A cinco años del asesinato del periodista y escritor Javier Valdez, fue presentado este martes 24 de mayo en Mazatlán, Sinaloa, “Javier Valdez. El Bato (1967-2017)”, libro conmemorativo en homenaje al autor de “Narcoperiodismo. La prensa en medio del crimen y la denuncia” (Aguilar, 2016).
Editado este año por el Semanario Ríodoce, el libro fue dado a conocer en el Teatro Lince de la Universidad Autónoma de Occidente, con la participación de Ismael Bojórquez (Director de Ríodoce), Adela Navarro Bello (Codirectora de ZETA) y el escritor Élmer Mendoza, ante estudiantes de la Universidad Autónoma de Occidente y otras universidades, lectores de Javier Valdez, familiares, amigos y publico en general.
Ismael Bojórquez explico que el libro presentado reúne 61 textos en homenaje a Javier Valdez (Culiacán, 4 de abril de 1967-15 de mayo de 2017), aunque reconoció que algunos escritos son “muy dolorosos”; en cualquier caso, complementó, “la idea es hacer un gran perfil de Javier”.
Al hacer uso de la voz, Adela Navarro Bello, directora de ZETA, reconoció que “es un hermoso libro. Doloroso, pero muy hermoso”.
Asimismo, el narrador Élmer Mendoza contó cómo se enteró del asesinato de Javier Valdez aquel fatídico 15 de mayo de 2017, hecho que fue, dijo, a través de una llamada de un reportero, de nombre Sergio, de El Debate, que le marcó para pedirle su opinión sobre el crimen. Fue “el día que la ciudad se vistió de negro”, rememoró; “me quedé frío, frío de bala”, trajo a la memoria el autor de “Balas de plata” (Premio Tusquets de Novela 2007).
Mendoza recordó que Javier Valdez “había denunciado el contubernio político” con la delincuencia organizada. “Tu legado crece día con día”, fue una de las sentencias que compartió el narrador sinaloense.
Finalmente, el director de Ríodoce, Ismael Bojórquez, advirtió que “no les voy a contar cuántas veces lloramos cuando revisamos los textos”, como invitando a los lectores a acercarse al libro en homenaje a Javier Valdez.
DIVERSIDAD DE VOCES
“Javier Valdez. El Bato (1967-2017)” es la edición conmemorativa recién publicada este año por Ríodoce, a manera de homenaje al periodista sinaloense, a cinco años de su asesinato (Culiacán, 14 de abril de 1967-15 de mayo de 2017).
“La idea de hacer esta edición conmemorativa de Ríodoce sobre Javier Valdez nació en enero, cuando estaba llegando a México la variante Ómicron del COVID-19. No sabíamos si aumentarían las restricciones sanitarias para eventos masivos y en espacios cerrados, así que pensamos que de esta forma cumpliríamos el compromiso de recordarlo con decoro en el quinto aniversario de su muerte”, reza la presentación editorial.
“Con excepción de 2020, por razones de la pandemia, cada año hemos hecho jornadas para exigir justicia ante el crimen de nuestro compañero, pero también para mantener viva su memoria y su legado. De esta edición empezamos con una idea vaga y terminamos concibiendo un proyecto donde colaboraran los amigos de Javier, periodistas y escritores de Sinaloa, de México, pero también de otros países a donde Javier fue invitado en muchas ocasiones a presentar sus libros y a compartir sus experiencias como reportero en un estado y un país donde ser periodista es como caminar en un campo minado, como él mismo decía”, complementa la edición.
De 128 páginas y 61 invitados, encabezan con sendos textos sobre Javier Valdez autores como Élmer Mendoza (Premio Tusquets 2007), Juan Villoro (Premio Herralde 2004), Adela Navarro (codirectora de ZETA; Premio María Moors Cabot 2021), Ismael Bojórquez (director de Ríodoce; Premio María Moors Cabot 2011) y Alma Guillermoprieto (Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2018).
Integran también el elenco de autores invitados al homenaje editorial de Javier Valdez: Alejandro Almazán, Jesús Silva-Herzog Márquez, María Teresa Ronderos, Carlos Dada, Julia Preston, Carlos Lauría, Julio Hernández, John Gibler, María Verza, Tracy Wilkinson, Guillermo Osorno, Diego Enrique Osorno, Balbina Flores Martínez, Ana Cristina Ruelas Serna, Sara Mendiola, Jan Albert, Benjamín Fernández, Témoris Grecko, Jon Lee Anderson, Marcela Turati, Alejandro López, Francisco Valdez Triana y Óscar Loza Ochoa.
