Esta es la historia que ahora Pixar cuenta de Mei Lee, una chica de 13 años que básicamente tiene un dilema: consentir las estrictas reglas de su madre y los deseos innegociables de su familia, o comenzar a forjar su propio camino.
Como toda adolescente, a esta protagonista le ganan sus emociones y sus deseos, que se vuelven tan notorios que la convierten, literal, en un panda rojo gigantesco.
La figura del panda tiene todo un bagaje cultural para la familia Lee, y esto es algo que la joven aprende en el trayecto mientras encuentra su voz y su personalidad propia.
Pixar vuelve así al examen de la psicología y las emociones que primero planteó con “Inside/out”, pero ahora el contexto es, además, la riqueza asiática que aquí se aprovecha para explorar el peso que las tradiciones milenarias tienen en un individuo y, al igual, valerse de esto para trazar una animación visualmente insuperable.
Quién sabe qué tanto éxito tenga esta última apuesta en Disney+ con el público infantil, sin embargo, en general se anticipa lo mejor. ****
Punto final.- Vaya manera de acabar una carrera actoral, pese al Óscar.