La derecha neoliberal está en serios aprietos. Identificada con la propiedad de la producción, es la dueña del país, pero vacía de propuestas a la gente de abajo, a las masas de trabajadores carentes de aparato cultural de ideas de cambio y redistribución de derechos y oportunidades de la riqueza e incentivos sociales. La derecha está concentrada en la economía, industria y comercio, influenciada por los empresarios, donde su foco egocentrista es el dinero, visto como ganancias multiplicadas y su mayor identidad de “progreso”. Se le agotó la élite que le administró la política por muchas décadas.
La derecha ha perdido la masa crítica de desarrollo incluyente, ausente de gracia, prestigio; como gestor de soluciones, crea muchos más problemas que soluciones, ha envejecido como casta dominante; se derrumba, usa la violencia (sutil o abierta) porque siempre le ha convenido sembrar poco respeto y mucho miedo, que genera terror y paraliza voluntades.
Su estado actual son las ruinas de la moralidad y la decencia; la derecha criolla anda de vacaciones, es decadente, ociosa, improductiva, no tiene proyecto, se palpa sensación de estafa. Provoca inquina social y electoral por las maneras salvajes de los empresarios neoliberales, donde se abandona la educación y la salud, nunca alcanzan a pagar sueldos a maestros, menos invertir en infraestructura educativa o salud, salvamento a un país.
La narrativa es cruda, las élites enquistadas mastican el mundo a solas, a costa del medio ambiente, derechos sociales, laborales y humanos. Por el abandono del pueblo a sus miserias y ceguera, ante la ausencia de espejos ha explotado la violencia sin freno.
Las prácticas neoliberales llevan a acentuar la pauperización y la violencia por la desesperación y de frustración social. Dudamos de un recambio al centro ideológico, pero están urgidos y obligados.
Los más recientes rounds electorales en América Latina y Europa, por voto democrático: donde aún no se penaliza la compra de votos y otras manías. Pese a enormes inyecciones de dinero, la derecha pierde espacios estratégicos. La derecha ultraconservadora, violenta, abiertamente fascista en el cinismo descarado de Bolsonaro, Uribe, Trump, Katz. O el PRIAN ultra empresarial, prefigurado en universidades de elites coloniales, vacías de estrategia y del cómo, para responder a retos sociales.
No pueden con sus agotados negocios rentistas quebrados. Su visión de futuro y riesgos está ciega; la apuesta por crear plataformas de investigación científica, creadora de oportunidades les pasó de noche y quieren refugiarse en la política feudal más retrógrada.
Se acabó el discurso de la meritocracia. Son tendencia de empresarios parásitos que por la acumulación de privilegios se desvanecen. Son muy pocos los burgueses creativos, tan pocos que no se notan en el bosque.
Ideológicamente cercanos al fascismo y a soluciones verticales, de fuerza, más que escalar la senda de crear capitales para una nueva cultura de participación incluyente con valores humanos. Consumidos por su egoísmo, no están en la realidad ni saben de apertura, autocrítica y justicia como salidas urgentes a la crisis.
Con el consumismo, venden sueños, utopías, pomadas como mentiras, dimensiones que por mecánica de repetición “necesitamos comprar” como demagogia, y que rompen las relaciones humanas de empatía.
Por salud social, se debe repensar las ideas de la derecha en su ancianidad que, con los pies quemados, quizás vaya hacia la socialdemocracia. Una derecha huérfana de credibilidad, que no conecta con la sociedad. Es indispensable para visualizarlos un cambio, que los reinvente. Puede ser tarde y estar condenados a ser una oposición inútil, con mentalidad golpista para retomar con sangre el poder, porque su decadencia moral. Habrá que observar la experiencia chilena y las tentaciones del pinochetismo.
Y estas razones valen para la “izquierda”, con un discurso falso que se declara socialista, sin ser su esencia. Persisten en infundir ilusiones, difamar y corromperse. Mientras estén bajo esas máscaras, se incrementa la ingobernabilidad, el abstencionismo y la violencia. Necesitamos un escenario distinto.
La derecha se queja desahogando frustraciones y ansias de poder. Las derechas con aires de rapiña, han tardado en demostrar que sus falsas tesis “democráticas” de goteo de la riqueza de arriba hacia abajo, son políticas públicas muy lejos del rumbo correcto.
En los hechos, fracasaron por sus resultados. Tesis bajo las cuales el país adoptaría un programa para desarrollar sólo las minorías y elites. Prometían repartir la riqueza para aplacar inquietudes de cambio, alientan un crecimiento de la clase media y progreso general, muy lento y regresivo, muy lejos de la igualdad fraternidad y libertad prometida por el capitalismo.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com