“La literatura puede ser considerada como una práctica audaz, sorprendente, trasgresora. Sin embargo, las autoras, a pesar de producciones muy elocuentes, son catalogadas bajo el signo: literatura de mujeres”, discurrió Diamela Eltit al recibir el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances
Guadalajara, Jalisco.- La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) fue inaugurada este sábado 27 de noviembre con la entrega FIL de Literatura en Lenguas Romances a la escritora chilena Diamela Eltit.
Durante su elocuente discurso, Diamela Eltit (Chile, 1949), abordó diversos temas, entre ellos a algunos autores como Elena Poniaowska, Margo Glantz y Juan Rulfo; de hecho, como lectora se declaró “rulfiana”; también se refirió a la época pandémica que aqueja al mundo, aunque también advirtió la desigual en la distribución de la riqueza:
“Esta situación extrema por su dimensión y por su extensión, genera, cómo no, temor, afecta gravemente la vida comunitaria. Ha desalojado al afuera y relegó, durante un tiempo, la realidad a un transcurso puertas adentro. Pero también debemos considerar la asimetría causada por la desigualdad. La vocación a la insaciable acumulación de riqueza representa la forma más intensa y desviada de una enfermedad semejante a la que se conoce como mal de Diógenes”, expuso Eltit.
Asimismo, en su disertación resaltó el tema sobre la literatura: “La literatura puede ser considerada como una práctica audaz, sorprendente, trasgresora. Sin embargo, las autoras, a pesar de producciones muy elocuentes, son catalogadas bajo el signo: literatura de mujeres. Y la literatura, la única, la importante, es un decir, no necesita de acotación alguna. Ni basta ser mujer, pero tampoco basta ser hombre en la tarea de construcciones solventes literarias. Lo importante son las estéticas, el asombro”.
A continuación, se reproduce el discurso íntegro de Diamela Eltit al recibir el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2021:
“Quiero saludar al Presidente de la feria, Licenciado Raúl Padilla López a la Directora de la Feria, Licenciada Marisol Schultz Manaut, al Rector General de la Universidad de Guadalajara, Doctor Ricardo Villanueva Lomelí, a la doctora Dulce María Zúñiga Directora de los Premios FIL.
“Agradecer a la destacada crítica literaria Lorena Amaro por su presencia en la lectura del acta del jurado y al brillante académico, Javier Guerrero, por su decisión solidaria de acompañarme en este día.
“Estoy muy emocionada por la obtención del prestigioso Premio FIL, otorgado al conjunto de mi obra literaria. Este premio, instaurado e inscrito desde el mundo latinoamericano desencadena en mí flujos de memoria, escenas, momentos, tránsitos, sucesos imposibles de condensar de manera lineal. Hoy no puedo sino describir de modo aleatorio, no lineal, temas, situaciones, interrogantes.
“Gracias a los principios sociales de mi madre, siempre estuve parada en la vereda izquierda de la cuadra del mundo. Una vereda móvil, pensante y comunitaria. Jamás he traspasado ese territorio ético. Hoy, las fuerzas de extrema derecha pugnan por gobernar Chile. Nuestra comunidad, la literaria, con el conjunto de la ciudadanía adversa a este escenario, estamos trabajando de manera intensa. Lo hacemos para impedir un gobierno rapaz, fundado en el desprecio.
“Pero no puedo dejar de señalar hoy que experimentamos un tiempo inédito, marcado por la mundialización de la enfermedad y su contagio. Un tiempo que recuerda las pestes medievales, el confinamiento de ciudades, las multitudinarias piras como destino final. Con una velocidad similar al frenesí tecnológico, la gripe detuvo la constancia de la respiración del mundo hasta convertir al planeta en un hospital.
“Esta situación extrema por su dimensión y por su extensión, genera, cómo no, temor, afecta gravemente la vida comunitaria. Ha desalojado al afuera y relegó, durante un tiempo, la realidad a un transcurso puertas adentro. Pero también debemos considerar la asimetría causada por la desigualdad. La vocación a la insaciable acumulación de riqueza representa la forma más intensa y desviada de una enfermedad semejante a la que se conoce como mal de Diógenes. Porque ha sido la desigualdad, la que ocasionó diferencias en el marco de una enfermedad común y detonó lo que llamo “la muerte pobre” que se cursó en el interior de espacios hacinados, en medio de insuficiencias hospitalarias o debido a la falta de acceso. Es dramático. Todavía no ha concluido la velocidad de la enfermedad, aunque de cierta manera ya haya terminado y hoy mismo podemos presagiar que forma parte de un pasado y se instaura como una zona de interrogantes múltiples en el futuro.