Complementan la edición con sus respectivos textos: Griselda Triana, Blanche Petrich, José Reveles, César Ramos, Everard Meade, Maritza López L., Rogelio Campos y José Alonso Torres; María Cortina, Diego Armando Moreno Garza, Cruz Hernández, Andrea Miranda, Omar Garfias, José A. Ríos Rojo, Anabel Ibáñez, Raúl Torres, Alejandra Ibarra Chaoul, Gerardo López Cervantes, Francisco De Anda Corral, Irad Nieto, Luis Fernando Nájera, Francisco Cuamea, Roxana Vivanco, Nidia Castro, Ernesto Hernández Norzagaray, Andrés Villarreal, Miguel Ángel Vega, Aarón Ibarra, Ignacio Rodríguez Reyna, Cayetano Osuna, Alejandro Monjardín y el propio homenajeado, Javier Valdez.
“ES UN HERMOSO HOMENAJE EN MEDIO DE UN DOLOROSO RECUERDO”: ADELA NAVARRO
A continuación, se comparte el texto íntegro de Adela Navarro Bello, codirectora de ZETA, leído durante la presentación de “Javier Valdez. El Bato (1967-2017)”, el 24 de mayo en el Teatro Lince de la Universidad Autónoma de Occidente, en homenaje a Javier Valdez.
“Es un hermoso homenaje en medio de un doloroso recuerdo. Es un hermoso libro. Doloroso, pero muy hermoso.
“Sin duda, es el mejor homenaje que le han hecho hasta la fecha a Javier Valdez. Ismael, te has lucido. Has coordinado un bello e importante documento por escrito, que deja constancia para la posteridad y las generaciones venideras, de quien fue Javier Valdez. De quién fue de cuerpo entero, pasando por el alma hasta llegar a su gran corazón.
“El bato, pero también el escritor, el amigo, el parrandero, el empático, el intelectual, el viajero, el compadre, el benefactor, el defensor de la sociedad, el que le dio voz a los sin voz, el que puso en el mapa la corrupción y la inseguridad en Sinaloa, el periodista de a pie, el de campo y tecla, el hombre, el padre, el esposo, el hijo, el hermano, el íntimo conversador y el gran escuchador, observador y analista.
“61 relatos de un mismo Javier Valdez que nos develan su personalidad abierta, sensible, generosa, de harto cariño hacia quienes le rodeaban, y de mucha empatía con su sociedad. Es un hermoso homenaje en medio de un doloroso recuerdo.
“No es un libro de lectura fácil, en muchos momentos las palabras se agolpan aunque se lean mentalmente, es increíble el cúmulo de sensaciones que nos causó, que nos causa, el asesinato de Javier Valdez, el último trago que compartió el maestro Élmer Mendoza con Javier, guardado en una cantina hasta consumirse.
“Carlos Dada que vio a Javier como a Diógenes, buscando con una lámpara de periodismo en el submundo sinaloense para redactar la verdad, la realidad de hechos de atrocidad y venganza, de sangre e impunidad.
“El impacto que le causó a activistas, periodistas, columnistas, defensores de los derechos y la protección de periodistas, amigos, hermanos, hijos, sociedad en general. El cruel asesinato de Javier Valdez y todos los sentimientos que despertó, están retratados en este magnífico libro, a partir de las premisas de dónde estabas cuándo te enteraste de la muerte de Javier, cuál fue tu primera reacción, cuándo derramaste las lágrimas, qué fue lo primero qué hiciste, cómo has contribuido a que la memoria de Javier Valdez no se olvide.
“Mantenerlo vivo, aquí nadie se olvida, Javier para siempre, nos dice esta compilación de imágenes y relatos muy personales todos, muy íntimos entre el autor y el periodista asesinado, muy aleccionadores aquellos que intentan darle un por qué a este sinsentido de los asesinatos de periodistas en México, de la resistencia que se levantó a partir del 15 de mayo de 2017, cuando matarifes del Cártel de Sinaloa asesinaron en una emboscada a un periodista valiente, que no estaba armado con nada, que portaba su sombrero, su pluma y una libreta de notas.
“El buen periodismo, valiente, honesto, no tiene sociedad, está solo¨, decía Javier Valdez
“Balbina Flores, de Reporteros Sin Fronteras nos recuerda que: La justicia para Javier ha sido lenta y a medias, cuatro años para lograr dos sentencias: una de ellas negociada y otra en un juicio… pero esta lucha por la justicia, aun no termina.
“El asesinato de Javier, lejos de convertirse en un mensaje de censura, se convirtió en un son de guerra, en el llamado a la resistencia y a la defensa de la libertad, reflexiona Ana Cristina Ruelas en su texto.
“Las lecciones que Javier le dio, generoso, a Marcela Turatti, y que ella comparte con el mundo: y cito textualmente a la periodista de investigación que tomó las palabras de nuestro homenajeado: “Es importante, desde un principio, abordar a la persona, víctima o victimario, como lo que es: un ser humano. No verlos como un número o un expediente…”.
“O la descripción que hace el dramaturgo Alejandro López sobre la presencia y el esencia del periodista: “Con su pluma y su sombrero se apareció Javier Valdez en la caseta de policía de la colonia 10 de mayo. Podría decir mejor que con su varita y su sombrero de mago prestidigitador, pues ese día con las palabras que escribía en su libreta de notas, conjuró a la verdad como él sabía y acostumbraba”.
