Esta es una buena razón para ir al cine. Dirigida por Robert Eggers, esta épica vikinga vuelva con la poderosa sobriedad que caracteriza a este realizador de “La Bruja” y “El Faro”, donde los personajes, la brutalidad de la historia y las actuaciones son fascinantemente envolventes y, además, siempre encuentra a los actores perfectos.
En este caso el acierto es Alexander Skarsgård en el rol de Amleth, un guerrero nórdico que a los 9 años pierde a su padre de manos de su tío, quien -además- le arrebata a su madre. De hecho, la tragedia shakesperiana en torno al famoso príncipe de Dinamarca está basada en esto.
Pero a diferencia de Hamlet, Amleth no duda. Desde niño sabe que quiere venganza y se obsesiona con hacer sufrir al hermano de su padre lo más posible; pero debe ser muy paciente, pues el destino lo ha obligado a sobrevivir apenas, mientras da con el malvado Fjölnir (Claes Bang) que se establece en Islandia luego de haber perdido el trono y de noble pasa a ser un ovejero. Y necesita esclavos, como Amleth.
Así se teje este viaje a un mundo donde la disputa por el territorio y las sangrientas batallas eran una extraña forma de gobierno. Cruel, violenta, salvaje y muy bien interpretada, esta historia brilla, asimismo, con dos participaciones especiales a cargo de la ya legendaria Björk y el actorazo que es Willem Dafoe.
Distinto a otras recreaciones del pueblo vikingo, este filme lo tiene todo, mientras que lo único que tal vez sobra es una tibia Nicole Kidman, quien en el papel de la madre del protagonista se olvida fácil, aunque no debería de ser así. *** y media.
Punto final.- ¿Volverá el gran público a las salas de cine? ¿Algún día?