“He recordado con frecuencia que mi primera visita a Guadalajara fue motivada precisamente por la obtención del premio, el primero que se establecía bajo el nombre de Juan Rulfo, al poeta chileno Nicanor Parra. Yo vivía en la Ciudad de México, trabajaba en la Embajada de Chile y viajé. Fue importante porque había sido estudiante de Nicanor en la Universidad, conocía su obra y me pareció exacto y ultra merecido el premio. No pude dejar de pensar entonces en las finas líneas conectoras, era curioso que, en ese preciso momento, mientras cursaba mi primera vida fuera de Chile, después de 17 años de dictadura, residiera en el mismo país que le otorgara el reconocimiento a Nicanor y que yo pudiera estar presente. Tres décadas después se produjo una forma curiosa de paridad chilena.
“Como lectora, era y soy completamente “rulfiana”. Así es porque Juan Rulfo es para mí un referente. La novela “Pedro Páramo” es una de las obras más valiosas del Continente pues consiguió otorgar una poética a los espacios no centristas. Convirtió la muerte en un viaje inacabable por los tiempos, fundió y confundió la ecuación muerte-vida para referirse al amor y al poder. La milpa ondeó en su relato y las hablas populares protagonizaron las escenas. Juan Rulfo acudió al fragmento para construir continuidades. Convirtió la escritura en un conjunto de imágenes que se fijaron en cada uno de los imaginarios de los lectores. Comala fue el sitio más importante de la tierra literaria.
“La literatura ha sido mi centro. De manera intensa la pulsión literaria fue mi horizonte. Una parte de mi niñez y adolescencia se cursó en la lectura: Así, de manera simbólica, recorrí el mundo leyendo, comprendí la complejidad que portamos cada uno de nosotros, leyendo, entendí que la realidad se parapetaba en los recodos de la ficción. Leí ensayos, libros políticos, en mi plena adolescencia. Más adelante, ya mucho más poblada de textos y textos literarios, pude asociar la mirada coincidente de Elena Garro y Julio Cortázar. Ella, porque revisitó, mediante una poderosa intervención al tiempo, la caída de Tenochtitlan, a la Malinche, su Malinche, esa que generó en su relato “La culpa es de los Tlaxclatecas” y en una línea paralela, Julio Cortázar, fundamental autor argentino, en “La noche boca arriba” construyó un impactante sueño prospectivo depositado en la guerra florida durante una alucinante noche de persecución y muerte moteca.
“Y cómo no pensar en Elena Poniatowska y su incursión en las hablas, en los cuerpos, en las vidas, las formas, la ironía, de sus importantes libros que abrieron un horizonte para los cuerpos populares y sus subjetividades. Evoco de manera intensa “Las voces del temblor” esas voces del desastre que conocemos y compartimos mexicanos y chilenos en 1985 y que permiten atisbar un refugio frente a la desesperanza y se constituyen en un dispositivo memorioso. O la obra primera de Margo Glantz, que en un tiempo precursor, se internó en lo que hoy se denominan como géneros híbridos. Me refiero a espacios hasta donde concurren diversos discursos literarios móviles, imposibles de delimitar. Hizo de la literatura una experiencia.
“Las lecturas se superponen, se precipitan. Arman cuerpos, zonas hacia donde la letra fluye, confluye y se dispersa. El ojo, una vez que se consigna en la lectura, está cruzado por signos estéticos que se alojan en los recodos del cerebro. Los procesos de escrituras, diversos, sensatos o insensatos, marcan y demarcan un hacer. Eso lo experimentamos cada uno y cada una de las personas que escribimos. Y, sin embargo, el afuera de la letra, quiero decir su campo social de recepción y difusión literaria, está escindido, opera como un espacio binario.
“La literatura puede ser considerada como una práctica audaz, sorprendente, trasgresora. Sin embargo, las autoras, a pesar de producciones muy elocuentes, son catalogadas bajo el signo: literatura de mujeres. Y la literatura, la única, la importante, es un decir, no necesita de acotación alguna. Ni basta ser mujer, pero tampoco basta ser hombre en la tarea de construcciones solventes literarias. Lo importante son las estéticas, el asombro.
“Después de décadas de habitar el espacio literario, me parece que es necesario desbiologizar completamente la letra, así ya lo he manifestado. Lo pienso como un horizonte en construcción. Filiarse no en biologías sino en poéticas, diseminar sentidos que permitan libres tránsitos. Se debería producir algo parecido al poderoso movimiento de los géneros literarios que tanto conocemos, géneros que mutan, se funden, se confunden, emergen.
“La literatura es múltiple. Una sede de goce. Y de trabajo.
La literatura es capaz de atravesar, acortar y cortar sus propios géneros. Con constancia y decisión, es que me refugio en la certeza de un futuro horizonte igualitario.
“Rosario Castellanos escribió:
“No, no he tenido novio. No, ninguno todavía. Mañana.”
“Sí. Estoy segura. Mañana.
Muchas gracias”.