La gobernadora de Baja California dio a conocer que ha dejado de ser obligatorio utilizar cubrebocas, tanto en lugares abiertos como cerrados.
Me he percatado de que más del cincuenta por ciento de las personas siguen tapando boca y nariz, especialmente en lugares cerrados, donde quizá aún no ha llegado la noticia gubernamental, o bien, independientemente de la decisión oficial, los jefes o patrones no han dado ninguna indicación nueva, por lo que mientras tanto, los empleados siguen poniendo en práctica los protocolos de salud que se venían aplicando.
Igualmente, los aparatos para tomar la temperatura, las botellas con líquido desinfectante y hasta los tapetes que en algún tiempo tuvieron líquido para que la gente posara las suelas de los zapatos en ellos, siguen por allí.
Aunque ya la gente venía hartándose de utilizar algunos de esos accesorios -especialmente los tapabocas-, fue sorprendida por el aviso de que ahora es optativo usarlo; y aunque curiosamente anhelaba este momento, como que no termina de asimilarlo.
En los negocios se entiende perfectamente, puesto que pasaron por un calvario tras sufrir graves pérdidas económicas y hasta clausuras como consecuencia del incumplimiento de algunas de las restricciones.
Respecto a las personas, además de que tuvieron sus libertades limitadas, algunas lamentablemente perdieron a un ser querido o ellas mismas padecieron directamente o en un familiar cercano los estragos en la salud como consecuencia de COVID-19, por lo que también se entiende que se encuentren dubitativos ante el anuncio de la medida que relaja el uso de cubrebocas.
Además, en todos los casos, tanto en cuanto a las negociaciones como en lo individual o familiar, las noticias llegadas del lejano oriente no dejan de infundir el temor de que pueda surgir también aquí una nueva “ola” de contagios, derivada de una nueva cepa de coronavirus.
Pero con independencia de que eventualmente pudiera haber una sensación de tranquilidad a plenitud, porque quede evidente que en definitiva se logró superar la pandemia, los dos años transcurridos desde marzo 2019 hasta marzo 2022 deben de dejar un aprendizaje que se materialice en la vida diaria.
A nuestro ver, las siguientes medidas de cuidado de la salud deberían durar por siempre:
*Las personas que se encuentren padeciendo una enfermedad contagiosa, no deben presentarse a centros de trabajo, estudio u otro espacio compartido.
*Quienes estando en un lugar donde convivan con otras personas, presenten síntomas de enfermedad contagiosa, deberían regresarse inmediatamente a sus domicilios particulares.
*Los que estornuden o tosan, deben hacerlo en su brazo.
*Siempre hay que lavarse las manos después de ir al baño y antes de tomar alimentos.
*Deben mantenerse en todos los lugares que sea posible, botellas con líquido desinfectante.
*El cubrebocas debe de usarse por toda persona inmunodeficiente o con enfermedades contagiosas.
*Hay que preparar una mochila de emergencia, que incluya varios cubrebocas, guantes de látex y otros accesorios relacionados con la salud.
*Si en la casa o en el trabajo quedan algunos de esos artículos y se tiene la certeza total de que no se van a utilizar, hay que ofrecerlos en donación al sector salud, quienes con pandemia o no, necesitan ese tipo de accesorios.
*Evite discutir con quien intente de forma agresiva imponer su punto de vista respecto de usar o no el cubrebocas.
*No tire a la basura sus excedentes de cubrebocas.
Seamos optimistas respecto del fin de la pandemia, pero nunca, nunca, olvidemos lo sucedido; por el contrario, debemos aprender de la dura lección vivida, aplicando permanentemente medidas de higiene y buenos hábitos en el cuidado de la salud.
Todo es cuestión del final del cubrebocas.
Alberto Sandoval ha sido educador de adultos, profesor de bachillerato, catedrático universitario, servidor público, conferencista, deportista y activista ciudadano.
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