17.6 C
Tijuana
miércoles, abril 24, 2024
Publicidad

Más se blindan ante inseguridad

Se espera repunte de ventas en blindaje automotriz ante inseguridad y violencia. Incrementa protección a “mamá-móviles” para llevar niños a la escuela, blindar casetas, puertas y ventanas, hasta ropa balística

Aunque la industria del blindaje automotriz tuvo una ostensible baja en la demanda de unidades durante los años 2020 y 2021 debido a la pandemia de COVID-19, en el año en curso se espera un repunte, que al menos en el primer semestre, muestra ligeros esbozos de que ello será posible debido a los altos índices de inseguridad y violencia que se viven en México. Así lo estiman miembros del sector que poco a poco comienzan a recibir nuevos clientes no sólo de blindaje para automotores, sino para empresas o en busca de ropa con protección balística.


Publicidad


Antes de presentarse el coronavirus, se tenía una demanda anual promedio de más de tres mil unidades blindadas, la cual bajó sus números durante los dos años recientes. Sin embargo, entre 2015-2016 se había tenido un ligero descenso a causa de la recesión económica que se manifestó en el contexto internacional. Ahora es el incremento en los insumos, como el acero, que durante el año pasado registró un incremento en su precio hasta del 42 por ciento, lo que impactó en el valor de los vehículos blindados de fábrica o aquellos enviados a los talleres para adherirles la protección.

En México existen alrededor de 200 empresas dedicadas a este negocio, pero menos de la mitad están registradas ante la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) y apenas un cuarto de las mismas son reconocidas por estar asociadas a las dos más importantes organizaciones del gremio: Consejo Nacional de la Industria Balística (CNB) y Asociación Mexicana de Blindajes Automotores (AMBA). Es decir, más del 50% de las compañías dedicadas a blindar vehículos y estructuras arquitectónicas operan fuera de normatividad y no se cuenta con la certeza en la eficacia de los materiales empleados.

De acuerdo a los antecedentes, el blindaje de automotores en el país data desde 1975, pero es a partir de 2009 cuando esta industria presentó una demanda y crecimiento considerable. Las empresas dedicadas a esta actividad se localizan en un 75% en Ciudad de México, 10% en Jalisco y el resto en otras entidades, entre las que sobresale Nuevo León. Y casi en ese orden son de esos estados los clientes que adquieren los vehículos, así como de Estado de México, Guanajuato, Puebla, Tamaulipas y Veracruz.


Publicidad

 


Las unidades blindadas de fábrica tienen precios comerciales superiores a los 2 millones de pesos, mientras que para los automotores originales que son enviados a los talleres certificados, se tienen que invertir entre 15 mil y 85 mil dólares en blindaje, de acuerdo al nivel de protección deseado por su propietario, teniendo las cotizaciones una vigencia de diez días -por aquello de los incrementos en insumos y la paridad de las monedas mexicana y estadounidense-.

El tiempo de espera para la entrega de una unidad enviada a blindar es de seis a nueve semanas, dependiendo el tipo de automotor y el proyecto o equipamiento requerido por el interesado. Entre las condiciones de pago figura el 80% de anticipo, por aquello de los arrepentimientos y la muy variable garantía que ofrecen las compañías: seis años en cristales, nueve años en kevlar (fibra sintética resistente al calor) y 15 años en acero balístico.

PREVENIR RIESGOS

Abraham Hernández Ríos, ingeniero industrial con especialidad en sistemas de gestión de calidad con más de 15 años en las industrias automotriz y de seguridad, además de director de Blindajes TACTEM, asegura que los servicios que más solicita la población son revestimientos de nivel bajo, “un tipo de blindaje ligero, para prevenir el asalto urbano, para vehículos que normalmente circulan en ciudades y están expuestos a los robos violentos con determinado tipo de armas; buscan un blindaje ligero y discreto de Nivel 3 para autos tipo sedán, por ejemplo, Audi, Jetta, BMW o Mercedes Benz”.

El entrevistado explica que los blindajes de Nivel 2 y 3 son los más demandados por civiles para protegerse de impactos de armas de fuego cortas en sus vehículos compactos, mientras que las protecciones de los niveles 4 y 5, pueden soportar armas largas y se utilizan en unidades tipo pick-up, oficiales de gobierno o vehículos con tres filas de asientos -familiares o para el traslado de empresarios-. Los niveles 6 y 7 son para automotores más pesados que normalmente circulan en carreteras y llevan protección extra.

