cuatro niñas hay en casa
nacidas del corazón;
a mi alma dan alegría:
son pétalos de una flor.
Su mirada es tan inquieta
como una blanca paloma
que vuela entre los almendros
y en una rama se posa.
Me emocionan y encandilan
cuando corriendo sonríen;
muy afanosas las cuatro,
las mariposas persiguen.
Son diamantes sus ojitos
que asoman entre las flores,
alzan sus manos al cielo
mientras cantan los cenzontles.
Un poema he de escribir
con alas de golondrina,
colores de flor silvestre
y el fulgor de una estrellita.
Sus voces como campanas
me brindan dulce canción:
con alegría, ellas tañen
su melodía de amor.
Al alma dan ilusión
con risas y cascabeles;
hay cuatro niñas en casa
que en el jardín van y vienen.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California.