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domingo, abril 7, 2024
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¿Al infierno? ¿Al barco? ¿A la isla? ¿A su rancho?

De Trez en Trez

 


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Uno.– Que el ahora Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, con enojo y molestia, mande al diablo o al carajo a las instituciones, a sus críticos o a sus adversarios, calificándolos de neoliberales y conservadores, no es nada nuevo.


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Lo hizo como candidato en 2006, cuando el INE ratificó el triunfo de Felipe Calderón por una mínima diferencia (0.56 %). Llamó a un “plantón” en las calles de CDMX y gritó a los cuatro vientos la ya reconocida sentencia: “…al carajo con sus instituciones”. Luego se autoproclamaría “presidente legítimo” y hasta nombró a su “gabinete alterno”.

Habiendo ganado en 2018 y convertido en Presidente del país, al que prometió transformar para bien, los exabruptos de AMLO continúan desde su tribuna diaria y arremete contra las instituciones y organizaciones nacionales o extranjeras, contra publicaciones, contra famosos, contra periodistas, contra los que no comparten sus ideas… en suma, contra todos los que le critican su estilo personal de gobernar.

A todos los etiqueta como conservadores, de ultraderecha, neoliberales, corruptos, irresponsables, adversarios, clasemedieros, aspiracionistas y enemigos de la Patria, entre otros calificativos. A la vez, aumenta su enojo y molestia y ahora los manda “al carajo”.

Así lo hizo con quienes critican la contratación de médicos cubanos, que anunció luego de su visita a la isla y que causa gran molestia en el sector médico y fuera de él: “…esto tiene a los conservadores muy enojados. Pues saben, ¡qué se vayan al carajo! porque lo primero es la salud del pueblo”, dijo con fuerza el Presidente en su gira de fin de semana por Sonora.

Doz.- Y es que dicen los que saben de los “entretelones” en Palacio Nacional, que Andrés Manuel López Obrador está fuera de sí y ha ido empeorando en sus relaciones con sus cercanos. Se muestra intolerante hacia el interior de su círculo, a quienes poco toma en cuenta; de ahí sus ocurrencias, enfrentamientos constantes y sus insultos para sus críticos.

¿Y cómo no sentirse mal? Más de 100 mil muertos, más de 100 mil desaparecidos, la caída de la línea 12 del metro y sus 26 muertos, más de 600 mil fallecidos por Covid-19 según la OMS, más de 150 periodistas y activistas asesinados, corrupción entre sus cercanos, mal manejo de la pandemia y la vacunación, escasez de medicamentos, la violencia y la narcodelincuencia que no paran, los feminicidios continúan, sus proyectos insignias (aeropuerto, tren y refinería) con problemas; todo eso y más en el periodo de quien llegó a su cargo prometiendo transformar y mejorar al país.

A lo anterior se le puede sumar la situación económica mundial que pega a nivel nacional, el fracaso del Insabi, ahora los problemas del Imss Bienestar y el juego político/grillero que ha desatado con la apertura temprana de la sucesión presidencial… más lo que se siga acumulando.

Razones hay y muchas para que el Presidente esté irritable, molesto y hasta enojado, pero nada justifica sus insultos hacia sus críticos, ni que los mande al diablo o al carajo, cuando debería respetarlos en la misma medida que pide ser respetado.

Trez.- La duda entre quienes no comparten algunas ideas y acciones de AMLO es si de verdad el Presidente los quiere mandar al infierno para conocer al Diablo, o a una especie de canastilla que -dicen- había en lo más alto del palo mayor en las antiguas embarcaciones, donde eran enviados, en señal de castigo, los marineros rebeldes; o a la isla caribeña conocida como el Carajo que inventaron los navegantes en tiempos de Cristóbal Colón, en la que abandonaban a marineros indisciplinados. El origen de la palabra “carajo” es, pues, incierto.

Tal vez, muy en su interior, el Presidente realmente preferiría mandar a todos los que le llevan la contraria, sería a un predio valuado en varias decena de millones de pesos, de 13 mil 341 metros cuadrados (de una superficie mayor de 36 mil 175 metros cuadrados) de extensión, localizado en Palenque, Chiapas, justo en el tramo carretero Pakal-Na-Palenque, que AMLO heredó de sus padres y que utiliza como casa de descanso y -según afirma- se retirará al final de su gestión: La Chingada.

P.D.- Cuando no se conoce el lugar a donde se es enviado, es muy justo ir acompañado de quien ya sabe el camino por haberlo recorrido varias veces, así que…

P.D.2.- Ya de regreso después de dos semanas de ausencia.

 

Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana.

Correo: profeohe@hotmail.com

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Óscar Hernández
Óscar Hernández
Oscar Hernández Espinoza Oscar Hernández Espinoza Oscar Hernandez 17 oscar@boltmedia.com.mx
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