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miércoles, febrero 21, 2024
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Librar Navidad con familias tóxicas

Una fecha asociada con la familia es la Navidad. Da igual que vivan alejados, esos días la familia siempre se reúne. Con reencuentros, abrazos y  mesas llenas de gente que ríe, rodeada de comida abundante y sabrosa. Pero esta imagen no es la realidad de todas las familias. Lamentablemente no todas están igual de alegres y positivas.

La familia no es elegida, viene impuesta. Diciembre es intenso, repleto de emociones, nostalgias, recuerdos buenos o tristes. Reflexionar para buscar soluciones a un conflicto familiar en estas fechas es porque no conocemos estrategias para torear o enfrentar la Navidad, a raíz de un conflicto latente o existente. Generalmente, pedimos ayuda a los amigos de confianza, familiares, después de un conflicto en reuniones pasadas.


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Es recomendable no abusar de emociones para poder hacer una buena “digestión” familiar. La culpa de las discusiones familiares no solo la tienen los pelmazos, el exceso de alcohol o los temas complicados, como la política o la religión, sino el hecho de que en Navidad estamos sensibles, emotivos y más susceptibles. Hay que dosificar los momentos, las formas y la expresión de las pasiones, porque ser excesivamente espontáneo aflora sentimientos que no siempre son claros y bien entendidos.

Una cena o comida navideña, año nuevo o la rosca de reyes, no es el momento ideal de solucionar problemas añejos. Lanzar indirectas e ironías no es de un alma inteligente. La meta es pasar un tiempo cordial y agradable, haciendo un esfuerzo de armonizar para apagar rencillas. Si este escenario es imposible, reunirse no es la mejor idea.

Los conflictos son diversos, aunque parece que hay historias que se repiten. Los casos suceden con familias conflictivas, disfuncionales, destrozadas, desestructuradas y con desencuentros y relaciones difíciles.


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¿Motivos? El poder del machismo patriarcal y el control autoritario, donde solo los chicharrones del “jefe o jefa” truenan. Y la sobreprotección (paternalismo o los hijos predilectos consentidos en exceso) y conductas negligentes, abusivas, castrantes de los padres y familias donde se invisibilizan conductas tóxicas.

En un debate familiar cada persona tiene una explicación y propuestas de solución que pueden chocar. Ante una situación conflictiva, se ponen en juego expectativas diferentes, habilidades que distan mucho, así como sensaciones y momentos, que pueden afectar para bien o para mal una relación afectiva.

Pero si la reunión es inevitable, la pregunta es cómo podemos mejorar nuestra predisposición para esos momentos. Al menos, por nuestra parte, recomendamos acudir mentalizados y con la mejor predisposición, pero sin grandes expectativas:

*Dos personas no pelean si uno no quiere; gran parte del éxito del encuentro dependerá de nuestra actitud, pero nunca podemos pensar que la otra persona nos lo va a poner en charola de plata. Por ello también tengamos en cuenta nuestras expectativas, y nunca comparemos familias.

*Elegir el tiempo en el que estaremos presentes ayuda; si sabemos contenernos, será mejor partir oportunamente que acabar explotando. Lo bueno, si es breve, doblemente bueno.

*Evitar el alcohol o el exceso del mismo; también el consumo de otras drogas que pueden alterar una normalidad, ya de por sí complicada, ante situaciones de  estrés emocional.

*No sacar a relucir las espinas  o “el tema” en cuestión; una herencia, la casa de la playa, la boda a la que no me invitaste, o el comentario hiriente que se te escapó. Si hay que hablarlo, mejor en privado y no cuando involucre a  toda la familia.

*Saber encontrar momentos para estar solo; ayuda un patio, habitación, o al menos aislarse y respirar profundo cuando nos sentimos desbordados.

*No centrarnos solo en el tema que nos separa, sino en aquello que nos une como para decidir pasar este día juntos. Es posible que eches de menos tener otra oportunidad de estar de nuevo así en familia.

Con una pareja o amigo se puede tomar distancia, e incluso bloquear, en el sentido estricto. Pero con la familia siempre es complicado. Es preferible dosificar la relación y aprender a administrar antes que tomar decisiones radicales, pues será menos reversible si pensamos y maduramos ideas de cómo arreglar el conflicto.

Poner distancia, si no se puede física, al menos temporal y compartir menos. Cesar la convivencia familiar a veces mejora, cuando se puede acceder a esta alternativa. No todas las relaciones sobreviven, al pasar mucho tiempo juntos, sino todo lo contrario.

 

M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.

Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com

Autor(a)

Héctor Ramón González Cuéllar
Héctor Ramón González Cuéllar
Héctor Ortiz Ramírez Héctor Ortiz Ramírez Hector O 37 cygnus9304@hotmail.com
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