Tres ingenieros…
Suben a un auto y el vehículo no arranca.
“Debe ser el motor”, sugiere el ingeniero mecánico.
“Debe ser un corto”, replica el ingeniero eléctrico.
Entonces el ingeniero en sistemas plantea:
“¿Y si nos bajamos y nos volvemos a subir?”.
Autor: Un ingeniero que juega futbol.
Pasos para tener una auténtica noche mexicana
- Vivir en México.
- Que se haga noche.
Autor: Un sueco… seguramente.
Máximas de políticos mexicanos
– “México para los chilenos y Chile para los mexicanos”. – Luis Echeverría.
– “Soy el mejor candidato a la Presidencia porque sólo tengo una mano”. – Álvaro Obregón.
– “Soy feo, pero no me eligieron para semental, sino para Presidente”. – Adolfo Ruiz Cortines.
– “Ya hoy hablo libre, ya digo cualquier tontería… ya no importa. Ya, total, ¡yo ya me voy!”. – Vicente Fox.
Compadre en la cárcel
Un día Juan visita a su compadre, quien está preso, y le pregunta:
— ¿Por qué lo han metido preso?
“Ay, compadre, si usted supiera… me metieron preso por higiénico”.
— Pero compadre, ¡a nadie lo meten preso por higiénico! Explíqueme.
“¡Es que yo me encargaba de limpiarle los bolsillos a la gente!”.
Autora: La comadre.
Insecticida
Un vendedor de insecticidas vende a una señora un producto para terminar con las hormigas, pero al día siguiente, ella regresa a reclamarle que no obtuvo ningún resultado.
— Usted me ha estafado, ¡las hormigas se ríen de mí!
“¿Cómo ha usado el producto, señora?
Esta le responde que lo ha rociado sobre ellas y el vendedor responde:
“Lo siento señora, pero usted no ha leído las instrucciones, ¡el producto es inyectable!”.
Autora: Una hormiga sana y salva.
Novio feo
Una ratoncita estaba con su novio, que era un murciélago. Pasó su mejor amiga y los vio, más tarde conversaron y la amiga le comentó:
— Querida, realmente tu novio es muy feo.
“Pues será muy feo, ¡pero es piloto!”.
Autor: Anónimo de una aerolínea.
El elefante y la hormiga
En la selva, todos los animales estaban hambrientos porque había escasez de comida, y justo un día un avión que pasaba por ahí, cae. Los animales fueron hacia el avión y encontraron un brazo por acá, una cabeza por allá, todo descuartizado.
El rey león ordenó:
“Hagan una fila para repartir los alimentos”.
Todos los animales se formaron, y uno por uno comenzaron a recibir sus alimentos, y en un momento se escuchó el ruido de un animal. Era la hormiga que gritaba y gritaba. El rey león fue hacia ella y le preguntó por qué gritaba.
“¡Es que el elefante me empujó!”.
Entonces el rey león se acercó al elefante para cuestionar por qué había empujado a la hormiga, y este exclamó:
“¡¿Y pa’ qué empuja ella?!”.
Autor: Un elefante pesado.
En la cantina
Un cantinero esperaba al primer cliente cuando, al cabo de varias horas, entra un caballo, se sienta y pide un trago. El caballo toma el trago y pregunta cuánto debe.
Asombrado al ver al caballo hablando, le dice:
“Son 6 dólares”.
El caballo saca un billete, paga y se levanta para irse. Entonces, el sorprendido cantinero pide:
“No se vaya, es la primera vez que un caballo me pide un trago”.
Y el equino contesta:
“Y será la última, señor mío, ¡con esos precios…!”.
Autor: Anónimo de la cantina.
Número equivocado
— Buenas, ¿es ese el 1-1-1-1-1-1?
“No; este es el 11,11,11”.
Autor: Anónimo de Telnor.
Una carretera solitaria
Un hombre hacía un alto en una noche fría y casi sin luna, parado, bajo el puente de una carretera solitaria, y estaba cayendo una tremenda tormenta. Nadie se paraba, cuando de repente se gira y ve que a lo lejos viene un auto. Se acerca y se detiene.
Con el agua que caía, y sin dudarlo ni por un solo instante, el hombre sube al auto y cierra la puerta, cuando de repente se gira y se da cuenta que nadie va conduciendo.
Se asusta y mira hacia la carretera, y más adelante, ve una curva y empieza a rezar.
En cuanto llega a la curva, se abre la puerta del conductor, entra una mano y mueve el volante, y el auto continúa su comino.
Al rato otra curva y lo mismo: una mano que aparece y mueve el volante, y evita el accidente. Y así le sucede en repetidas ocasiones hasta que el aterrado hombre no aguanta y baja del auto, para correr hacia el pueblo más cercano. Entra en el bar y a todos les empieza a contar lo que le sucedió.
A la media hora llegan dos tipos todos mojados y uno dice al otro:
“Mira, Pepe, ¡ahí está el infeliz que se subió al carro cuando lo veníamos empujando!”.
Autor: Un mecánico.