El blindador refiere que las protecciones que se agregan al mercado automotriz han variado en los últimos años, pues la tendencia cada día es el uso de materiales más ligeros para restar peso y sumar mayor defensa de un posible atentado, por lo que ahora las opciones para los potenciales clientes, consisten en elegir entre acero balístico, kevlar (fibra sintética resistente al calor y los impactos) y los polietilenos balísticos, de acuerdo al presupuesto y peso que se desee aligerar a la unidad.

La salvaguardia que se incorpora a los carros consiste en blindaje de todos los cristales, de la pared de fuego, del techo, las puertas, los postes A, B, C, y D, instalación de amortiguadores y resortes reforzados, blindaje en el piso antigranadas, rines runflats, así como la protección capsular (caja), de baterías, radiador, fusiles y el motor, misma situación en camionetas. “En el caso de los aros runflats instalados en las llantas, estos permiten a la unidad seguir rodando a 80 kilómetros por hora, durante aproximadamente 70 kilómetros más de distancia”, asegura Hernández Ríos. Claro, se blinda sólo lo que el cliente solicite.

A pregunta expresa de quiénes son los clientes que procuran los servicios de blindaje automotriz, el ingeniero menciona que “el 85 o 90 por ciento son empresarios, personas físicas o morales, que requieren trasladar a sus directivos, sus CEO, a diversas partes de la República y utilizan este tipo de unidades con esas características para hacerlo de forma segura. El resto son entes de gobierno que llegan a solicitar blindajes desde Nivel 5 hasta 7, estos ya son para vehículos tácticos, sobre todo para operaciones de seguridad”.

Sin embargo, Abraham Hernández advierte que a partir de 2018, otro segmento del mercado que ha ido en aumento por parte de empresarios y comerciantes, es el de los vehículos destinados para el traslado de niños a las escuelas por parte de mujeres, unidades mejor conocidas como las “mamá-móviles”, para prevenir el robo de vehículos a mano armada, ya sea en cruceros con semáforo, en las calles o en la salida o arribo a las residencias, o para prevenir secuestros.

 

EL PRECIO DE LA SEGURIDAD

Acerca de los costos para blindar un auto que no sale protegido de fábrica, Hernández Ríos destaca que el mercado ha variado con relación a lo que en pasado se presentaba. “Anteriormente veíamos muchos vehículos blindados ostentosos, de líneas de alta gama, pero ahora los empresarios, los comerciantes y algunos deportistas famosos están optando por vehículos más compactos, moderados y con un blindaje muy ligero, que pasa imperceptible a los ojos de la gente. Mucha gente piensa que blindar un vehículo puede ser muy caro y eso ha sido una de las leyendas urbanas, se cree que acceder a blindar un automotor es algo inalcanzable, pero no es así. Los materiales balísticos han evolucionado y también se han reducido los costos. Por ejemplo, hoy lo más accesible es un Nivel 2, que son cristales de 10 milímetros, muy delgados, que prácticamente son del mismo espesor del cristal normal, más la placa. No se agrega gran peso, son aproximadamente 50 kilos de blindaje y es muy barato, para un vehículo compacto, un sedán, ronda los 15 mil y 17 mil dólares; o sea, no es muy caro, digamos ese blindaje vale lo que la mitad del costo del automotor”, ejemplificó a ZETA el experto en seguridad automotriz.

“En niveles un poquito más especializados, que viene siendo el 4, para una SUV, ronda aproximadamente los 45 mil dólares, que ya es para alguien que tenga un poder adquisitivo superior, sobre todo por la protección que requiere ese usuario. Ahí ya se le agrega un peso de 250 a 300 kilos a la unidad. Hablar ya de un Nivel 7, protección máxima, es añadir de 600 a 700 kilos de peso, y en vehículos tácticos de una a dos toneladas, con un valor arriba de los 81 mil dólares”, agregó.

