En el foro por el Día mundial para la prevención del suicidio, celebrado este viernes 10 de junio bajo el auspicio del Hospital de Salud Mental de Tijuana A.C., la doctora Areli Urrea Rodríguez afirmó que los casos de intento suicida en Baja California han incrementado.
“La tasa de suicidio ha aumentado, en el hospital la demanda por internamiento en adolescentes, por intento de suicidio, ha sido abundante”, afirmó.
Sostuvo que en lo que va de 2021 se ha acrecentado la atención a jóvenes que intentaron quitarse la vida.
Suscríbete a nuestro Podcast dando clic aquí.
El director general del centro médico, José Guadalupe Bustamante Moreno, indicó que el 80% de los adolescentes que se internan en el Hospital, se atienden por presentar “ideación suicida”.
La doctora Urrea Rodríguez, expuso que en el caso de las mujeres, cada vez hay más menores de edad que buscan suicidarse. Mencionó que en términos generales, el grupo etario en el que mayores actos suicidas se presentan es el de los 24 a 35 años.
Recordó que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la tasa de suicidios en México es de 5.4 personas por cada cien mil habitantes.
A decir de la profesionista, en el contexto de la pandemia de COVID-19, la presencia del virus y el riesgo de contraer la enfermedad respiratoria impulsó a muchas personas que previamente habían padecido trastorno de ansiedad a buscar atención.
Sobre semejante alteración de la salud mental, agregó que igualmente ha ido en incremento y negó que el COVID-19 haya sido factor determinante para tener pensamientos suicidas.
Urrea Rodríguez sugirió que en el caso de las familias que cuenten con un adolescente que muestre posible propensión al suicidio y que por temor al contagio del coronavirus se abstengan de llevarlo a tratarse profesionalmente, mantengan una supervisión estrecha y eviten que el joven tenga a la mano medicamentos, objetos punzocortantes, además de procurar un ambiente tranquilo en el hogar.
Estableció que “es raro” que alguien tenga en mente acabar con su vida sin dar una señal de semejante pretensión.
A propósito refirió como factores de alarma: retraimiento de la vida social y deseos de estar a solas, cambios de humor abruptos, preocupación por la muerte, incremento en el consumo de sustancias tóxicas (en caso de tener el hábito), suspensión de tratamientos médicos por voluntad propia, conductas autodestructivas o riesgosas, entre otros.
Recomendó ofrecer la posibilidad de ayudar a la persona con conductas de riesgo, proponerle opciones de tratamiento, escucharla.
También expuso en referencia a quien experimente inclinación por el suicidio, recurrir a la espiritualidad o la religión, elaborar un plan de acción, apegarse a un esquema de tratamiento, “tener un día ocupado”, reunirse con personas, “estar en un grupo de apoyo, evitar el consumo de alcohol y drogas”, alejarse de “sitios peligrosos en internet”, escribir sobre lo que esté padeciendo, además de enlistar “cuáles son los motivos que tiene para vivir”: hijos, mascota, proyectos.
En términos de asistencia, “no vamos a medicar el intento de suicidio”, advirtió Urrea Rodríguez, quien explicó que en algunos casos existen cuadros temporales de depresión y “en algún momento de desesperanza” la gente se siente inclinada a quitarse la vida. En todo caso, recomendó, se debe reforzar el tratamiento correspondiente, por la vía psicológica.