A ella que a pesar del infortunio
sigue luchando cada día,
no puede caminar
pero sus brazos la llevan lejos,
no puede ver el mundo que la rodea
pero en su mente lo ve
con gran sabiduría.
A ella va mi admiración profunda.
A ella que no tiene manos ni pies
y dibuja maravillas con la boca,
a ella que postrada en su lecho
deja la imaginación volar
pues su alma es libre
y anhela ver el mundo con sus ojos.
A ella va todo mi respeto.
A ella que no permite
que los problemas de salud
le impidan lograr sus sueños,
y que siempre busca la forma
para llegar muy lejos.
A ella va mi aplauso.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California