Ser frontera con los Estados Unidos, desde cualquier enfoque arroja beneficios en diferentes rubros: salud, educación, comercio, turismo, desarrollo económico, y muchos más. Tener de vecino al país más poderoso del mundo es envidia de muchas naciones.
Prácticamente desde el inicio de la pandemia generada por el COVID-19, los cruces fronterizos fueron cerrados para las actividades no esenciales. Lo anterior fue con el propósito de crear una especie de cerco sanitario que controlara y evitara la propagación del virus en ambas regiones cosa que no sucedió. Mientras que un mexicano no puede ingresar a los Estados Unidos por vía terrestre (con algunas salvedades), el norteamericano lo puede hacer hacia México sin problema alguno.
Las formas o razones por las cuales un mexicano fronterizo puede ingresar al país del norte son las siguientes:
1.- Doble nacionalidad.
2.- Asuntos laborales o comerciales previamente autorizado por la autoridad norteamericana.
3.- Permisos especiales.
4.- Vía aérea (cualquier mexicano con pruebas de no contagio).
5.- Estudiantes mexicanos en Estados Unidos.
6.- Y recientemente menores en edad de vacunación.
En la mayoría de estas modalidades las estancias deben ser cortas; en muchos casos solo se acude al asunto que se requiere con permisos de internación cortos.
El tema de las vacunas es el más solicitado, en la frontera la autoridad norteamericana ha sido solidaria, permitiendo ingresar a los Estados Unidos a menores de edad acompañado de la madre o padre de familia a vacunarse de manera gratuita, solo presentando la cita acordada, lo cual es un gran alivio.
Los sectores más afectados en la región fronteriza de Estados Unidos son el comercio y turismo. Tuve la oportunidad hace dos meses de “cruzar” hacia la zona del Valle Imperial en California y un número importante de negocios cerraron. Lo anterior por la falta de consumidores mexicanos, quienes generalmente abarrotaban los locales. Ahora es común observar comercios abandonados. Es evidente que la economía de esos lugares depende de los pesos mexicanos convertidos a dólares.
El turismo también se perjudicó; los centros recreativos ubicados cerca de la frontera han tenido que limitar sus entradas y por ende sus ingresos. Me atrevo a decir que nos extrañan.
Pero del lado mexicano la historia es diferente: los comercios se han visto beneficiados del cierre; ahora los ciudadanos fronterizos se ven forzados a comprar productos y servicios, lo que contribuye enormemente al impulso económico de la zona. Se acerca la época decembrina y de permanecer cerrado, será otro año con ganancias relevantes.
El turismo también ha visto crecer sus ingresos. Por un lado los paisanos visitan desde familiares hasta lugares atractivos, y por otra parte el mismo habitante del estado recorre sus terrenos al no tener la opción de trasladarse a los Estados Unidos de manera terrestre.
Así, mientras unos se lamentan por no tener la posibilidad de visitar la zona fronteriza de los Estados Unidos, otros lo perciben como una magnífica oportunidad de crecer y desarrollar sus negocios. La crisis de salud que se trasladó a una situación apremiante en la parte económica, tendrá -como siempre- perjudicados y beneficiados.
Todos queremos que la vida anterior se recupere; el abrir las fronteras será de alguna manera reconocer que vamos en esa vía, pero también hemos tenido que aprender y adaptarnos a estos difíciles tiempos.
En varios estudios publicados durante este periodo, la conclusión ha sido muy clara: el cierre de los cruces afecta más a la región fronteriza estadounidense, ya que los recursos mexicanos no se “exportan” y se quedan en las mismas manos mexicanas. Veremos qué pasa en las próximas semanas.
Alejandro Caso Niebla es consultor en comunicación y políticas públicas.
@CasoAlejandro