo que corresponde al consumo de Mexicali durante un año y más de la mitad de las necesidades de Tijuana.
Para el próximo 2023, los niveles de agua serán aún más bajos, y por consecuencia, la reducción prevista por la CILA será de 128 millones de metros cúbicos de agua; es decir, más de la requerida por Mexicali -la ciudad que más consume agua por habitante del Estado- y aproximadamente el 80 por ciento del consumo de Tijuana, que anualmente percibe 160 millones de metros cúbicos anuales, de los cuales la mitad se da mediante la compra a agricultores del Valle de Mexicali que cuentan con permisos de riego.
Más de 10 mil hectáreas dejan de sembrarse para cubrir las necesidades de Tijuana, quienes adquieren el vital líquido hasta por cuatro veces su valor y, aun así -según el especialista- es más barata que el agua que se desaliniza.
La advertencia no es reciente, pues desde 2008 comenzó a notarse la caída libre en los niveles del recurso hídrico, provocando que varias entidades de Estados Unidos tomaran medidas para reducir el consumo, pero en México no se hizo absolutamente nada y la crisis empeoró.
En medio de la coyuntura, los ex gobernadores Francisco Vega de Lamadrid y Jaime Bonilla Valdez, se dijeron preocupados por la escasez del recurso hídrico, pero sus intervenciones plagadas de corrupción sólo retrasaron la implementación de un plan serio, además de un abandono total a la infraestructura hídrica.
Hoy, la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda intenta vender la idea de que la única solución es rescatar un viejo proyecto de la administración de “Kiko” Vega: las desaladoras, y lo peor es que se analiza el mismo esquema de Asociación Público Privada.
“Baja California está rodeado de agua, tenemos fuentes de donde sacar agua, lo que no tenemos son las plantas potabilizadoras”. Declaración que confirma, buscará desalar agua sin medir las consecuencias medioambientales que ocasionaría, los señalamientos de corrupción que tuvieron los antiguos proyectos y sin contemplar medidas alternativas de ahorro a empresas y hogares, infraestructura hídrica más eficiente que reduzca los niveles de pérdida por traslado (que son del 10 al 20%, según la zona) y la reutilización del recurso hídrico.
Nada importa, la única solución para la gobernadora bajacaliforniana es ofrecer un esquema mucho más costoso de lo que saldría cualquier otra medida de austeridad, donde -de mantener la misma línea- se beneficiará a una empresa privada para cubrir una necesidad que, si bien es urgente, no se visualizan otras posibilidades más austeras e inmediatas que podrían dar solución a las necesidades en estos momentos.
El recurso hídrico en Baja California es cada vez más escaso, sólo Mexicali tiene garantizado su servicio por muchos años más, pero la tendencia sugiere que para 2024 podría registrarse otra reducción que complicaría aún más el acceso al agua.
Como dato extra, el orden de prelación de la distribución del agua es primero para consumo humano, luego para las industrias y comercios, y finalmente para el campo, el cual consume la mayor parte del recurso hídrico en la entidad.