Con una sonrisa dibujada en su rostro dejó esta vida familia y amigos el doctor Ernesto Alduenda Rendón; el viernes 19 de noviembre cumpliría 96 años de edad el sinaloense de El Rosario.
Médico General y Partero, su especialidad desde hace 70 años fue sin duda la Risoterapia; miles de pacientes a los que sirvió en su consultorio o en el sector público, seguramente le buscaban porque el Dr. Alduenda siempre reía y hacía reír.
Tanto trabajó para sacar adelante a su familia honestamente. Más de una vez, incluso en su juventud, lo infartaron, hasta mandarlo al hospital. Y ahí estaba sonriendo queriendo trabajar.
Hace cincuenta años algo muy sencillo y extraordinario a la vez cambió o reimpulsó la personalidad de este médico de pueblo hoy ciudad. Quienes le conocen se refieren a él como todo un personaje.
Resulta que un 17 de noviembre de 1972 (día en que falleció, pero de 2021), el Dr. Alduenda con un grupo de varones, se fue a Tecate al Rancho Gozo y Esperanza, Ahí entre rollos, misas, oraciones, cantos, regañadas y el famoso Kerigma e indudablemente la mano de Dios a través del Santo Espíritu; prácticamente el risoterapeuta salió tan renovado que -¡aguas!- todos los días de su vida nunca falto a la misa diaria (salvo enfermedad).
Algún desgraciado pudiera preguntar como alguien preguntaba: “¿Qué tiene ese hombre muerto que a todos atrae? ¡Lo que pasa es que no está muerto, está vivo!” (Fulton J. Sheen). ¿Y qué está haciendo ahora el Carpintero crucificado? ¡Está preparando los ataúdes para sus perseguidores!
Es un regalo de Dios muy grande para la comunidad que Él bendiga a todas las personas de todos los oficios y profesiones; pero un médico es algo especial por estar en contacto con tantas personas tristes que en realidad quizá no padecen nada psomático, sino lo que ocupan es la alegría de vivir, que es lo que le sobraba al doctor Alduenda.
Llama poderosamente la atención que este médico nació un 19 de noviembre y murió un 17 de noviembre; y se enamoró de Dios, a quien sirvió desde aquel retiro en Tecate, del 17 al 20 de noviembre de 1972.
Cuando uno conoce a personajes como este médico, egresado de la Universidad de Guadalajara y que forjó su vida con el trabajo honesto en el clima extremo del desierto, se comprende que Dios vive en personas como él y muchas personas sencillas. El Doctor Ernesto Alduenda, con su alegría está expresando: si quieres ser feliz ama a Dios, ama al necesitado, al que está triste, al paciente; ve a misa diario o al menos el domingo. Sé buena persona, se buen amigo. Ayuda a los demás.
El premio Nobel de Medicina Alexis Carell, padre de la Angiología, tuvo la gracia de la conversión a través de las curaciones milagrosas de Nuestra Señora de Lourdes, a principios del siglo XX. Carell escribió su ensayo sobre El Poder Curativo de la Oración visto por un fisiólogo. El 15 de noviembre se celebra la fiesta de san Alberto Magno, religioso dominico, admirado por armonizar la ciencia con la Fe Cristiana. Maestro de Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII.
Como en los pueblos mexicanos, al doctor Alduenda muchas gentes sencillas le pagaban con una sonrisa o con unos camarones, con alguna comida, al no tener recursos para cubrir la consulta. Pero el médico cursillista los atendía. En nuestros días no dan ganas de enfermarse por lo caro que están las consultas. Si te enfermas tienes que pagar mucho dinero, así que no te enfermes. Pero si sucede, pues habrá que ir con un médico como don Ernesto Alduenda Rendón, quien decía: si no tienes, aunque sea págame con una gallina. Y a risa y risa se aliviaba el paciente.
Si hay personajes amados por la gente, son los médicos. Porque después de Dios, la Virgen, los ángeles y los santos; ellos tienen la manera de curarnos en cuerpo y alma.
Dice un dicho: Si se alivia fue Dios bendito; si se muere, médico maldito. Gracias a Dios, en nuestros pueblos y ciudades podemos encontrar buenos médicos, honestos en su trabajo, para quienes la prioridad es la recuperación, la salud; y no el lucro o el dinero del prójimo o paciente.
No sin defectos las personas deseamos, como San Pablo, hacer el bien que queremos, aunque hacemos el mal que no queremos. En eso fue ejemplar el buen hombre y doctor Ernesto Alduenda Rendón, siempre viviendo con una sonrisa sincera y honesta. Por eso a su familia y amigos hay que recordar: Dichosos los muertos que mueren en el Señor, porque sus obras los acompañan.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
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