En cuanto al blindaje de “mamá-móviles”, refirió que es muy económico, “se utiliza esa nueva tecnología en materiales, que son más delgados que una moneda de 50 centavos, de las pequeñitas, como la mitad, de diez milímetros, y este tipo de vehículos se ha incrementado mucho, en al menos cinco de las principales ciudades del país, en ese orden de importancia: Ciudad de México, donde más se están utilizando, Guadalajara, Monterrey, León y Querétaro. Es una opción barata que no supera los 15 mil dólares”.

No obstante, “hay que tener mucho cuidado, porque podrían encontrarse con empresas no registradas que les ofrezcan precios más económicos. Llegan a utilizar hasta fibra de vidrio que no es un material balístico, se trata de una competencia desleal. Hay personas que, por ejemplo, trabajaron en talleres de blindaje o tuvieron experiencia en esta industria, y desgraciadamente salen de trabajar por equis razones de empresas certificadas y se ponen a trabajar u ofrecer sus servicios por su cuenta, sin contar con algún permiso federal, sin estar dados de alta ante Hacienda o debidamente regulados”, advirtió el especialista.

Por cada vehículo blindado se abre un expediente que se reporta a la autoridad reguladora en el sector seguridad y se expide un holograma de autorización para que esa unidad pueda circular con libertad por todo el país. “Si no cuenta con ese permiso, no se trata de un blindaje legal. ¿Cuál es la recomendación? Pues ahora sí que se asesoren con blindadoras legalmente constituidas y tengan los permisos federales para que se aseguren de que los materiales sean certificados, sobre todo que le van a brindar una protección tanto al usuario como a su familia, y que los materiales van a soportar los impactos para los que fueron diseñados”, sugirió Hernández.

 

ROPA Y ARQUITECTURA

Otro rubro que manejan las compañías dedicadas a la venta de seguridad y protección es el blindaje arquitectónico, que al igual que la industria automotriz, ha crecido en demanda durante los años más recientes “ya que muchas de las empresas que están en el país, muchas de estas en las periferias o en parques industriales, llegan a solicitar accesos seguros, ya sea puertas tipo bancarias, ventanas, casetas de vigilancia, de joyerías o incluso entradas principales de casas y zonas residenciales que también se pueden blindar, quedan totalmente discretas y muy estilizadas.

“El blindaje de estructuras en comercios, fábricas y hogares es un ámbito que por petición de los clientes ha motivado que muchas blindadoras incursionen en su diseño. El año pasado cerramos un contrato con una empresa transnacional a la que le empezamos a proporcionar el sistema de seguridad blindado para el acceso a sus plantas que tiene distribuidas en México, preocupados por la situación y optan por prevenir riesgos”, mencionó Abraham Hernández.

En cuanto a la ropa balística que pareciera parte del guion de una película, se trata de una división que muchas empresas trabajan sobre pedido, “principalmente estamos hablando de los chalecos tácticos, los hay de todos tipos, niveles, pesos y precios. Los solicitan los comerciantes, sirven también para reporteros, que sabemos que últimamente han sufrido varios atentados, varios de sus compañeros, y bueno, pues son chalecos totalmente discretos, chalecos interiores, puedes utilizar una camisa o una playera y pasan totalmente desapercibidos”.

Un chaleco balístico para un civil “llega a pesar aproximadamente 900 gramos y tiene una resistencia de nivel 3-A; ese tipo de chalecos es muy solicitado por políticos, comerciantes y por personas que tienen que hacer operaciones en el banco, se ponen su chaleco y evitan impactos de armas cortas, también evitan ser penetrados por objetos punzocortantes. Son baratos, relativamente barato, digo, es más costoso perder la vida, aproximadamente 17 mil pesos. Hay opciones un poquito más caras, que vienen siendo chamarras totalmente de vestir, discretas pero muy casuales, que rondan los 24 mil y 25 mil pesos”, finalizó Hernández Ríos.

Autor(a)

Luis Carlos Sáinz
Luis Carlos Sáinz
Reportero desde 1989 en W Radio, Promomedios Radio, TV Azteca, Canal Ocho, Grupo ACIR, Ocho Columnas, Associated Press y ZETA; Consejero Editorial en Mural 2010-2011. Autor del libro Rejas Rotas.
- Publicidad -spot_img

Puede interesarte

-Publicidad -

Notas recientes

-Publicidad -

Destacadas