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miércoles, octubre 30, 2024
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Desmond Tutu luchó por la igualdad

No estoy interesado en recoger las migajas de compasión que arroja de la mesa alguien que se considera mi amo. Quiero el menú completo de derechos”.

-Desmond Tutu.

 

El domingo 26 de diciembre de 2021 murió Desmond Tutu a los 90 años de edad, quien fue arzobispo, premio Nobel de la Paz y un símbolo contra el apartheid. Nació en 1931 en Johannesburgo y se formó como profesor; de 1954 a 1957 ejerció como maestro y abandonó la carrera por la segregación racial en las escuelas; en 1960 fue ordenado pastor anglicano; en 1975 fue designado decano de la catedral anglicana de Johannesburgo, cargo al que por primera vez accedía una persona afrodescendiente; en 1977 fue escogido como obispo de Lesoto; en 1984 fue ganador del Premio Nobel de la Paz; en 1986 se convirtió en arzobispo de Ciudad del Cabo y en 1994 presidió la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, tras la elección de Nelson Mandela como presidente.

Tutu comenzó a ser reconocido en los 80’s por su lucha contra el Apartheid -conjunto de leyes o prácticas que establecen un sistema desigual que discrimina y segrega a la población afrodescendiente-, impulsó el movimiento para poner fin a la política de segregación racial y discriminación impuesta por el gobierno -descendientes de los colonos europeos-, que querían mantener sus privilegios frente a la población autóctona.

El Partido Nacional, que llegó al poder en Sudáfrica en 1948, hizo del apartheid una política de Estado y defendió la idea de que personas de origen racial diferente no podían convivir en igualdad. Bajo el régimen del apartheid, las personas afrodescendientes no podían votar, debían vivir en zonas alejadas de las personas eurodescendientes, cobraban menos que ellos por el mismo trabajo y debían ir a la escuela separados con un peor nivel educativo.

La segregación era tal que no podían ser pareja o casarse, utilizar el mismo baño público, ir en el mismo autobús y asistir a las mismas playas. Hoy, de conformidad con el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, el crimen de apartheid es considerado un delito de lesa humanidad imprescriptible.

En la actualidad, aunque las leyes del apartheid en Sudáfrica fueron formalmente derogadas, las personas afrodescendientes aún son víctimas del racismo, la discriminación racial y de la denegación de muchos de sus derechos; existen gobiernos que no enfrentan las desigualdades y prejuicios ancestrales, así como la pobreza y la violencia contra comunidades oprimidas. Por ello, dentro de la meta 10.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se fijó como meta para el 2030: “Garantizar la igualdad de oportunidades y reducir la desigualdad de resultados, incluso eliminando las leyes, políticas y prácticas discriminatorias y promoviendo legislaciones, políticas y medidas adecuadas a ese respecto”.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía la Encuesta Nacional sobre Discriminación del año 2017 señaló que el 26.9% las personas afrodescendientes en México se les ha negado de manera injustificada al menos un derecho.

Tutu es símbolo de la incansable lucha por los derechos humanos que se emprendió de manera histórica para asegurar la dignidad y la igualdad de las personas. Todas las personas nacemos iguales y permanecemos iguales en dignidad y derechos; a él le tocó luchar por las personas discriminadas por el color de su piel, en tiempos más adversos que los que corren y cuando los avances normativos hoy vigentes eran inimaginables, sin embargo, pese a reformas y mejoras en leyes y tratados, la lucha por la igualdad rea sigue siendo necesaria y en múltiples ocasiones urgente. Por eso sigo llamando a velar por el irrestricto respeto a las prerrogativas mínimas que sustentan nuestra esencia como humanos. Una vez defensora de los derechos humanos, siempre defensora.

Desmond Tutu decía: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”, frase que no solo ha inspirado a quienes nos asumimos personas defensoras de derechos humanos, también a diferentes actores de la política nacional mexicana que entienden que no hay Estado de Derecho sin respeto y garantía de los derechos humanos; que no hay justicia si no es con igualdad.

 

Melba Adriana Olvera fue presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California.

Correo: melbaadriana@hotmail.com

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