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viernes, febrero 16, 2024
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El paquete que viene y la reforma eléctrica: la “roqueseñal” de López Obrador

Parlamento

 


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El paquete fiscal (hacendario) del gobierno federal, es uno de los procesos políticos más complicados en nuestro país desde diciembre de 1997. Antes de esa fecha era puro trámite. Los gobiernos priistas de entonces, siempre tuvieron cómoda mayoría para aprobar aquello que -como las leyes fiscales y el presupuesto- no requería voto calificado de dos terceras partes. La decisión legislativa descansaba en la Secretaría de Hacienda.


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No obstante que la mayoría priista iba en decadencia ya en el año 1994-1995, aun así se mantenía con votos suficientes para complacer al Poder Ejecutivo. Tanto, que aumentaron el IVA del 10 al 15% en plena crisis desatada por el tristemente recordado “error de diciembre” de Ernesto Zedillo y la economía de mentiras que dejó Salinas. Vale la pena recordar que el coordinador de los Diputados del partido gobernante Humberto Roque Villanueva, al conocer el resultado de la votación que aumentó en 50% la tasa del IVA (del 10 al 15%), realizó un ademán majadero que mereció el mote de la “roqueseñal”.

Por su parte, Andrés Manuel López Obrador relanza en plena crisis del 2021 otra reforma fiscal insultante, pletórica de instrumentos para el terrorismo fiscal, que incluye persecución a los recientemente cumplidos en mayoría de edad, boicot casi total a las Organizaciones de la Sociedad Civil, topes injustos a la deducibilidad en el campo y en las empresas y, un rosario de facultades adicionales al SAT para seguir exprimiendo al contribuyente cautivo.

El tema de las OSC merece especial énfasis en la medida que tratan de matarlas de inanición, pues no les bastó retirarles subsidios gubernamentales que eran normales e imprescindibles; ahora pretenden, que no les llegue ni el oxígeno del sector privado. La frase torpe del Presidente en el sentido de que “la filantropía no le corresponde al sector privado”, revive la idea de Paz sobre el régimen priista en su Ogro Filantrópico. El Estado soy yo, y por ende, la filantropía solo se entiende si viene de mi mano, piensa López Obrador. Semejante frase sobre la filantropía quedará seguramente clasificada como una de las más estúpidas expresiones que un Presidente haya dicho antes.

Corría el año de 1997 cuando por primera vez, el gobierno tuvo que aceptar cambios (muchos), a su paquete fiscal y presupuestal venidos de la oposición unida. En aquella legislatura creamos el Ramo 33 y se duplicaron las transferencias federales a los municipios del país, pasando de un 5% al 11.6 %de la Recaudación Federal Participable (RFP), por solo dar un ejemplo. Entonces éramos 261 diputados de oposición contra 239 del PRI.

Hoy por hoy, la mayoría aún le responde al Presidente con la suma de los partidos satélites a Morena. Por ello, he dicho en este espacio y hoy reitero, que debe ponerse lupa a los legisladores y al sentido de su voto, particularmente a los de oposición. La mayoría ficticia de Morena en San Lázaro será más frágil, en la medida de la presión del sector social y privado sobre sus legisladores.

Ya hubo una Diputada Rebelde en Morena. Hay que buscar otros 40, recordando que Morena por sí solo apenas llega a los 200 diputados de 500. Su mayoría la logra con el Verde y el PT.

Por su parte, este ejercicio de aplanadora legislativa no lo tienen tan fácil Morena y López Obrador en una reforma constitucional como la eléctrica. Pero depende mucho de no “individualizar” las negociaciones. A estas alturas, el solo pasar autoritariamente la reforma fiscal que hasta el PRI rechaza, debiera ser motivo suficiente para no poner en duda si apoyan o no la reforma eléctrica. Así que, ¡a por ellos! No hay que dejar a los diputados del PRI escabullirse por culpa de los temores o conveniencias de su líder, el famoso “Alito”.

La sociedad civil y el sector empresarial deben exigir apoyo pero sobre todo, claridad y nada de medias tintas.

El uso constante y sistemático de la mayoría parlamentaria del Gobierno, debería ser razón suficiente para que ningún partido del bloque opositor les pudiera apoyar en cualquier reforma constitucional (y menos en la eléctrica). Esa es la carta de cambio. O se modera el Presidente en las votaciones ordinarias, o que no tenga ni un solo voto en reforma constitucional alguna.

Si la oposición no aprende a negociar integralmente, unas por otras, el país seguirá hundido en este desastre.

Urge un movimiento ciudadano amplio, capaz de exigir garantías para que no pase la reforma eléctrica, ni siquiera maquillada, particularmente al PRI. Ni un paso atrás en el derecho a energías limpias y al autoabastecimiento. De otro modo ahí estará López Obrador esperando los mexicanos con su “roqueseñal”, estilo tropical.

 

El autor es maestro en Derecho y fue diputado federal de la LVII Legislatura (1997-2000), ex cónsul general de México en Estados Unidos, subsecretario de Gobernación y ex magistrado del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa.

Correo: juanmarcos@jmgutierrezyasociados.mx

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