“También nos encontramos en este libro, el sentimiento a flor de piel de Francisco Valdez Triana, que nos estruja el corazón cuando lo leemos, y lo cito: aunque a veces no pueda más contener mis lágrimas y decirme, sin lugar a dudas, que fuiste el amor que nos llenó el alma… hablar de ti como amigo es algo que apenas puedo hacer, no porque no lo hayas sido, sino más bien, por el poco tiempo que nos quedó para serlo antes de que te asesinaran.
“El escritor Juan Villoro, que nos recuerda que Javier Valdez no era un buscador de peligros, que “no alardeaba de su valentía ni la consideraba requisito de trabajo”. En medio del horror, escribe el maestro Villoro, buscaba aquello que se resistía a la descomposición, y cita al periodista sinaloense: “he pretendido contar historias de vida en medio de la muerte”.
“La generosidad de Javier como compañero periodista en Sinaloa, la retrata a la precisión, la querida Blanche Petrich cuando escribe: Él era el de las mejores recomendaciones, era quien en una sola charla podía pintar el contexto más preciso y vívido de lo que sucedía en el sórdido mundo del crimen organizado. Era franco y generoso y compartía sus conocimientos, sus contactos, sus impresiones. Y lo más valioso, era veraz, confiable. Muchos sembraron ahí una entrañable amistad.
“El maestro José Reveles que nos lleva a través del tiempo con su narrativa, a una presentación de Malayerba, el libro de Javier Valdez, unos pocos meses antes que le arrebataran la vida: “Javier Valdez Cárdenas, escribe Reveles, se nos revela en este libro como un consumado fotógrafo del habla, de las inflexiones populares, de los giros idiomáticos que produce eso que se ha dado en llamar la cultura del narco”.
“La presencia de Javier en las ferias del Libro, la de Guadalajara, la de Minería, la de Mérida, y tantas otras nacionales e internacionales, no sólo para presentar su obra, que ha quedado redactada en ocho libros, sino para introducir con la empatía del colega, del amigo y el compañero, los textos de otros. Generoso con las entrevistas, las concedía a quien las solicitaba, y no regateaba respuesta ni ocultaba sentimientos.
“En una entrevista de Ismael Bojórquez a Paco Ignacio Taibo II, él recuerda lo que le causó saber del asesinato de Javier. Nos revela el periodista los sentimientos del escritor:
“…recuerdo el enfado y el encabronamiento que me dio, porque no solamente estaban matando a un amigo, te estaban matando una voz y una no menor en la resistencia contra la violencia y el narco estado, que es el fondo y eterno problema… y entonces la sensación de hijos de su chingadamadre, me mataron a uno de los míos…”.
Anabel Ibáñez, reportera de Ríodoce, nos lleva a ese 15 de mayo, cuando en un chat de WhatsApp, entre compañeros del Semanario, la contadora del grupo escribió: “mataron a Javier”. Así en seco, sin nada más. Dice Anabel que el segundo escrito fue un: “Qué te pasa Maricruz…”. Y no hubo más. La reportera nos comparte la terrible realidad de ese día: “No se trataba de humor negro ni una broma más. Javier no escribió en el chat para desmentir a Maricruz, ni para decir ‘cabrones’ o ’hijos de su puta madre’, por la noticia difundida. Su cuerpo estaba inerte sobre el pavimento. La realidad era esa.
“El querido Ignacio Rodríguez Reyna, nos dice lo que siente sobre el crimen contra Javier: “En esas estábamos, en ese periodo de espera, cuando el Diablo apareció y ordenó acabar con la vida de Javier, con los días de ese increíble periodista que se había tomado muy en serio su trabajo.
“Javier era tan neto -prosigue Nacho-, tan sinaloense, lastimó sin saber el orgullo de un hombre acomplejado, tan pequeño, que por apodo lleva el de Minilic; muy chiquito pero con aplomo e impunidad en sus palabras. Las dijo y Javier cayó, las dijo, y Javier calló”.
“Javier Valdez nos unió en torno a él, en la vida y en la muerte. Y nos dejó unidos con su dolorosa ausencia. Lo recordamos siempre, pero particularmente el día que lo asesinaron los malditos narcos. Ese día, el legado de Javier Valdez se nutre de la presencia de todos, para estar vigente un año más y otro más. La reedición de sus libros, el recuerdo perenne de su periodismo social. La lectura de sus descarnados textos, la marcha por la justicia, la reflexión sobre el quehacer periodístico en un clima de inseguridad, violencia y hostilidad.
“Cada año, el 15 de mayo, hoy 24 del mismo mes, todo gira alrededor de Javier Valdez. Y nos congregamos otra vez, y nos vemos y nos abrazamos y acaso lloramos un poco y bebemos más. Los periodistas no estamos solos desde aquel día de mayo de 2017, cuando hasta la sociedad, empezó ha acompañarlo, y acompañarnos. Muchas gracias”.