Alfonso Margarito Martínez Esquivel fue el fotoperiodista de Tijuana más publicado de Baja California. Firmó contrato con algunos medios locales, pero colaboró prácticamente con todos, incluidos nacionales y extranjeros. En ZETA empezó a apoyar de manera esporádica en 2012, y sus imágenes se convirtieron en permanentes alrededor de 2015.
Es seguro que ningún otro fotógrafo local ha retratado más víctimas de homicidio que “Mago” en la entidad, y es muy probable que tampoco en el país, porque Baja California y Tijuana llevan más de una década ocupando los primeros lugares de violencia en México.
A las 12:40 horas del lunes 17 de enero de 2022, el nombre de Margarito se incluyó en el reporte de una escena del crimen, la última para el fotógrafo, porque la violencia impune que se vive en BC lo convirtió en víctima.
Más de una hora después, los periodistas de Tijuana recibieron la terrible noticia. En el caso de ZETA, fue a través de una llamada telefónica: “Ustedes tienen un reportero que se llama Margarito, lo mataron en la Sánchez Taboada”, fueron las palabras que escucharon desde el otro lado del teléfono, después que las autoridades vieran la credencial de este medio a nombre de Margarito en el parabrisas de su automóvil.
El estómago y el pecho se hacen nudo, se deja de respirar unos segundos, le siguen náuseas. Los editores de este Semanario se comunicaron con las autoridades con la esperanza de que fuera un error, el resto de la información se vino en cascada. Primero la negación, la incredulidad. Después, la angustia, la impotencia, el dolor y el coraje. Su hija adolescente fue la primera en ver el cadáver ensangrentado, después de escuchar los balazos corrió hacia la reja de su vivienda y desde ahí le dijo entre llantos a su madre, que Margarito estaba muerto.
Alrededor de 2012, cuando los fotoperiodistas bajacalifornianos disminuyeron su presencia en las escenas con víctimas de asesinato, fuera por miedo, por amenazas, por tiempos, por cantidad de trabajo, porque los muertos eran demasiados y por otras tantas razones, el trabajo de Margarito se hizo más evidente para los directivos de los diferentes medios de comunicación.
Reportero gráfico de la vieja guardia, hacía turnos nocturnos, de madrugada, lo que no le impedía seguir los hechos en el transcurso del día. Con acceso a la radiofrecuencia de los grupos de emergencia, “Mago” iba a todas las que su humanidad le permitía. En el gremio se hacían bromas de su omnipresencia.
Como escuchaba las asignaciones de los reportes de emergencia al mismo tiempo que los paramédicos -y en algún tiempo de los policías-, a veces llegaba primero a las escenas del crimen, y eso le generó problemas y enfrentamientos con los uniformados, a quienes en medio de la paranoia y la inseguridad provocada por los grupos criminales, les incomodaba que se dieran a conocer imágenes de ellos trabajando, incluso de espaldas.
En más de una ocasión intentaron correrlo de las escenas, de obligarlo a alejarse más allá de la cinta amarilla, atravesaron las patrullas para obstruirlo o le echaron las luces para arruinar sus fotos.
Martínez Esquivel vivía con su familia en la colonia y delegación Sánchez Taboada de Tijuana, zona que ha sido clasificada desde 2015 como la más violenta de Baja California por la cantidad de muertos que se han generado en dicha área después de convertirse en sede del poder criminal del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que desde entonces libran una batalla territorial con los cárteles Arellano Félix y de Sinaloa.
Margarito veía la muerte y la violencia a la cara de lunes a lunes, y con la llegada de las nuevas tecnologías, decidió iniciar un espacio informativo a través de su página de Facebook. Empezó hacer en vivos desde las escenas y a grabar videos que también vendía a medios periodísticos locales. En algunas ocasiones lo acompañaban su esposa y su hija, quienes desde lejos lo veían trabajar.
De acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Gobernación, van 51 homicidios de periodistas en la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador. En Baja California, 143 personan han sido asesinadas sólo en los primeros 17 días del presente año, 87 de ellas en Tijuana.
Históricamente, las fiscalías dejan sin resolver 8 de cada 10 muertes violentas, pero las manos asesinas que le quitaron la vida a Margarito y quienes ordenaron su muerte, deben tener claro, que desde el primer minuto, la misión de quienes fueron sus compañeros en los distintos medios de comunicación ha quedado clara: impedir que las autoridades lo conviertan en una estadística y su deceso se pierda en el mar de impunidad.
Decenas de reporteros, corresponsales y fotógrafos reclamaron justicia frente a las fiscalías en Tijuana el martes 18 de enero, y las manifestaciones continuarán hasta que los asesinos materiales e intelectuales sean detenidos, juzgados y sentenciados. La exigencia es por Margarito, por los 127 muertos que BC ha acumulado en 2022, las 3 mil 34 muertes violentas registradas a nivel estatal en 2021, los 2 mil 969 homicidios del año 2020, las 2 mil 886 víctimas mortales de 2019 y todos los miles que les antecedieron en esta ola de violencia que no amaina.
El mandato de los ciudadanos para la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, su nuevo fiscal, Ricardo Iván Carpio Sánchez, y el fiscal en Delitos contra la Vida, Enrique Sánchez, es cumplir con su trabajo, y se extiende al Presidente, Andrés Manuel López Obrador y el fiscal general Alejandro Gertz Manero, quienes llevan tres años evadiendo su responsabilidad en el combate a los grupos de narcotraficantes que siembran muertos y terror en calles de los municipios y los estados. Los muertos son reales, no producto de las declaraciones de sus gobernados, a los que llama adversarios.
Ya estuvo bueno de discursos. Lo que las víctimas y sus deudos necesitan, son resultados.