¿Qué tiene enojado al Presidente Andrés Manuel López Obrador? El escándalo de la “Casa Gris” en Houston, Texas, habitada por su hijo mayor y su familia. El hecho fue evidenciado por un reportaje difundido por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad y LatinUS, entre otros, por los periodistas Carlos Loret de Mola y Carmen Aristegui. Los dos han sido blanco de los ataques del mandatario nacional.
El mandatario ha intentado descalificarlos. De Aristegui, quien en la época de oposición de López Obrador le abrió sus micrófonos de manera constante, ha referido que engañó a su audiencia, que tomó el lado del conservadurismo que tanto critica el Ejecutivo federal y donde dice, se refugian aquellos que llama sus adversarios. De Loret, llegó al grado de dar a conocer en Palacio Nacional y con una lámina, supuestos ingresos del comunicador, provenientes de empresas privadas.
López Obrador se encuentra en una justa contra los periodistas que en el pasado alabó por investigaciones como la “Casa Blanca” de Enrique Peña Nieto, la “Estafa Maestra” o el caso Odebrecht, pero no ha soportado que ahora se ocupen de los ingresos y el estilo de vida de sus hijos. Porque ese hecho, una casa con una renta superior a 120 mil pesos al mes que pagó la familia de su hijo en Houston, da al traste a su discurso de austeridad.
En muchas ocasiones, AMLO ha referido, aconsejado, que los mexicanos vivan sin lujos, que no se conviertan en aspiracionistas a costa de lo que sea. Presume un sueldo bajo, e incluso en un video de cuando era candidato a la Presidencia de la República, permitió la entrada a su casa, una residencia modesta, al periodista Javier Alatorre.
En otro discurso sobre la austeridad, aconsejó a los mexicanos desde Palacio Nacional, “no consumir de manera enfermiza, si ya tenemos unos zapatos, ¿para qué mas? Si ya tienen la ropa indispensable, sólo eso. Si se puede tener un vehículo modesto para el traslado, ¿para qué el lujo?”.
La austeridad es su discurso principal, le sigue el combate a la corrupción. Y en la investigación sobre la “Casa Gris” ocupada por su hijo en Texas, se afectaron sus dos dogmas.
José Ramón López Beltrán no vive con austeridad, al menos no vivió bajo los preceptos de su padre, entre 2019 y 2020, cuando ocupó la “Casa Gris”, que cuenta con una alberca de 23 metros y otras comodidades que se acercan al lujo. Tampoco se traslada en un vehículo modesto, la familia posee una camioneta Mercedes Benz y, es evidente, aspirar a tener el recurso suficiente para pagar una renta de 5 mil dólares mensuales.
Además, el reportaje supuso un conflicto de intereses, dado que la casa es propiedad de quien fue un alto ejecutivo de la compañía petrolera Baker Hughes, que sostenía -y sostiene- millonarios convenios con Petróleos Mexicanos.
Como Peña Nieto en su momento, cuando se auto investigó a través de la Secretaría de la Función Pública en el caso de la “Casa Blanca”, desde oficinas oficiales, un representante de Baker Hughes informó que habían realizado una investigación para conocer de primera mano si hubo o no conflicto de intereses, con resultado negativo.
En un intento por justificar a su hijo, el Presidente López Obrador había comentado que “la señora al parecer tiene dinero”, cuando se refirió a la esposa de José Ramón López Beltrán, aunque posteriormente esa versión cambió cuando informaron que el mayor de los hijos del mandatario trabajaba en Houston como abogado de una compañía propiedad de los hijos del empresario Daniel Chávez, quien es asesor, aun cuando honorario, de AMLO. Entonces, se vislumbró otro probable conflicto de intereses.
El caso no sale de un entramado cuando entra otro, y la permanencia del tema en la agenda nacional, mantiene al Presidente ocupado en el mismo. La “Casa Gris” de su hijo, la vida de lujos y alejada de la austeridad proclamada por López Obrador, es el centro de la discusión, el derrumbamiento del discurso de la austeridad, empezando por los de casa.
Visiblemente molesto, el Presidente arenga prácticamente todos los días contra los periodistas, los ataca, los señala, los denuesta y pretende restarles credibilidad.
Pero como la “Casa Blanca” de Peña, la “Casa Gris” rentada por José Ramón López Beltrán, llegó para quedarse. Ha marcado la segunda mitad del gobierno de su padre y afectado el centro de su retórica: la austeridad. ¿Hasta cuándo? Quizá hasta que se aclare oficial y legalmente, que no existe conflicto de intereses en los dos casos referidos, y que el vástago presidencial tiene un trabajo legítimo, con un sueldo (por cierto, a diferencia del supuesto sueldo del periodista Loret de Mola, este no ha sido revelado) que le permite aspirar a una vida holgada en el extranjero, más allá de las recomendaciones del inquilino de Palacio Nacional.
El tema no ha concluido, la ira del Presidente tampoco, el ataque es evidente en el discurso que enarbola todas las mañanas desde el púlpito presidencial. Ni las pausas con España, ni la exigencia al gobierno de Austria a devolver el Penacho de Moctezuma, ni la guerra entre Rusia y Ucrania, han logrado disipar de las redes sociales, la narrativa de la “Casa Gris”.
Nada tendría que criticarse que un ciudadano pagara una renta de tal magnitud si tiene un trabajo lícito que le permite eso y más. Aquí el centro del tema, es que se trata del hijo de un Presidente que promueve la austeridad y dice predicar con el ejemplo.
En su entorno, en su contexto, no es para menos el enojo presidencial: la renta de 120 mil pesos mensuales, que supera incluso los 112 mil pesos que mensualmente percibe el mandatario nacional. Afecta seriamente el discurso en que ha sustentado su carrera política y su presidencia.