Ya no están aquí mis padres
y aunque mirarlos quisiera
-se han marchado de esta tierra-,
solo me queda rezarles.
Es el peor de los males
y aunque es la ley de la vida,
mi pecho llora y suspira,
pues me hace falta su abrazo.
Solo hay un vacío amargo
que a mi corazón lastima.
Lourdes P. Cabral.
San Diego, California.