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sábado, octubre 26, 2024
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34 años del impune crimen del “Gato” Félix

 

El tiempo pasó, los homicidas materiales del periodista Héctor Félix Miranda fueron detenidos, condenados y ya hasta salieron de la cárcel. El crimen ocurrido el 20 de abril de 1988 continua impune, pues el autor intelectual nunca ha sido molestado. Jorge Hank Rhon, empresario y político, sospechoso del homicidio, siempre fue cobijado por ex gobernadores que decidieron no investigarlo

El tiempo transcurre inmisericorde, mientras la justicia duerme, en un país donde la justicia nació cansada o ha preferido no saber de las atrocidades que aquí ocurren. Diez gobernadores han pasado desde aquel 20 de abril de 1988, cuando fue asesinado el periodista Héctor Félix Miranda, el querido “Gato”, codirector del Semanario ZETA.

Y el tiempo pasa inexorablemente sin que la justicia sea eso, justa, certera, firme e imparcial. Son 34 años de un homicidio, que como muchos de los que ocurren en México, queda huérfano de justicia, porque por una u otra cosa, gana la impunidad en la mayoría de las ocasiones.

Diez gobernantes de Baja California que, conforme pasa el tiempo, se sienten ajenos a los crímenes sin resolver, a los rezagos de las instituciones que ahora encabezan y a las causas que por ser archivadas y darle “carpetazo”, han dado paso a nuevos asesinatos, en este caso de periodistas, como ha ocurrido en 2022.

En ZETA no olvidamos a los nuestros. A los que con su sangre han dado libertad de expresión a Baja California y al México de la impunidad. Un día como hoy mataron a Héctor, como el 27 de noviembre de 1997 intentaron silenciar con ráfagas de balas a nuestro codirector J. Jesús Blancornelas y el 22 de junio de 2004 privaron de la vida a nuestro editor y compañero Francisco Javier Ortiz Franco.

En el caso de Héctor Félix, los asesinos materiales ya salieron de la cárcel. Regresaron a las calles, con sus familias y a sus antiguos empleos. En cambio, “El Gato” ya no volvió. Mientras tanto, el halo de impunidad seguirá por siempre oscureciendo el asunto sin resolver en su total amplitud, porque la mente perversa que maquinó y la voz que ordenó este crimen atroz, jamás ha sido molestada por las autoridades encargadas de procurar justicia. El autor intelectual permanece impune a tantos años de distancia.

Félix Miranda fue cofundador del semanario junto con Blancornelas hace 42 años. Antes les habían quitado el periódico ABC. Héctor era muy mordaz y agudo en su periodismo. En su columna ‘Un poco de algo’ no hallaba tope a su libertad de expresión. Meses antes de ser asesinado, “El Gato” dedicó varios de sus comentarios y críticas al empresario Jorge Hank Rhon.

Aquella mañana lluviosa del 20 de abril de 1988, Héctor salió de su casa para dirigirse al semanario a bordo de su modesto carro Ford sedán modelo 1980. No pudo llegar. Detuvo la marcha de su auto cerca de ZETA cuando un hombre que abordaba un Trans Am le hizo una seña para hablar con él.

El sujeto era conocido del periodista, se le acerco por la ventanilla, y sin más, le disparó con una escopeta. Fueron dos disparos a corta distancia. El asesino, al que aguardaban otro par de sujetos, subió al carro deportivo y huyeron con rumbo hacia el boulevard Agua Caliente. Después se conocería que los criminales se habían refugiado en el hipódromo de Tijuana.

Las investigaciones establecieron que quien jaló el gatillo de aquella escopeta fue Victoriano Medina, un ex agente judicial que se desempeñaba en esa fecha como escolta del magnate casinero Jorge Hank Rhon, concesionario de aquel hipódromo que sirvió de guarida. Y que quienes le acompañaban al momento de materializar el homicidio eran también empleados de Hank.

Uno de los matarifes era  José Antonio Javier Vera Palestina, jefe de seguridad de Hank Rhon y quien tenía el mando sobre Victoriano. El otro individuo era otro escolta de nombre Emigdio Nevarez. Las armas que portaban en la fecha de los hechos eran propiedad del hipódromo.

Medina fue el primero en caer preso a diez días del homicidio. Nevarez fue asesinado. Y Vera fue aprehendido dos años después, un primero de mayo de 1990 en los Estados Unidos. Victoriano fue condenado a permanecer 27 años en prisión, mientras que Antonio Vera Palestina recibió sentencia de 25 años de cárcel.

Las sospechas siempre latentes sobre la autoría intelectual de Jorge Hank Rhon nunca fueron incorporadas a la averiguación previa. A lo mucho, bajo el gobierno de Ernesto Ruffo Appel, fue detenido Vera, quien además de ser el jefe de seguridad de Hank, era (es) su compadre. Hank no adquirió, siquiera, el estatus de indiciado.

El tiempo transcurrió y pese a la insistencia de investigar al empresario, los gobernadores y procuradores hicieron mutis de la exigencia social. Incluso se hizo caso omiso de la recomendación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para que el gobierno mexicano realizara las investigaciones pertinentes del caso.

La declaración de un testigo protegido, conocido como “El Chuta”, en 2011, aseguró que trabajó como empleado de seguridad en el hipódromo a partir de 1989, y su jefe inmediato era Vera Palestina, quien en esa fecha aún no era detenido. Sin embargo, cuando Antonio cayó preso, Hank le ordenaba ir al penal del “Pueblito” a visitarlo y enviarle sus saludos, además de dinero.

Después Vera fue trasladado en 1995 al penal de máxima seguridad de El Salto, Jalisco, a donde “El Chuta” le iba a visitar por órdenes de su patrón, quien le enviaba dinero para que “arreglara su estancia en Puente Grande y que no lo pasaran a población”, además de informar a su regreso a Tijuana, sobre la situación jurídica del ahora ex convicto.

Fueron diversas las ocasiones que los asesinos materiales pretendieron obtener beneficios penitenciarios para salir mucho antes de compurgar completas sus penas. Las autoridades carcelarias de Baja California se mantuvieron firmes en la negativa. Vera Palestina ganó varios amparos para que, una y otra vez, se revisara su situación, pero terminó por pagar la condena impuesta.

Y el tiempo, el tiempo infalible como es, siguió sus trotes. Así, los asesinos confesos recuperaron su libertad. Victoriano Medina cumplió con sus 27 años de reclusión en el Centro de Reinserción Social de Mexicali, el 30 de abril de 2015. Y un día después, el 1 de mayo de ese año, Antonio Vera Palestina salió del penal de máxima seguridad del Altiplano, en Almoloya de Juárez, en el Edomex.

Vera fue recibido de nuevo en el hipódromo por Hank, que además de mantener el sueldo de su compadre en prisión, se ocupó en todo momento de sus ahijados, los gemelos Jerónimo y Jorge (hoy prófugo de la justicia), de apellidos Vera Ayala, a quienes empleó en actividades de sus empresas y de seguridad.

Son 34 largos años de un crimen que es todo un ícono en el asesinato de periodistas en México, que cimbró a la sociedad de Baja California y que sigue impune, porque así lo decidieron las diferentes autoridades de la entidad.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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