Conzultoría Matrimonial y Familiar
Variados han sido los temas que sobre sexo y sexualidad he tratado en los 27 años que me ha permitido escribir ZETA; algunos difíciles de tratar, otros que quizás merecían alguna censura, pero afortunadamente nunca me han censurado. Y aquí seguimos. Lo que nunca había tratado es la dificultad que tienen muchas parejas de hablar de sexo, de sus propias relaciones íntimas; tal vez algunas referencias sí, como preguntar cómo les gustaría que se realizara su relación sexual (veces, posiciones, etc.) en términos generales y hasta ahí.
Las parejas no suelen conversar tanto de sexo como debieran y muchos de los problemas que aparecen en la cama ocultan un problema de comunicación. Cualquier roce o rispidez que surge fuera de la intimidad, repercute en la cama. Y lo mismo sucede cuando los desacuerdos o malestares tienen que ver con el sexo.
El dilema es que suele ser complejo abordar el tema y por eso se deja de lado o se expone de una manera no positiva. La forma en la que se comparte la incomodidad con el otro miembro de la pareja es tan importante como el problema en sí, o más. Porque puede ser la diferencia entre encontrar una solución o agigantar el malestar.
Cuando una pareja tiene relaciones sexuales antes de casarse les resulta algo más fácil hablar sobre sexo después de los primeros escarceos, pretendiendo que les resulte más confiable y gratificante realizarlo; pero cosa curiosa, en cuanto se casan siguen con la rutina de tener sexo conforme lo lograron antes, y una vez casados ya no vuelven a tratar al respecto, considerando que ya no habrá más que hablar. Se queda el compromiso de establecer la rutina por el propio compromiso del matrimonio.
En una pareja más fresca o previo al matrimonio siempre es más fácil plantear los temas de sexo: no suele haber tantos vicios ocultos que se fueron acumulando o escondiendo por miedo, a veces, durante varios años. Una mujer, por ejemplo, que no logró tener un orgasmo; o el hombre que oculta su dificultad de erección. Hablar apropiadamente en lugar de querer encontrar una solución y no desde el reproche o el enfado, es muy importante. Además, se sugiere abrir la posibilidad de una terapia sexual o de pareja, pues suele ser muy beneficiosa para el vínculo. El profesional puede ayudar a las personas a poner en palabras su malestar de una manera saludable y que no complique aún más el vínculo.
Cómo y dónde abordar el tema es clave. Nunca conviene sorprender a la otra persona en una charla sin explicarle de qué se trata. No hay que dar por sabidos los problemas y dejarlos al azar. De esta manera, quien inicie la conversación ayuda a generar un clima más amable, sin que su pareja se ponga a la defensiva.
En temas de sexo nada es tan fácil. Por eso no es una buena idea conversar el problema en la cama. Muchas veces, en pareja, cuando se quiere tratar un tema, salen otros conflictos laterales que terminan difuminando el objetivo inicial. Las conversaciones sobre sexo deben intentar ir al grano y evitar herir susceptibilidades. También depende de cuánto tiempo se ha dejado pasar un malestar.
Uno de los desafíos a tener en cuenta cuando se va a hablar de sexo con la pareja es el de no confundir los temas, y siempre transmitir tranquilidad y confianza. Por ejemplo, si hay una dificultad en sostener la erección o llegar al orgasmo, se debe poner el acento en que el problema no tiene que ver con la atracción o amor que sienten el uno por el otro.
A la hora de intentar tener una conversación sobre su sexualidad con su pareja, estas tres preguntas les ayudarían al progreso de la relación: ¿Qué te gustaría que hiciéramos en la cama?; ¿Me dirías alguna fantasía que te motive para que hagamos el amor?; ¿Qué necesitas que hagamos para calentarnos más hoy? Estos ejemplos pueden ser útiles para que el tema deje de ser un tabú y ayuden a encender la libido sexual.
El Lic. Roberto Bautista es terapeuta de parejas con maestría en Mediación.
Correo: bautista46@hotmail.com