Resulta difícil destacar un solo elemento de esta estupenda adaptación del clásico shakesperiano. Claro que está la actuación del nominado Denzel Washington, por supuesto que la dirección de Joel Coen es magistral y luego hay que sumar una fotografía espectacular en blanco y negro que ensombrece la atmósfera a la perfección.
Con esos tres elementos basta y sobra para reconstruir la historia de un crimen por ambición y sed de poder, infundado por la creencia de Lady Macbeth (Frances McDormand) de tener en su marido al futuro rey de Escocia, después de una profecía que sale de boca de tres brujas. Por cierto, qué trabajo el de Kathryn Hunter, con una interpretación que encarna la perversidad.
En sí lo que se tiene aquí es una exposición estremecedora de la locura de un militar que, impulsado por su delirante mujer, termina cometiendo horribles crímenes contra el reinado, provocando lo que naturalmente ocurre en este caso: una guerra civil.
Shakespeare, en definitivo, mostró una y otra vez en sus obras políticas qué tan peligrosa es una idea llevada hasta sus últimas consecuencias, con una necesidad que raya en la locura y, por ende, desata una tragedia. Eso es, en sí, lo que asumió Washington y lo trasladó a la pantalla grande como el veterano actor que es. Hay momentos en que su mirada es tan penetrante que atrapa, domina los diálogos y mantiene al espectador en vilo. Lograr esto cuando la historia es ya tan conocida, ilustra la talla de esta película de Coen que puede verse una y otra vez sin que deje de provocar asombro. Por cierto, este título está disponible en Apple TV. ****
Punto final.- Bien por Netflix, por haber sumado Almodóvar a su catálogo.